El sueño de «una Iglesia joven y para los jóvenes»
La editorial PPC y el y el Instituto Superior de Pastoral reúnen en Madrid al cardenal Osoro y a varios expertos en pastoral juvenil, mientras en Roma unas jornadas de la Penitenciaría Mayor destacan que el joven que se acerca hoy al confesionario «cumple un acto radicalmente revolucionario»
La Iglesia debe esforzarse mucho más por «escuchar» y «acompañar» a los jóvenes sin juzgarles ni dirigirles, y hablándoles en su idioma. Esta fue la gran conclusión de las III edición de Conversaciones PPC, organizadas el jueves por PPC y el Instituto Superior de Pastoral-UPSA, bajo el título Sueño con una Iglesia joven y para los jóvenes. ¿Crisis en la transmisión de la fe?, en el marco de la reflexión ante la Asamblea del Sínodo de los Obispos del próximo mes de octubre.
El cardenal Osoro habló de su preocupación desde siempre por «acompañar a los jóvenes». «Siempre he pensado que de obispo también tenía que estar con ellos. En Santander [donde fue rector del seminario y vicario general, N. d. R.] ya le dije a mi obispo que les hablara a los jóvenes una vez al mes, y lo hizo. Yo luego lo comencé a hacer en Orense, Oviedo y Valencia. Y ahora en Madrid», explicó, según recoge Europa Press.
En Madrid, además de los encuentros mensuales los primeros viernes de mes en la catedral, el arzobispo ha puesto en marcha los Parlamentos de la Juventud, con los que quiere ceder la palabra a los jóvenes.
Tras las palabras de inauguración del cardenal, intervino el sociólogo Juan María González-Anleo, para quien «no es solo la Iglesia la que está perdiendo a los jóvenes, también la sociedad».
Par el sacerdote de Verbum Dei Vicente Esplugues, el reto para la Iglesia es «ser compañeros de camino y no maestros moralizantes». Mientras que el director del Departamento de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Raúl Tinajero, apuntó que «los jóvenes quieren una Iglesia que les acompañe, no que les dirija».
Toño Casado, cura y autor de 33, el musical, ilustró su intervención con una canción del musical La Llamada para mostrar algo que, según dijo, ocurre a menudo: «Les puse la película a mis alumnos y les pregunté si se burlaban de la religión. Dijeron que no. ¿Por qué? Porque ellos entienden que es posible encontrarse con Dios de otra manera que no sea leyendo la Biblia continuamente. Dios tal vez habla a los jóvenes en su propio idioma».
A continuación, se celebró una mesa redonda en la que participaron varios jóvenes, entre ellos Cristina Cons, de Santiago de Compostela, una de las dos representantes de la Conferencia Episcopal en el presínodo de Roma, convocado por el Papa para preparar la reunión de los obispos de octubre. «Tenemos derecho a ser escuchados. Hay que dar más protagonismo a los jóvenes», fue el mensaje que coincidieron en destacar.
La confesión, un acto contracultural
También en la estela del Sínodo se celebró el jueves y el viernes en Roma un encuentro sobre Confesión, jóvenes, fe y discernimiento vocacional, organizado por la Penitenciaría Apostólica.
El cardenal Mauro Piacenza, penitenciario mayor, insistió igualmente en la necesidad de escuchar a los jóvenes. «Dar respuestas, sin haberse preocupado por escuchar las preguntas de los jóvenes, sería una actitud equivocada», dijo, informa Vatican Insider.
El purpurado comparó el momento actual con el mayo del 68, un momento hasta el que «todo lo público y social pertenecía a los adultos». Se vivió entonces «cierto protagonismo de los jóvenes», pero su espíritu de rebeldía «ahora ha sido completamente normalizado por el consumismo burgués, que sigue proclamándose parte de esa tradición cultural».
Ahora, en cambio, «el joven creyente es el verdadero anti-conformista». Un joven «que llega a pedirle a la Iglesia y a su sacerdote que celebre el sacramento de la Reconciliación cumple un acto radicalmente revolucionario, contracultural. Aún sin saberlo, reconoce y afirma la propia no autosuficiencia; reconoce y afirma la insuficiencia del mundo para responder a las propias preguntas; reconoce y afirma la necesitad de un Salvador y que esta salvación pasa a través de la estructura histórica y mística del Cuerpo eclesial».
Según Piacenza, sería bueno que, «como pastores, no fuéramos conscientes del alcance simplemente ritual o sacramental de los gestos de nuestros jóvenes, sino de su alcance profético, evangélico y, por ello, histórico y cultural».
Agencias / Redacción