«El sistema de acogida es injusto»
Israel González Espinoza llegó a España huyendo de esa dictadura que ha denunciado Arturo Mcfields, el hasta ahora embajador de Nicaragua ante la OEA. Las continuas amenazas que sufría en redes, y un intento de agresión física ante su posicionamiento en contra del régimen de Ortega, fueron el detonante de su salida. Pero, en España, tampoco ha sido fácil salir adelante. Ha tenido que «tirar de amigos», e incluso «de trabajos cobrados en negro», para poder sobrevivir durante casi tres años hasta que, por fin, el pasado 8 de febrero, el Gobierno le concedió el asilo político. La notificación, sin embargo, le generó sentimientos encontrados. «Me invadió la felicidad», pero «también tenía muy presentes a muchos compatriotas que habían luchado igual que yo por un cambio en Nicaragua y a los que se les ha denegado el asilo», confiesa González, que es consciente de que su condición de periodista, gracias a la que ha podido colaborar en diversos medios de comunicación españoles, ha influido para que su proceso prosperara.
Por todo ello, González no duda en tildar de «injusto» el sistema español de acogida. «De entrada, no te permite trabajar», lo que aboca a los solicitantes de asilo a alimentar la economía sumergida con la connivencia del Gobierno. El periodista también denuncia una categorización de países. «Uno puede ver cómo los casos que no son tan mediáticos quedan en un cajón del Ministerio del Interior, y tardan tiempo en dar respuesta». Además, hoy son muchos los solicitantes a los que se les ha denegado el asilo que ven cómo el Gobierno se lo ha concedido masivamente a los ucranianos. González pide una reforma integral del sistema migratorio. Mientras tanto, ha decidido involucrarse en la campaña que aspira a llevar al Congreso la iniciativa legislativa popular que pide una regularización extraordinaria de extranjeros (esenciales.info). «Hacen falta 500.000 firmas y llevamos más de 100.000», asegura.