El Vaticano insta a reducir el desperdicio y a consumir productos de temporada - Alfa y Omega

El Vaticano insta a reducir el desperdicio y a consumir productos de temporada

El secretario adjunto del Dicasterio para el Desarrollo Humano e Integral, Augusto Zampini, ha instado a los cristianos a reducir el desperdicio de comida y a cambiar su dieta para consumir solo productos de temporada, al tiempo que ha pedido a los gobiernos que destinen el presupuesto armamentístico al sector alimentario. Esto ayudaría a revertir el hambre, que según la FAO sufren 800 millones de personas en el mundo, una situación que ha sido agravada por el coronavirus

Europa Press
Foto: AFP / Georges Gobet.

«Como ciudadanos particulares podemos reducir el malgasto y el desperdicio de alimentos. Así como comenzar a cambiar nuestras dietas, para comer alimentos de temporada y evitar productos altamente contaminantes», ha destacado el sacerdote argentino en una rueda de prensa organizada por el Vaticano para analizar las consecuencias sociales y económicas del COVID-19. Según la Organización de la ONU para la alimentación, un tercio de toda la comida que se produce en el mundo se pierde o se desperdicia. Esto son más de 1.600 millones de toneladas al año o, dicho de otra forma, unas 51 toneladas de alimentos que cada segundo terminan en la basura en todo el planeta.

Durante su alocución, Zampini ha incidido en cómo el coronavirus está aumentando los problemas relacionados con los alimentos. «La crisis alimentaria es internacional y las consecuencias socioeconómicas crecen de manera desproporcionada, e incluso catastróficamente, una vez que se rompen ciertos umbrales como la capacidad hospitalaria», ha señalado. También ha destacado cómo las restricciones a las exportaciones e importaciones de alimentos «están afectando las cadenas de suministro», toda vez que los productores están luchando por «llevar sus productos al mercado».

«Nos enfrentamos a un grave problema en la seguridad alimentaria. La crisis alimentaria provoca hambre, el hambre afecta a las personas más pobres y aumenta la inseguridad alimentaria. La inseguridad alimentaria conducirá a la violencia y a más conflictos, lo que a su vez causará más pobreza», ha dicho el sacerdote argentino. Así, ha llamado a implementar cambios a nivel global que pongan en marcha «mejoras en la productividad agrícola», pero siempre condicionadas a la protección de ecosistemas naturales y prácticas sostenibles. Y ha especificado: «Necesitamos una forma más efectiva de usar el don de la naturaleza de Dios para cumplir con los objetivos alimentarios y medioambientales. Si saqueamos la tierra y los recursos, destruiremos nuestras fuentes de alimentos y salud». De este modo, ha invitado a los gobiernos a destinar el presupuesto armamentístico al sector alimentario y a pensar en lograr «un conjunto de medidas laborales de emergencia para las personas que trabajan en el sector agrícola». En esta línea también ha pedido que se promuevan políticas que aborden la «emergencia climática» para contrarrestar sus efectos en las comunidades y países más pobres, particularmente sus impactos en los alimentos producción.

Sin embargo, ha destacado que si bien el COVID-19 ha evidenciado la fragilidad del sistema alimentario, sigue siendo una «oportunidad para el cambio», tanto en los patrones de producción y consumo como en las acciones públicas y privadas.

En estos mismo términos se ha expresado el Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el cardenal Peter Turkson, que ha incidido en el «sentido providencial» que ofrece esta crisis y las cosas que se pueden «hacer juntos para superarla», cuando se celebra la Semana de la Laudato si (del 16 al 24 de mayo), «con muchas iniciativas repartidas por todo el mundo, organizadas de manera autónoma por las Iglesias locales, asociaciones, ONG…». Y ha especificado: «Realmente vemos que esta crisis es una oportunidad que no podemos perder para imaginar un futuro mejor». Así ha recordado la creación en el dicasterio de una comisión para afrontar las consecuencias a largo y corto plazo del COVID-19 en colaboración con Caritas Internationalis y otros dicasterios de la Santa Sede.

Por su parte, el secretario del dicasterio del Vaticano, monseñor Bruno Marie Duffé, ha centrado su exposición en cómo el contexto de pandemia global ha influenciado la práctica de la misión de la Iglesia. En primer lugar, ha hecho hincapié en la «vulnerabilidad» que ha sacudido la sociedad en diferentes niveles, comenzando por la física: «No podemos seguir pensando que somos todopoderosos e inmunes a los desastres climáticos y naturales». También se ha detenido en la «vulnerabilidad política» que se ha hecho patente en la falta de previsión o anticipación a la crisis, así como en el agujero que ha resultado la falta de inversión en sanidad. Por último, ha citado la «fragilidad económica» que se refleja en el hecho de haber considerado la salud «como un mero instrumento para producir más y más, en una lógica de intereses creados y miopes». Y ha añadido: «Hoy estamos redescubriendo la salud y la solidaridad como condiciones y pilares de nuestra economía». De este modo, ha señalado que la misión de la Iglesia para por la escucha y el acompañamiento de la gente que sufre. Asimismo, ha propuesto una reflexión a nivel eclesial de los vínculos que ligan las «perspectivas sanitarias, ecológicas, económicas y sociales de esta crisis», porque, según ha destacado, «todo está conectado». Finalmente ha invitado a los cristianos a «abrir las puertas» y «ofrecer esperanza», porque como «Jesucristo ha mostrado, la vida es más fuerte que la muerte». Así ha concluido: «tenemos la responsabilidad de priorizar el bien común con respeto, complementariedad e incluyendo a todos».