El quinto evangelio - Alfa y Omega

Desde el Concilio Vaticano II han pasado muchas cosas, y nuestro mundo ya no es el que era. El racionalismo radicalizado con ribetes de totalitarismo pasó ya a la Historia, y ahora nos encontramos en lo que se ha dado en llamar el pensamiento débil. Nuestro mundo parece estar de vuelta de todo, el hombre moderno desengañado se ha instalado en el relativismo y se muestra refractario a todo lo que suene a verdades absolutas e intemporales. Esto hay que tenerlo muy presente a la hora de poner en práctica la nueva evangelización.

A veces, los más críticos con la religión son los que más nostalgia sienten de ella. «Dejar morir a Dios —decía Simonne de Beauvoir— es precipitarse en los abismos de la nada». Así lo reconoce Jean Rostand: «He dicho que no a Dios, pero la cuestión vuelve a presentarse siempre. Todos en algún momento echan de menos a Dios, porque es Él y no otro quien representa el punto más alto de las posibilidades humanas». Hasta el mismo Nietzsche, asesino de Dios, dice: «Todos los arroyos de mis lágrimas corren hacia Ti, y la última llama de mi corazón para Ti se abre ardiente».

Nueva evangelización: no se trata tanto de hablar y hablar, cuanto de hacer presente a Dios en el corazón de los hombres de hoy. Se trata de mostrarles que Cristo sigue aún vivo entre nosotros; para ello, los primeros que tenemos que tener esa experiencia hemos de ser nosotros, los cristianos del siglo XXI. Ése sería el quinto evangelio que a los cristianos de hoy nos toca escribir, y que sin duda sería bien acogido por los hombres de nuestro tiempo, después de saber que no pueden ser salvados por la ciencia: la última tabla a la que se habían agarrado. Lo que necesitan es que alguien pueda ayudarles a abrirse a la esperanza, porque sin ella ya no es posible vivir. A este respecto, Martín Descalzo decía que la gran enfermedad de nuestro mundo no es la crisis moral, ni siquiera la crisis de fe, sino la falta de esperanza. ¿Seremos capaces los cristianos de satisfacer estas ansias de la posmodernidad?

Del hombre actual se ha dicho que es un descreído, relativista, materialista, consumista; hedonista…; lo que no se ha dicho es que también es muy perspicaz, que de largo distingue lo que es auténtico de lo que no lo es, y esto hay que tenerlo muy en cuenta al tratar de testimoniar algo. La prueba la tenemos en la última experiencia acaecida en Marsella: el padre Michel María Zanotti Sorkine, que hoy es conocido ya como el nuevo cura de Ars. Este joven párroco está protagonizando una hermosa experiencia aleccionadora; a petición propia, se hizo cargo de una iglesia en Marsella que iba a ser cerrada por falta de fieles, y he aquí que en breve tiempo todo ha cambiado: de tener 50 feligreses ha pasado a 700, las conversiones son constantes y van a más. El secreto lo cuenta él mismo: propiciar el encuentro con Dios en una iglesia de puertas abiertas y confesonarios permanentemente disponibles. Se trata de hacer presente a Dios a través de la entrega generosa y la ayuda a los demás, algo que en nuestro mundo cala hondo. Difícil es convencer hoy con palabras, pero no lo es tanto mover con los ejemplos.

Ángel Gutiérrez Sanz