«¿No es el hijo del carpintero?» - Alfa y Omega

«¿No es el hijo del carpintero?»

Miércoles. San José Obrero / Mateo 13, 54-58

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: Dennis Jarvis.

Evangelio: Mateo 13, 54-58

Fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».

Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta». Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.

Comentario

«¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero?». La gente veía en el oficio de San José una objeción para la sabiduría religiosa de Jesús. Para ellos, alguien que se dedica a la artesanía no puede formar a su hijo en la profundidad del misterio de la vida y del misterio de Dios. La carpintería sería un saber específico, encerrado en su ámbito y desconectado del resto de conocimientos y, sobre todo del conocimiento general de la vida humana y de su nexo con Dios. De tal modo que, el que ha aprendido a hacer mesas o sillas de madera, con ello no ha aprendido nada de la vida humana en general.

Para Cristo esa posición es radicalmente falsa: para Él el trabajo manual está íntimamente relacionado con la creación y salvación del Padre: «Mi Padre siempre trabaja, y yo también» (Jn 5, 17). Es cierto que la relación personal de Jesús con Dios Padre era la fuente principal de su sabiduría y su fuerza milagrosa. Pero eso no significa que el oficio de San José nada tuviera que ver con ello. A través de la paternidad de José, el conocimiento divino de Jesús encontraba su expresión humana en todo trabajo. Por eso Jesús es capaz de comparar el Reino de Dios con infinitas profesiones humanas (sembradores, constructores, pescadores…). «¿Es posible que en la materia se encuentre, tal y como se ofrece al trabajo de los hombres, una propiedad de reflejar la luz? […] por suerte para nosotros, existe una propiedad reflexionante en la materia. Ésta es un espejo empañado por nuestro aliento. Basta con limpiar el espejo y leer los símbolos que están escritos en la materia desde toda la eternidad» (Simone Weil, La condición obrera).