El Proyecto Repara atiende a 85 víctimas en su primer año
La mayor parte de los casos se produjeron en el ámbito intrafamiliar, un total de 35
En el poco más de un año que lleva en marcha, el Proyecto Repara de Madrid ha atendido a 85 víctimas, 75 directas —57 mujeres y 18 hombres— y diez de segundo orden, esto es, familiares. Un total de 64 casos tienen que ver con abusos sexuales, mientras que el resto, once, con abusos de autoridad y de conciencia. Fueron cometidos en el ámbito intrafamiliar (35), el ámbito laico —personas sin vinculación familiar— (13), por consagrados (13), por sacerdotes de la diócesis de Madrid (nueve) y por sacerdotes de otras diócesis (cinco).
De los casos de abusos sexuales, nueve afectan a menores en el momento de la denuncia, todos en el ámbito intrafamiliar y laico. Hay un caso en relación a un sacerdote de la diócesis de Madrid cuya víctima era un menor cuando sucedieron los hechos, si bien solicitó ayuda siendo adulta. Lo mismo que en otras siete situaciones referidas al ámbito de la vida religiosa.
Detrás de estas cifras se esconde, además del dolor de las víctimas, el trabajo que con ellas están llevando a cabo desde el Proyecto Repara en la primera acogida y atención, un área que coordina Lidia Troya. Una tarea que se realiza sin prisas y con una dedicación plena a la persona y en la que es fundamental «creer el relato de la víctima». Es el primer paso.
«Para que la persona se sienta acogida —continúa— es muy importante considerarla como alguien única. También lo es la ausencia de juicio, la empatía, el respeto y la aceptación incondicional. La acogida exige vaciarse de todo contenido propio, para recibir al otro, a quien se escucha, tal como es, en toda su verdad. Y en esa verdad es fundamental creer el relato de las víctimas».
Luego se inicia el proceso que, según las circunstancias, puede incluir asesoramiento jurídico, civil o canónico, acompañamiento espiritual y atención terapéutica. La atención psicológica, detalla Troya, es la más demandada. Se realiza gracias a un amplio equipo de profesionales y se extiende durante cuatro o cinco meses con una sesión por semana: «Es un viaje largo, difícil y doloroso que conlleva una revisión profunda de la propia historia».
Además, en la primavera pasada, también se puso en marcha un grupo de ayuda mutua: «Está haciendo mucho bien a algunas de las víctimas. La compañía de otras personas que han vivido y sufrido lo mismo, la construcción de narrativas de posibilidades y de superación, desde lugares interiores más amables, poco a poco va posibilitando resignificar e integrar el abuso como una experiencia que ni determina ni domina la vida».
«No buscan el escándalo»
En su relación con las víctimas se pone de manifiesto —aseguran tanto Lidia Troya como Olga Belmonte, que es coordinadora del área de formación— que lo que «más necesitan es que se las crea». «No buscan provocar escándalo ni dañar ni vengarse; muy pocas denuncian, ni siquiera dan el nombre del agresor», añaden.
Y han constatado que son muchas las falsas creencias y mitos en torno a este tema tanto en el ámbito intrafamiliar como en el eclesial. «Hemos detectado ideas preconcebidas o distorsionadas, que tienen incluso las propias víctimas, y que añaden más sufrimiento. Por ejemplo, hay quien cree en la remisión espontánea o la sanación por la sola intervención divina o por la fe. Puede ayudar y dar sentido, pero no puede suplir otro tipo de ayuda», añade Troya.
Con todo, creen que a la hora de abordar los abusos de conciencia y sexuales hay que analizar los abusos de poder y añaden que para formar una cultura del respeto, encuentro y cuidado mutuo, «es necesario desterrar la cultura del abuso de autoridad, presente en muchas instituciones, también en la Iglesia».
Otras de las claves de Repara es la formación. En el último año la han recibido el propio equipo de este servicio, así como los voluntarios y colaboradores. También sacerdotes, seminaristas y parroquias que lo han pedido. La última acción en este sentido es el primer curso online, a través de la Escuela de Evangelizadores, en el que están participando 48 personas entre agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas, no solo de España, sino de Latinoamérica.