El Sínodo según los influencers católicos
Con motivo del Sínodo, que se va a prolongar hasta octubre de 2023, el Vaticano ha recibido una síntesis de 110.000 cuestionarios virtuales sobre la Iglesia, realizados tanto por católicos como por no creyentes con presencia en internet y procedentes de 115 países
Vacaciones en destinos exóticos. Cenas en restaurantes con estrella Michelin. Ropa de marca sin pagar un euro. Vidas hedonistas y ruidosas en perfiles que nos asoman, en muchos casos, a una realidad fullera, hecha de lujos y poco sacrificio, de exhibicionismo estridente y de personalidades narcisistas. Sin embargo, en este panorama virtual de humo y autopromoción también caminan con paso firme influencers empeñados en contar la verdad de Cristo. Hasta ellos se ha dirigido el Vaticano, que ha querido incluirlos en el proceso sinodal de escucha abierto por Francisco en octubre del 2021. En apenas dos meses y medio, los misioneros digitales —expertos en las plataformas digitales— han completado más de 110.000 cuestionarios de los que han salido cerca de 150.000 propuestas sinodales.
Lucio Ruiz, secretario del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, apunta a que la escucha se ha hecho en los «lugares digitales» y con la «metodología y el estilo digital». Una de las conclusiones que más eco ha tenido es que «el 30 % de los que han querido participar en el cuestionario de consulta son no creyentes, agnósticos o alejados de la Iglesia». «Es importante entender que mucha gente no va a las instituciones eclesiales, pero sí sigue, escucha o interactúa con los misioneros digitales. Esto significa mucho para la Iglesia; significa que en estos influencers muchos encuentran una voz amiga en la que confían y por la cual les llega la caricia de Dios», insiste.
En total, la consulta se ha extendido por 115 países gracias al respaldo de 244 personas que se mueven como pez en el agua en las redes sociales. De ellas, el 63% son catequistas y laicos; el 27 %, sacerdotes, y el 10 % restante, religiosas. Como la joven española, Paula Vega, una de las convencidas de que el mundo digital es un potente altavoz para compartir el Evangelio. Con más de 5.400 seguidores en Instagram —entre los que también hay personas agnósticas, ateas y de otras religiones o confesiones cristianas—, esta futura teóloga asegura que con las redes se llega «a aquellos a los que no llegamos por otros medios». Hacer el Sínodo de manera digital «supone decirles que también son Iglesia y que deseamos escucharlos». «He tenido la experiencia de varios seguidores que se denominaban ateos en su momento, y Dios les ha tocado el corazón a través de mi contenido. En esos momentos te sientes muy afortunada de ser instrumento», detalla.
La síntesis elaborada desde la iniciativa La Iglesia te escucha —que nace de RIIAL (Red Informática de la Iglesia en América Latina) y ha sido promovida por hasta cien entidades eclesiales, entre ellas la española iMisión— arroja distintas conclusiones interesantes. Por ejemplo, que el 67 % de los participantes quieren cambios en la Iglesia al estilo de Francisco. Dentro de las personas alejadas, hay un 26 % de creyentes no practicantes que aseguran que «se han visto juzgados y no acogidos por la Iglesia». Por otro lado, el 37 % de los encuestados pide «una Iglesia ejemplar y valiente en sus estructuras y actitudes». Del mismo modo, las redes reclaman «sacerdotes y obispos más cercanos y abiertos a la participación», siempre desde un diálogo «sin prejuicios» con la sociedad. De hecho, en el informe «se repite constantemente la petición de no juzgar, especialmente, a las personas en situación de uniones irregulares, o de diferente orientación sexual, defendiendo la dignidad de cada persona, como hizo Jesús».
Para Xiskya Valladares, religiosa de la Pureza de María y una de las influencers que ha participado en la iniciativa, una de las conclusiones más importantes es «que la mayoría de los encuestados está en sintonía con el Papa». Pero lo que más le ha impactado es que «el 81 % de las personas que siguen a misioneros digitales piensa que la Iglesia tiene que acometer una actualización relevante» y que «un 32 % asegura que, si no lo hace con cierta celeridad, difícilmente permanecerá en ella». Valladares cree que los misioneros digitales están siendo «Iglesia en salida». «Hablamos en su idioma, nos entienden fácilmente; tienen fácil la interacción con nosotros e intentamos no juzgarlos y hacerles cercana la misericordia de Dios, lo que no está reñido con la verdad y la doctrina de la Iglesia», enfatiza. Por eso aboga por más formación y herramientas: «Cuanto más formados estemos, más ayudamos a que el Espíritu Santo siga actuando también en internet».
El panameño Marco Enrique Salas Laure, de 28 años, conduce un programa digital llamado Teología en casa, con el que adapta esta disciplina minoritaria al lenguaje común. En un pódcast que comenzó en plena pandemia de la mano de Rafael Luciani, miembro de la Comisión Teológica del Sínodo, reflexiona sobre distintos temas ligados a la teología como la sinodalidad, la escatología o la espiritualidad. Para este joven, que estudia en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia), estar en redes ha supuesto «una oportunidad para mantener conversaciones y diálogos con agnósticos y ateos». Valora como una «riqueza inmensa» que el Sínodo haya tenido en cuenta a personas ajenas a la realidad eclesial.
«Hay espacios eclesiales y hay comunidad fuera de los ámbitos clásicos de los movimientos laicales y parroquiales. Es importante tener en cuenta la comunidad de los espacios digitales», incide. Además, explica que en las redes «la gente no se siente cohibida», por lo que pudieron responder a los cuestionarios del Vaticano «con franqueza, que es algo que muchos no hacen por miedo frente a los líderes pastorales o eclesiales».
El Vaticano también ha abierto un proceso de escucha de las personas con discapacidad: un colectivo que reclamaba más protagonismo desde hacía meses, como contó en primicia Alfa y Omega. Las propuestas de la hermana Claire-Marie, una religiosa con síndrome de Down que evangeliza a los jóvenes en Lourdes, o el padre Justin, un jesuita ciego de nacimiento, fueron recogidas en un documento entregado al Papa.
El Sínodo de la sinodalidad arrancó con una etapa local en las distintas diócesis y movimientos católicos. De ahí salió el primer informe. La segunda fase es la llamada etapa continental, que producirá una nueva reflexión, antes de la asamblea final que Francisco presidirá en Roma en octubre del próximo año.