El Sínodo de los Obispos marca el rumbo del Año de la fe. La nueva evangelización no es una estrategia, es vida - Alfa y Omega

El Sínodo de los Obispos marca el rumbo del Año de la fe. La nueva evangelización no es una estrategia, es vida

La Iglesia se ha adentrado ya de lleno en el Año de la fe, empujada por el Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización, clausurado el domingo pasado. Ha comenzado un período que, según el deseo de Benedicto XVI, debe renovar a la Iglesia católica en todo el mundo

Jesús Colina. Roma
Una familia participante en el VII Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en Milán el pasado mes de junio.

En cierto sentido, el décimo tercer Sínodo de los Obispos —desde que esta práctica fuera reintroducida con el Concilio Vaticano II— ha sido algo diferente a los anteriores. Quien se esperaba debates para introducir cambios en la doctrina, o en la disciplina de la Iglesia ha quedado decepcionado. La discusión no ha versado sobre la posición moral de la Iglesia sobre cuestiones como la homosexualidad, o el aborto; tampoco se ha hablado de abolir el celibato entre los sacerdotes. En este sentido, y a falta de polémicas, ha sido un Sínodo que ha suscitado poco interés entre los medios de información generalistas.

Lo que no ha sido el Sínodo

Desde que Pablo VI congregara al primer Sínodo, de octubre de 1967, independientemente del asunto a tratar, el interés de la opinión pública siempre se centraba en ese tipo de debates, reales o artificiales, a los que se pueden añadir la situación de los divorciados vueltos a casar, o el del acceso al sacerdocio para las mujeres.

Tampoco ha sido un Sínodo de nuevas estrategias, o de búsqueda de nuevas formas de vivir el cristianismo. Como aclaró el cardenal Donald William Wuerl, arzobispo de Washington y relator general del Sínodo, al presentar las propuestas surgidas de la Asamblea, la nueva evangelización no es una estrategia, sino el modo de ser Iglesia.

La nueva evangelización es un llamamiento a todos en la Iglesia a renovar la fe y el compromiso actual por compartirla.

La Iglesia no es ni actúa como un partido político en campaña electoral. Como aclaró el cardenal Wuerl al concluir la Asamblea, «la nueva evangelización no es simplemente un programa, sino un modo de ver el mundo que nos rodea y una manera de invitar a las personas a adherirse al Evangelio».

De hecho, el mismo Relator reconoció que los obispos han evitado que esta Asamblea se convirtiera en una serie de recetas concretas de nueva evangelización: «Hemos sido cautos a la hora de sugerir cómo un aspecto habría podido funcionar, pues cada Conferencia Episcopal querrá llevar a la práctica la nueva evangelización según las propias tradiciones y según la propia evaluación de la situación específica».

Lo que sí ha sido el Sínodo

El Sínodo, por el contrario, ha ofrecido una contribución decisiva a la reflexión y discernimiento histórico de la Iglesia. Ha presentado con claridad al mundo y a los 1.200 millones de bautizados en el seno de la Iglesia católica la prioridad absoluta: presentar el encuentro con Cristo a aquellas personas que se han alejado de la Iglesia, o que, a pesar de haber nacido en sociedades evangelizadas en el pasado, hoy día son indiferentes al Evangelio.

Éste es el mérito del Sínodo de los Obispos y la meta que se plantea ahora el Año de la fe. Los 262 Padres sinodales han recogido sus conclusiones en 58 propuestas que han sido entregadas al Papa para que, con ellas, elabore el documento final, la Exhortación apostólica postsinodal que verá la luz en los próximos meses. Inicialmente, de los grupos de trabajo lingüísticos habían surgido 326 propuestas, que después fueron unificadas o matizadas para ser coherentemente presentadas. En su pontificado, el Papa ha introducido la práctica de distribuir a la prensa estas propuestas, que antes solían permanecer en el ámbito interno de la relación entre el Papa y los obispos.

Benedicto XVI, en el Aula Pablo VI, viendo el documental Arte y fe, via pulchritudinis, durante los días del Sínodo.

Las primeras propuestas sirven para sincronizar el reloj de la nueva evangelización en la muñeca de todos los obispos y, en general, de los bautizados, evitando así cualquier confusión. En ese sentido, la Propuesta 5 explica que «la nueva evangelización es un tiempo de despertar, de nuevo aliento y de nuevo testimonio de que Jesús es el centro de nuestra fe y de nuestra vida. Es un llamamiento a todo miembro de la Iglesia a renovar la fe y el compromiso actual por compartirla».

Para llegar a los alejados

En particular, los obispos aclaran que lo que hoy diferencia a la Iglesia, respecto a la situación que vivió en tiempos de los primeros cristianos, es el fenómeno de los alejados. Por eso Juan Pablo II introdujo el término de nueva evangelización, que antes no formaba parte del vocabulario eclesial.

La Propuesta 7 subraya que «la nueva evangelización se dirige en especial a aquellos que se han alejado de la Iglesia». Las causas de este fenómeno, obviamente, son de lo más variado; no sólo se trata de las personas que, por opciones de vida personales (malas experiencias personales, escándalos de algún bautizado o sacerdote, posiciones ideológicas…), han decidido dar la espalda a la Iglesia en sus vidas.

Propuestas del Sínodo

• La nueva evangelización «llama a la Iglesia a acercarse a aquellos que están alejados de Dios y de la comunidad cristiana para invitarles, una vez más, a escuchar la Palabra de Dios para encontrar al Señor Jesús de una manera nueva y profunda» (Propuesta 5).

• «Proclamar la Buena Nueva y la persona de Jesús es una obligación de todo cristiano, basada en el Evangelio» (Propuesta 10).

• La correcta interpretación del Concilio Vaticano II «puede responder a la necesidad de renovación exigida por el mundo moderno, permaneciendo fiel al mismo tiempo a la identidad de la naturaleza y misión de la Iglesia» (Propuesta 12).

• «El uso de medios de comunicación social tiene un papel importante para que llegue a cada persona el mensaje de salvación» (Propuesta 18).

• «Es importante para la nueva evangelización que la Iglesia esté presente en todos los campos del arte» (Propuesta 20).

• «La crisis económica actual afecta seriamente a los pobres. La educación en el uso sabio y constructivo de las redes sociales es un medio importante que debe utilizarse en la nueva evangelización» (Propuesta 31).

• «La nueva evangelización debería afrontar los significativos problemas pastorales surgidos en torno al matrimonio, el caso de los divorciados vueltos a casar, la situación de sus hijos, la situación de los esposos abandonados, la de las parejas que viven juntas sin estar casadas, y la tendencia social a redefinir el matrimonio» (Propuesta 48).

• «Las celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud y el Catecismo para los jóvenes Youcat son instrumentos especiales de nueva evangelización» (Propuesta 51).

• «La credibilidad de nuestro servicio al Evangelio sería mucho más grande si superamos nuestras divisiones» entre cristianos de diferentes confesiones (Propuesta 52).

• «El diálogo entre ciencia y fe es un campo vital para la nueva evangelización» (Propuesta 54).

Cada vez más, en particular en el Occidente cristiano, muchas personas nunca han abrazado a la Iglesia, pues nunca han estado en contacto directo con sus comunidades, o con su mensaje, condicionadas por una imagen transmitida por medios de comunicación o ambientes culturales que, con frecuencia, no tiene nada que ver con la realidad.

La Propuesta 8, presentada al Papa por los Padres sinodales, reconoce: «Como cristianos, no podemos permanecer indiferentes al proceso de secularización», es decir, ese mundo que vive como si Dios no existiera. El Sínodo sugiere, en la Propuesta 9, que la Iglesia redacte un Plan pastoral para la Proclamación Inicial del cristianismo, en el que se presente «un encuentro vivo con Jesucristo». Este documento no sólo debe presentar lo esencial sobre la vida y misterio de Jesús, sino que también ofrecerá el testimonio de los grandes misioneros y mártires de la Historia, y orientaciones para la formación de evangelizadores hoy.

Los dos caminos: la razón y la belleza

Como sendas fundamentales para que el hombre contemporáneo pueda acercarse a Jesús, el Sínodo presenta la teología de la credibilidad y el camino de la belleza. La Propuesta 17, que explica la teología de la credibilidad, insiste en buscar una nueva armonía entre fe y razón: «Es necesario no sólo mostrar que la fe no se opone a la razón, sino que también ilumina una serie de verdades y realidades que pertenecen al ámbito de una correcta antropología, que está iluminada por la razón. Entre ellas, destaca el valor de la ley natural, y sus consecuencias para toda la sociedad». En este sentido, el Sínodo alienta a los teólogos a responder a los desafíos intelectuales que hoy se plantea a la Iglesia.

El Papa da la bendición a un grupo de fieles durante el Ofertorio en la Misa de clausura del Sínodo.

La Propuesta 20 presenta el camino de la belleza, recordando que «no es posible amar aquello que no es hermoso». Si es verdad que Dios es la Belleza, entonces se entiende que «la Belleza nos atrae al amor, por el que Dios nos revela su rostro». Si bien el anuncio de la Verdad puede generar reticencias, el anuncio de la Belleza, si es verdadera, sólo puede generar interés.

Campos de acción

El resto de las Propuestas analiza diferentes campos en los que se juega la nueva evangelización. La número 18, por ejemplo, habla de las redes sociales, ese nuevo lugar de encuentro en la era de Facebook: «La educación en el uso sabio y constructivo de las redes sociales es un medio importante que debe utilizarse en la nueva evangelización».

En tiempos de dramática crisis económica, varias de las propuestas del Sínodo subrayan la importancia de la nueva evangelización para las personas a las que la pobreza les está quitando esperanzas de vida: «Hoy no es posible pensar en la nueva evangelización sin la proclamación de la libertad plena de todo lo que oprime a la persona humana», afirma la Propuesta 19. La Propuesta 31 constata que «hoy hay nuevos pobres y nuevos rostros de la pobreza: el hambre, la falta de techo, la enfermedad y el abandono, la droga, la migración y la marginación, los refugiados políticos y ambientales, los indígenas…». Y añade: «La actual crisis económica afecta a los pobres. Entre los más pobres de la sociedad contemporánea se encuentran las víctimas de la gravísima falta de respeto por la inviolable dignidad de la vida humana inocente. La opción preferencial por los pobres nos lleva a salir al encuentro de los pobres y a trabajar con ellos para que se sientan en casa en la Iglesia. Son objeto y protagonistas de la nueva evangelización».

Renovación de la catequesis

Pero si alguien quiere saber, dentro de diez años, para qué ha servido este Sínodo, el mejor consejo que se le podría dar es que analizara la manera en que se vivirá la catequesis. Sin duda, la catequesis —de niños, jóvenes y adultos— ha sido la preocupación más repetida. Al terminar el Sínodo, el Papa anunció que ha decidido encargar la competencia de la catequesis al Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. Este nuevo organismo de la Santa Sede, creación del pontificado de Benedicto XVI, tendrá como objetivo velar porque los programas y métodos sean acordes a los tiempos modernos, en fidelidad al magisterio de la Iglesia.

El Sínodo ha subrayado, en la Propuesta 29, la importancia de los catequistas, «que son al mismo tiempo evangelizadores», y de poner a su disposición una formación a la altura. «El testimonio personal de la fe, en sí mismo, es una poderosa forma de catequesis», afirma.

En la última sesión de trabajo del Sínodo, el pasado sábado, el Papa agradeció a obispos de Camboya o de Noruega sus testimonios, que permiten ver cómo la Iglesia renace en países donde parecía haber perdido sus raíces: «Si bien la Iglesia experimenta vientos contrarios, sin embargo experimenta sobre todo el viento del Espíritu Santo, que nos ayuda y nos muestra el camino adecuado». En estas palabras puede resumirse este Sínodo, que en realidad no termina, sino que ahora empieza, pues ahora llega el momento de ponerlo en práctica.

Sacerdotes, no os adaptéis al pensamiento dominante

La intervención más aplaudida de este Sínodo no la protagonizó un cardenal o un obispo, sino un joven de 23 años. Se trata de Tommaso Spinelli, quien ha participado en esta Asamblea episcopal como auditor. Tommaso vive en Roma, es catequista, y se dedica en particular a preparar a adultos que, en la Ciudad Eterna, piden recibir el Bautismo a la Iglesia católica. En particular, el Sínodo lo aplaudió cuando el muchacho confesó su preocupación más profunda: «El sacerdote ha perdido confianza en la importancia de su propio ministerio, ha perdido carisma y cultura. Veo a sacerdotes que se adaptan al pensamiento dominante. Sacerdotes: os pido la valentía de ser vosotros mismos. No tengáis miedo, porque allí donde seáis auténticamente sacerdotes, allí donde presentéis sin miedo la verdad de la fe, nosotros los jóvenes os seguiremos». El llamamiento tocó el corazón de los obispos, independientemente de su origen geográfico.