Jaime Mayor Oreja: «El relativismo detesta a la Iglesia porque es la Verdad» - Alfa y Omega

Jaime Mayor Oreja: «El relativismo detesta a la Iglesia porque es la Verdad»

Hombre de fe, superó hace tiempo los dos miedos que le ha presentado la vida. El físico, de cuando ETA quería pegarle un tiro; y el reverencial, ese que impone la corrección política y por cuyo aro se ha negado a pasar. A quienes ahora le llaman extremista y antidemócrata les recuerda que él defiende los mismos valores que le acompañaban cuando entró en UCD, hace más de 30 años. No es él el que ha cambiado

Rosa Cuervas-Mons
Mayor Oreja, en la presentación en Madrid, en septiembre, de Uno de nosotros

Le otorgan el Premio a la Defensa de la Libertad Religiosa
Creo que es difícil encontrar un mejor colofón en el Parlamento Europeo que recibir este premio, no porque me lo den a mí, sino porque hay que destacar la importancia de la libertad religiosa hoy.

Desde el PPE trabaja en la defensa de la libertad religiosa en terceros países, pero también tiene que vérselas con quien amenaza la libertad dentro de la propia Unión. ¿El enemigo en casa?
Lo más difícil en el Parlamento Europeo es hacer frente al relativismo que existe en el Parlamento Europeo. Hoy se sufre con sangre por ser cristiano en muchos países del mundo. Es una persecución cruenta. Pero en el Parlamento hay una persecución incruenta, una suave tiranía contra las opiniones distintas de la moda dominante en lo que a vida y matrimonio se refiere.

Nos cuentan incluso que algunos parlamentarios que son católicos practicantes esconden su fe al cruzar las puertas de la oficina. Eso sí, cuando se trata de apoyar a cristianos perseguidos fuera de Europa se produce un acuerdo casi unánime. ¿Vive Europa en la dictadura de lo políticamente correcto?
El mejor ejemplo es lo que sucedió el 10 de abril en el Parlamento, durante la audiencia de la iniciativa One of us [un proyecto para la defensa de la vida del no nacido]. Dos meses antes, había tenido lugar la audición de otra iniciativa, relacionada con el agua, que había reunido menos número de firmas que la de One of us. Pasó sin ninguna dificultad. La audiencia del 10 de abril se encontró con una hostilidad manifiesta. No fue una presentación neutral, hubo ataques de oscurantismo, ataques de deseos de imposición de una idea religiosa. Aun así, ésta no es la hostilidad más difícil de combatir.

¿Cuál es?
La que está oculta; escondida en el seno de las instituciones; en el seno de la Comisión Europea. Es una oposición suave en las formas pero que no quiere en modo alguno aceptar las posiciones que en estos temas mantenemos algunos.

¿Qué futuro le espera a la religión en Europa?
La hostilidad y el hostigamiento van a ser crecientes. El relativismo, por esencia, detesta a la Iglesia, porque sabe que la Iglesia es la única institución en la que no debe estar presente, puesto que es esencialmente la verdad. Por eso se instala en instituciones supranacionales como Naciones Unidas o el Parlamento Europeo, donde es más fácil la mentira. Cada día será más difícil defender los valores cristianos.

Hablando de dificultad. ¿Es difícil ser católico y político?
Cada vez más. Hay una moda dominante y un miedo reverencial a esa moda. Llega un momento en la vida en que a uno no le importa que lo tachen de lo que sea, pero para un chico que empieza en la política, tener que hacerlo de manera tan brutal, siendo tachado de dogmático, es muy difícil.

¿Qué consejo daría a ese joven con valores que llega a la política?
Que cuanto antes pierda el miedo reverencial, mejor. Yo he tenido que hacerlo siempre. Era mal vasco porque defendía España, y ahora soy mal demócrata porque defiendo los valores cristianos. Los jóvenes deben ser inteligentes —hay que serlo en política— pero nunca avergonzarse de lo que han aprendido en casa. No tienen que abandonar en la vida pública lo que para ellos es fundamental en la vida privada.

Nos dice que es difícil ser católico y político. ¿Y ser católico y del PP; de este PP?
Yo sé que hoy no te favorece, ni en tu partido ni fuera de tu partido. En el primer Gobierno de la transición había seis miembros de la Asociación Católica de Propagandistas. Yo fui a un homenaje que se les hacía. En ese momento las convicciones religiosas eran un mérito para formar parte de un Gobierno. Hoy son un lastre.

¿Le duelen las críticas al PP por el retraso en la reforma de la ley del aborto, o por ser tibio respecto a algunas cuestiones?
Sin duda. A mí no me gusta esa realidad. Pero no estamos hablando de un problema específico español, sino de las dificultades que hoy tiene para un católico estar en la vida pública.

En corto

¿La fe para usted es?
Lo que todos los días pido que se mantenga hasta el final de mi vida.

¿Su santo preferido?
Siempre he tenido la referencia de Tomás Moro, por lo que sufrió.

¿Su oración preferida?
El Padrenuestro y el Avemaría.

¿Qué pregunta para la que todavía no ha encontrado respuesta le gustaría hacerle a Dios?
El sufrimiento y el dolor que nos dan una impresión de injusticia. ¿Por qué un niño enfermo? Creo que la respuesta la tenemos en el propio Calvario de Cristo.