El rey Felipe recibe al obispo misionero Kike Figaredo
«Hemos hablado de la necesidad de crear puentes de solidaridad entre España y Camboya», dice el jesuita español tras su encuentro con el monarca
«El rey Felipe está muy interesado en hacer visible toda la cooperación entre España y Camboya», afirma a Alfa y Omega Kike Figaredo, obispo español de la prefectura apostólica de Battambang (Camboya), que este viernes ha acudido a la Zarzuela para ser recibido por el rey de España, Felipe de Borbón.
Ha sido «un encuentro muy tranquilo en el que hemos podido hablar de los proyectos humanitarios en Camboya y de la situación del país», afirma Figaredo, quien ha departido con el monarca sobre «el problema de las minas, del desarrollo y de la cooperación internacional, y de todas las posibilidades de crear puentes de solidaridad entre España y Camboya».
La prefectura de Battambang, en la que trabaja el misionero jesuita español, ocupa un territorio que fue duramente castigado por la dictadura comunista de los jémeres rojos en los años 80 del siglo pasado. Durante su régimen se colocaron millones de minas antipersona por todo el país, de las que actualmente se calcula que quedan dos millones por explotar. Debido a ello, aproximadamente 50 personas al mes resultan mutiladas por una de estas minas.
En este contexto trabaja Kike Figaredo desde 1985, operando al principio como voluntario en campos de refugiados, sobre todo en el cuidado de personas con discapacidad. En su centro de formación profesional para personas con discapacidad actualmente estudian 200 jóvenes, y de su empeño en la creación de una economía social en Battambang se benefician hoy más de 80.000 personas. Su campaña a favor de la prohibición de minas terrestres culminó con la firma del tratado internacional de Ottawa en 1997, el mismo año en el que le fue concedido el Premio Nobel de la Paz.
«En Camboya tenemos muchísimos voluntarios españoles, y jóvenes profesionales que con su capacidad prestan mucha ayuda humanitaria y de desarrollo económico», dice Figaredo, quien pide para ellos «dar una visibilidad mayor a su trabajo».
«Cuando empezamos a trabajar allí, Camboya era un país en guerra, sumido en la miseria y con escasez de lo más básico», recuerda el obispo español. «Hoy sigue habiendo mucha pobreza —continúa—, pero seguimos saliendo al encuentro de las necesidades que surgen de una manera sostenible, sobre todo en educación, en sanidad y en desarrollo rural».
Gracias a ello, la labor social de la prefectura «se ha desarrollado muchísimo y llega cada vez a más personas. El nivel de educación se ha extendido y está transformando la sociedad, que poco a poco está saliendo de la pobreza gracias a los propios líderes camboyanos, muchos de ellos incluso personas con alguna discapacidad que forman parte de nuestros equipos. Ahora tienen un itinerario de vida estupendo y se han convertido en personas que están transformando la vida de los demás», concluye.