«El problema de las drogas no se resuelve liberalizándolas» - Alfa y Omega

«El problema de las drogas no se resuelve liberalizándolas»

Francisco dedica su catequesis semanal al tráfico y consumo de estupefacientes, un drama «ante el que no podemos ser indiferentes»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El Papa Francisco durante la audiencia
El Papa Francisco durante la audiencia. Foto: AFP / Filippo Monteforte.

«Una reducción de la dependencia de las drogas no se consigue liberalizando el consumo de drogas, como se ha propuesto, o ya se ha aplicado, en algunos países. Después de haber conocido tantas historias trágicas de toxico-dependientes y de sus familias, estoy convencido de que es moralmente correcto acabar con la producción y el tráfico de estas sustancias peligrosas». Lo ha dicho el Papa Francisco este miércoles durante su catequesis semanal, dedicada a este tema con motivo del Día internacional de la lucha contra el uso Indebido y el tráfico ilícito de drogas.

En el marco de esta jornada, instituida por la Asamblea general de las Naciones Unidas en 1987, Francisco ha recordado las palabras dedicadas por sus predecesores a esta lacra, como cuando san Juan Pablo II afirmó que «el uso indebido de drogas empobrece a todas las comunidades en las que se produce, disminuye la fuerza humana y la fibra moral, mina los valores estimados y destruye la voluntad de vivir y de contribuir a una sociedad mejor». Junto a ello, se ha hecho eco de las declaraciones de Benedicto XVI durante una visita a una comunidad terapéutica: «Digo a los que comercian con la droga que piensen en el mal que están provocando a una multitud de jóvenes y de adultos de todas las clases sociales: Dios les pedirá cuentas de lo que han hecho».

En este sentido, Francisco ha recordado durante su catequesis «cuántos traficantes de muerte hay, movidos por la lógica del poder y del dinero a cualquier precio». Se trata de «una plaga que produce violencia y siembra sufrimiento y muerte», y que «exige un acto de valentía por parte de toda la sociedad».

«La producción y el tráfico de drogas también tienen un impacto destructivo en nuestra casa común», ha abundado Franciso, para quien una «vía prioritaria» de solución «es la prevención, que se hace promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida personal y comunitaria, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro».

El Papa ha recordado también sus visitas a comunidades de recuperación que ha realizado durante sus viajes apostólicos, que son «un testimonio fuerte y de esperanza del compromiso de sacerdotes, consagrados y laicos para poner en práctica la parábola del Buen Samaritano». Del mismo modo, ha valorado «los esfuerzos emprendidos por varias conferencias episcopales para promover una legislación y unas políticas justas en materia de tratamiento de las personas drogodependientes y de prevención para frenar este flagelo».

«Se trata de un problema que nos afecta indistintamente, con independencia de la diversidad de geografías y contextos sociales, culturales, religiosos o etarios», ha explicado, «ante el que no podemos ser indiferentes».

«El Señor Jesús se ha detenido, se ha acercado, ha curado las llagas», ha dicho también de manera gráfica. En este estilo de proximidad, «también nosotros estamos llamados a actuar, a detenernos ante las situaciones de fragilidad y dolor, a saber escuchar el grito de la soledad y la angustia, a inclinarnos para levantar y traer de vuelta a la vida a aquellos que caen en la esclavitud de la droga», ha concluido.