«El Sínodo no puede ser una oportunidad perdida»
El cacereño Miguel Ángel González es uno de los tres sacerdotes españoles que participará en el encuentro Párrocos para el Sínodo. «Estamos en un momento histórico en la vida de la Iglesia», afirma
«La gente de mi parroquia está viviendo mi nombramiento como si les hubiesen elegido a ellos, con una alegría inmensa», exclama Miguel Ángel González Sáiz, uno de los tres sacerdotes españoles que participará en el encuentro internacional Párrocos para el Sínodo, que se celebrará en Roma del 28 de abril al 2 de mayo para preparar la segunda sesión del Sínodo en octubre.
Responsable de San Eugenio, en Cáceres, y de San Ildefonso, en Salorino, los 62 kilómetros que separan ambos templos atestiguan la preocupación de este sacerdote porque sus parroquias sean verdaderos centros de referencia sinodal. «En ambas hemos organizado varios grupos sinodales, porque la gente tiene ganas de hablar y opinar sobre la Iglesia en la que viven su fe», afirma.
Miguel Ángel es consciente de que en la Iglesia en general la propuesta del Sínodo «no ha calado mucho, ni entre el clero ni entre los laicos, quizá porque muchos no saben muy bien para qué va a servir este proceso y lo miran con desconfianza». Sin embargo, este sacerdote de la diócesis de Coria-Cáceres cree que «estamos en un momento histórico en la vida de la Iglesia», por lo que el Sínodo «no puede ser una oportunidad perdida». De hecho, «lo que se está planteando es una Iglesia con una mayor participación, un caminar juntos sin tanta distinción entre curas y lacios, para ponernos a trabajar a una desde nuestra igualdad bautismal», añade.
González Sáiz asegura que «desde que se convocó el Sínodo, en octubre de 2021, está siendo difícil implicar a la gente. No hay una participación masiva y eso es una pena», lamenta, pues «hoy como nunca antes tenemos al alcance de la vista una Iglesia tal como se pensó en el Concilio Vaticano II». Así, si la mirada sinodal saliera adelante «se revitalizarían nuestras iglesias locales y tendría lugar un auténtico despertar». Se trata de una visión «que entusiasma a la gente cuando la conoce bien, y por eso tenemos que esforzarnos ahora en darle voz y que lo que salga de Roma se concrete un día en nuestras parroquias, aunque no será de hoy para mañana», concluye.