«El régimen de Irán no solo teme a la oposición sino a todas las mujeres»

«Resuelta y valiente». El activista iraní Karim Lahidji, presidente honorario de la Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH), insiste en describir así a su compatriota Narges Mohammadi, ganadora del Premio Nobel de la Paz 2023. La conoce personalmente, pues la FIDH ayuda al Centro de Defensores de los Derechos Humanos, en el que milita Mohammadi. Por esta lucha, ella «ha sacrificado su vida familiar y poder ver a sus dos hijos», exiliados con su marido en París. Encarcelada trece veces, «cada vez que sale de la cárcel se implica inmediatamente en campañas».

Presa en la temible cárcel de Evin, la nobel se las apañó para hacer llegar a The New York Times un escrito con motivo del premio y del aniversario de la muerte de Jina (Mahsa) Amini, la joven fallecida en septiembre de 2022 a manos de la Policía de la moral por llevar mal puesto el hiyab. Relataba cómo también las presas, entre rejas, «hicimos lo que pudimos para alzar nuestras voces». Como consecuencia, su condena se ha prolongado 27 meses. También en la cárcel se nota la represión del régimen de los ayatolás contra el movimiento Mujer, Vida y Libertad, nacido tras la muerte de Amini. «Nunca había visto tantos nuevos ingresos de mujeres», apuntaba la activista. Muchas han sufrido palizas y agresiones sexuales. Pero «la moral está alta. Algunas decían con extraña tranquilidad que habían hecho testamento antes de salir a las calles». Y terminaba confesando que «al ver los esfuerzos pioneros de las jóvenes y las niñas, siento que mis sueños y objetivos feministas están cerca de hacerse realidad».

El 10 de diciembre, su ausencia en la gala de los Nobel dirá más que cualquier discurso. Existe, con todo, incertidumbre incluso sobre en qué estado se encontrará para entonces. Sufre obstrucción severa en dos arterias cardiacas y elevada presión pulmonar. Pero se ha negado a ponerse el hiyab, condición que le imponen para ingresarla en un hospital. El lunes pasado comenzó una huelga de hambre en protesta. El presidente honorario de la FIDH espera que gracias al Nobel sus actos y palabras «tengan mucha más publicidad» y «atraigan más atención internacional hacia las valientes mujeres iraníes que resisten contra el régimen autoritario» y hacia los presos «menos conocidos».

El impacto será mayor aún al coincidir con el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, que el Parlamento Europeo entregará solo tres días después del Nobel al movimiento Mujer, Vida y Libertad y, simbólicamente, a Amini. La nominación partió de los tres grandes grupos, el Partido Popular Europeo, los Socialdemócratas y Renovar Europa. Nacho Sánchez Amor, coordinador socialista de la Comisión de Derechos Humanos de la Eurocámara, celebra el amplio acuerdo, pues «la defensa de los derechos humanos es un tema transversal».

La situación en Irán «es insostenible» por la discriminación generalizada de la mujer y por la represión, la tortura y las «detenciones y ejecuciones arbitrarias» de disidentes. Prueba de ello es la condena a 13 y doce años de cárcel respectivamente a las periodistas que dieron a conocer el caso de Amini, Nilufar Hamedi, del periódico Shargh Daily, y Elaheh Mohammadi, de Ham Mihan. La sentencia se conoció el 22 de octubre. La historia se repitió el 29, cuando varios periodistas fueron arrestados por informar sobre el funeral de Armita Geravand, la joven de 16 años fallecida el día anterior tras 28 días en coma por la agresión de un agente a causa del velo. Lahidji no considera que su muerte sea un síntoma de que nada ha cambiado. «Al contrario»: que ahora las víctimas sean de este perfil «significa que el régimen no solo teme a la oposición, sino a todas las mujeres. Esto es un cambio en toda la sociedad. Antes o después tendrá que ceder a la voluntad de la gente».