El Vaticano identifica el aborto, la eutanasia o la ideología de género como amenazas a la dignidad humana
«Debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres», asegura el cardenal Fernández
Dignidad infinita. Con estas dos palabras el Vaticano ha cimentado la enseñanza católica sobre el concepto de dignidad humana, a través de los 68 puntos del nuevo documento elaborado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe con ese título. La Declaración Dignitas infinita, firmada por el prefecto del Dicasterio, el teólogo y cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, y, aprobada por el Papa el pasado 25 de marzo, identifica las amenazas que hoy socavan la dignidad humana, entre ellas, la pobreza, la pena de muerte, la guerra, la eutanasia, el suicidio asistido, el aborto, los abusos sexuales, la gestación subrogada o el maltrato a las mujeres.
El texto se presenta como una «oportunidad» para la Iglesia de aclarar «algunos malentendidos que surgen a menudo en torno a la dignidad humana y de abordar algunas cuestiones concretas, graves y urgentes, relacionadas con ella».
El corazón pastoral del Papa imprime cada uno de los artículos en los que se deja claro, por ejemplo, que, con toda operación de cambio de sexo, por regla general, se corre el riesgo de «atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción». «Esto no significa que se excluya la posibilidad que una persona afectada por anomalías genitales, que ya son evidentes al nacer o que se desarrollan posteriormente, pueda optar por recibir asistencia médica con el objetivo de resolver esas anomalías. En este caso, la operación no constituiría un cambio de sexo en el sentido que aquí se entiende», agrega.
En el texto fechado el dos de abril del 2024, pero fruto de cinco años de trabajo, el Vaticano reitera que «independientemente de su tendencia sexual» toda persona debe ser «respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar todo signo de discriminación injusta» y condena, a su vez, que «en algunos lugares se encarcele, torture e incluso prive del bien de la vida, a no pocas personas, únicamente por su orientación sexual».
Además, tilda de «inaceptable» las ideologías de género «que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles» y que procuran «imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños». «No hay que ignorar que «el sexo biológico y el papel sociocultural del sexo, se pueden distinguir, pero no separar», explica el cardenal argentino que fue nombrado prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe por el Papa el pasado 1 de julio de 2023.
Al mismo tiempo, destaca ciertos «decisivos elementos críticos» presentes en estas teorías y lamenta los «intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos» a la Declaración de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones en 1948, que no son «del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables».
«Debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres: no podemos separar lo que es masculino y femenino de la obra creada por Dios, que es anterior a todas nuestras decisiones y experiencias, donde hay elementos biológicos que es imposible ignorar. Sólo cuando cada persona humana puede reconocer y aceptar esta diferencia en reciprocidad es capaz de descubrirse plenamente a sí misma, su dignidad y su identidad», se lee en el documento.
El Vaticano incluye el feminicidio, el aborto, la gestación subrogada o la poligamia como parte de la red de violencias que se ejercen contra las mujeres. Así el cardenal Fernández lamenta que la percepción de la gravedad del aborto se haya ido «debilitando progresivamente en la conciencia de muchos» y arremete contra el uso de una terminología ambigua en la sociedad, como, por ejemplo, cuando se utiliza el concepto «interrupción del embarazo».
También se pronuncia en contra de la maternidad subrogada, mediante la cual el niño «se convierte en un mero objeto» y que también viola, al mismo tiempo, «la dignidad de la propia mujer que o se ve obligada a ello o decide libremente someterse».
En un plano más antropológico, el documento condena el «relativismo moral» que hoy la sociedad sitúa en la base de «una pacífica convivencia» y el concepto de una «libertad abstracta» libre de cualquier «condicionamiento, contexto o límite».
Fernández se refiere también a la violencia digital y pone el foco en lo fácil que es «poner en peligro la buena reputación de cualquier persona con noticias falsas y calumnias». Así señala que el ambiente digital «también es un territorio de soledad, manipulación, explotación y violencia, hasta llegar al caso extremo del dark web».
Asimismo, censura la eutanasia y la muerte asistida, pero pide que se promuevan los cuidados paliativos apropiados, evitando «cualquier encarnizamiento terapéutico o intervención desproporcionada». «Ayudar al suicida a quitarse la vida es, por tanto, una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo», se lee en el texto.
Por último, el cardenal argentino insta a contrastar la cultura del descarte que enfrentan, sobre todo, quienes están en una situación de déficit físico o psíquico. «La cuestión de la imperfección humana tiene también claras implicaciones desde el punto de vista sociocultural, ya que, en algunas culturas, las personas con discapacidad sufren a veces marginación, cuando no opresión, al ser tratadas como auténticos “descartados”», asegura.