El Vaticano censura la introducción del aborto en la Constitución francesa: «No puede existir el derecho a quitar la vida» - Alfa y Omega

El Vaticano censura la introducción del aborto en la Constitución francesa: «No puede existir el derecho a quitar la vida»

La Pontificia Academia para la Vida reacciona pidiendo que la protección de la vida «se convierta en una prioridad absoluta». Los obispos franceses reclaman de sus conciudadanos que «redescubran el gusto por la vida y por tener hijos»

Victoria Isabel Cardiel C.
Yael Braun-Pivet, presidenta de la Asamblea Nacional francesa, durante el congreso para aprobar el derecho al aborto en la Constitución francesa
Yael Braun-Pivet, presidenta de la Asamblea Nacional francesa, durante el congreso para aprobar el derecho al aborto en la Constitución francesa. Foto: Reuters / Stephanie Lecocq.

La Pontificia Academia para la Vida del Vaticano ha censurado la decisión de Francia de inscribir explícitamente en su Constitución el derecho al aborto, convirtiéndose en el primer del país del mundo en hacerlo, al señalar que no «puede existir el derecho a quitar la vida».

«En la era de los derechos humanos universales no puede existir el derecho a quitar la vida humana», ha señalado el organismo, instituido en 1988 por Juan Pablo II en un comunicado de apoyo a la posición de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF). Así, el 29 de febrero, la CEF señaló que «el aborto, que sigue siendo en su origen un atentado contra la vida, no puede contemplarse únicamente desde el ángulo de los derechos de la mujer». Asimismo los obispos franceses lamentaron que el debate que se ha abierto en Francia «no haya abordado los mecanismos de apoyo de que disponen quienes desean conservar a su hijo». El mismo día de la votación, los obispos franceses lanzaron una campaña de ayuno y oración y difundieron un comunicado señalando que, «como católicos, siempre tendremos que permanecer servidores de la vida de todos y cada uno, desde la concepción hasta la muerte». Los prelados insistieron en que, ante «situaciones difíciles» que puedan afectar a las mujeres embarazadas, «debemos rodear con nuestro respeto y nuestra compasión a quienes han recurrido al aborto», y finalizaron su comunicado pidiendo «que nuestros conciudadanos redescubran el gusto por la vida, por darla, por recibirla, por acompañarla, por tener y criar hijos».

Junto a ello, la Pontificia Academia para la Vida ha hecho un llamamiento a todos los líderes políticos y tradiciones religiosas para que hagan todo lo posible para que, «en esta fase de la historia, la protección de la vida se convierta en una prioridad absoluta, con medidas concretas en favor de la paz y la justicia social, con medidas eficaces para el acceso universal a los recursos, a la educación y a la salud».

«Las situaciones particulares de la vida y los contextos difíciles y dramáticos de nuestro tiempo deben abordarse sobre la base de un derecho que tenga como objetivo, ante todo, la protección de los más débiles y vulnerables», han asegurado desde el departamento del Vaticano que estudia los principales problemas de biomedicina y derecho, relativos a la promoción y a la defensa de la vida desde una perspectiva católica.

Para el organismo que preside el arzobispo italiano, Vincenzo Paglia, la «protección de la vida» es el objetivo primordial de la humanidad y solo puede desarrollarse «en un mundo libre de conflictos, donde la ciencia, la técnica y la industria estén al servicio de la persona humana y de la fraternidad».

Asimismo, han recordado las palabras del Papa durante la audiencia general del 25 de marzo de 2020 cuando argumentó que para la Iglesia católica, la defensa de la vida «no es una ideología, sino una realidad humana que afecta a todos los cristianos, precisamente por ser cristianos y por ser humanos».

«Se trata de una acción cultural y educativa para transmitir a las generaciones futuras la aptitud para la solidaridad, el cuidado y la acogida, sabiendo que la cultura de la vida no es patrimonio exclusivo de los cristianos, sino que pertenece a todos aquellos que, trabajando en la construcción de relaciones fraternas, reconocen el valor de cada persona, incluso cuando es frágil y sufre», señaló Francisco en aquella ocasión.