El seminario de Molo ya se ha quedado pequeño
En los 54 años de vida de la diócesis de Nakuru (Kenia), un tercio de los 9,5 millones de euros recibidos de OMP han nutrido a las vocaciones nativas, cuya colecta se celebra este domingo
Érase una vez una diócesis que nació en Kenia, en 1968. Se llamaba Nakuru. No tenía nada especialmente significativo: era una más de los 1.117 territorios de misión (un tercio del total de diócesis del mundo) que dependen de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y, en gran medida, del apoyo económico de Obras Misionales Pontificias. Por eso Justo Amado, de OMP España, la eligió como un ejemplo cualquiera de algo que sí es extraordinario: lo que supone esta ayuda en la vida de una diócesis. En el caso de la pequeña y desconocida Nakuru, 9,5 millones de euros.
Todo empezó con la construcción de dos casas para unas religiosas locales. Después llegaron 41 parroquias, once conventos más y diez colegios. Siempre con la condición de que su construcción también contara con la aportación de los católicos de allí. Es una de las señas de identidad de OMP, «clave para que la gente asuma los proyectos como propios» y aprendan que «ellos pueden aportar», en vez de esperar complacientemente dinero de fuera, explica Bonaventure Luchidio, director de Obras Misionales Pontificias en Kenia.
En 54 años, la diócesis ha pasado de un 9 % a un 21 % de católicos, y de dos a más de 100 sacerdotes diocesanos. No en vano, una de las prioridades que planteó la Iglesia local en los primeros años fue, junto con la construcción de la catedral, la de un seminario menor. Se empezó en 1979. Priorizarlo frente a la construcción de un seminario mayor se debe a que «se consideraba el semillero de las vocaciones» que luego nutrirían al mayor, justifica Luchidio. También porque «eran lugares en los que la Iglesia podía educar» a todos los chicos. Inculcándoles «buenos valores cristianos», se los preparaba para cumplir cualquier vocación «en la Iglesia o en el mundo».
En 1983 Nakuru pidió una vez más ayuda a Roma: necesitaba poner en marcha un seminario mayor en Molo. En la actualidad, sirve de propedéutico para las 26 diócesis del país. Con 120 plazas, se ha quedado pequeño y «hay seminaristas que no pueden entrar». Algunos van al seminario diocesano de Cristo Rey en Nyeri, «con capacidad para 100 personas» y único centro diocesano, con todas las etapas formativas. En el resto del país hay un seminario nacional para la Filosofía, y dos para la Teología, además de un seminario regional para toda África oriental, y de los noviciados de los camilos, los misioneros de la Consolata y los jesuitas. «En las diócesis que han ayudado a que se profundice la fe de la gente las vocaciones están floreciendo». En otras regiones, «más marginales, son mínimas», reconoce Luchidio.
Todos los seminarios no religiosos de los territorios de misión, y también algunos noviciados para religiosos y religiosas, subsisten gracias a la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol y su colecta a favor de las vocaciones nativas, que se celebra este domingo. Nakuru ha recibido para este fin, en sus más de 50 años de vida, 3,8 millones de euros (más de un tercio del total de ayudas de OMP). Han servido también para ampliar seis veces los edificios. En la actualidad, de los 25 obispos activos en Kenia, 22 son ya locales y, salvo uno, «formados en nuestros seminarios», celebra.
En 1995, Nakuru dio a luz a otra diócesis, Kericho. «Abarcaba una superficie muy grande, y por el crecimiento de la población se había hecho imperativo dividirla», recuerda el director nacional de OMP. Kericho ha tenido siempre obispos keniatas. El actual, Alfred Kipkoech Arap Rotich, salió precisamente de Nakuru. Además, tanto de Nakuru como del resto del país han partido ya sacerdotes como misioneros a otras partes del mundo. Este domingo, también los católicos de allí contribuirán con lo que puedan a la colecta de vocaciones nativas. «El año pasado, se envió a los seminarios de Sudán del Sur». Pero esa es otra historia.