El primer órgano romántico de España busca médico
Los vecinos de Lekeitio (Vizcaya) han creado una asociación para recaudar los 600.000 euros que cuesta la reparación. Si no lo consiguen en tres años, los daños podrían ser irreversibles
La basílica de la Asunción de Santa María, en Lekeitio, se alza imponente ante el duro y bravo mar Cantábrico. Hito y ejemplo importante del gótico tardío en Vizcaya, el templo alberga uno de los retablos —el del altar mayor— más valiosos de toda España, algo menor en tamaño que los de Sevilla y Toledo pero no por ello menos impactante. La belleza que lo adorna va acompañada de un pequeño tesoro que guardan sus paredes: un órgano Cavaillé-Coll de 1854 que necesita ser salvado. Su recuperación está más que justificada porque, junto al monumental Merklin-Schütze de la catedral de Murcia (1857), es un referente para la historia del órgano romántico del país al ser de los primeros que se construyeron dentro de esa estética.
El bello e inconfundible sonido que produce el paso del aire por sus tubos verticales resuena en la bóveda, pero no con la fuerza con la que lo hacía antes. Aunque todavía se hace escuchar en los oficios litúrgicos, «el tiempo ha ocasionado daños en el instrumento y no funciona en toda su capacidad», describe José Agustín Maiz, el párroco de la villa marinera. «Tras los años de servicio sufre fugas de aire en las cajas y en los fuelles de viento, tiene la mecánica deteriorada, los tubos en mal estado, etcétera». En gran medida, el órgano ha perdido su musicalidad. Los vecinos, que lo han oído sonar tantas veces, quieren que respire a pleno pulmón, pero necesita una profunda restauración. Si se espera más tiempo, los daños por el paso del tiempo podrían ser irreversibles. «Precisamente para poder llevar a cabo esta labor hemos creado la asociación Lekeitioko Organoen Lagunak, Amigos del Órgano de Lekeitio», señala Itxaro Mentxaka, famosa mezzosoprano y miembro del grupo, que hace labores de mecenas. «Este órgano es uno de los bienes culturales más importantes del pueblo», explicó Maiz, el párroco, al presentar a los feligreses a esta entidad y sus objetivos.
Revolución desde París
«Este instrumento es el primer órgano romántico que se conoce en la Península ibérica», sostiene Aitor Olea, músico y concertista de Durango que tantas veces lo ha tocado. «Con el de Lekeitio, comienza una revolución que en el siglo XIX cambiaría la mayoría de los órganos de nuestro país», sostiene en su libro Órganos de Vasconia. El banquero parisino José Javier Uribarren (1791-1861), nacido en Lekeitio, lo compró para dotar a la basílica de su Lekeitio natal con el mejor órgano posible para la época. Como residía en París, contrató para esta tarea al mejor organero francés del momento: Aristides Cavaillé-Coll, considerado el precursor y el más importante constructor de órganos románticos. Fue el autor, por ejemplo, del instrumento de Notre-Dame, del de Saint Sulpice y del de Saint-Denis, todos en la capital gala.
Diseñado en 1853, el órgano de Lekeitio estaba compuesto por dos teclados, un pedal de 30 notas y 22 juegos —grupos de tubos con el mismo timbre—. Su coste fue de 2.000 francos y, tras permanecer expuesto durante tres meses en la capital gala, se instaló en el coro de la iglesia lekeitiana, donde aún permanece. Con su instalación, se convirtió en el primero de su género no solo en el País Vasco, sino en todo el Estado español. «Su calidad y sonido causaron tanta impresión que posteriormente numerosas localidades como Bilbao, San Sebastián, Barcelona, Loyola, Azcoitia y Madrid, entre otras, quisieron contar con instrumentos similares», detallan desde la diócesis de Bilbao.
Tras 170 años de servicio, a pesar de haber sido objeto de pequeñas reparaciones, la asociación de Amigos del Órgano de Lekeitio y los responsables del templo buscan los recursos necesarios, tanto entre las instituciones como a nivel privado, para arreglarlo. Han abierto una cuenta bancaria para recaudar fondos y han consultado a equipos de restauración de órganos, como el que se encargó de reparar el instrumento de la catedral del Buen Pastor, en San Sebastián.
Los vecinos del pueblo burgalés de Busto de Bureba quieren volver a escuchar el órgano de su iglesia, San Martín Obispo. El instrumento, que data de finales del siglo XVI, cuenta con 729 tubos de los cuales solo 32 están a la vista. El resto se encuentran en el interior o en una caja. Organizados en la asociación Amigos del Órgano de Busto de Bureba, los 150 habitantes de este pequeño municipio han lanzado una campaña de micromecenazgo con la ayuda de la asociación Hispania Nostra. El objetivo es recaudar 30.000 euros antes del 1 de junio. Para impulsar las donaciones han lanzado la campaña Apadrina un tubo. Con esta iniciativa y por entre 100 y 300 euros, cualquier persona puede patrocinar una tecla, un pedal o un tubo de este órgano barroco. «Si sonaste, queremos que suenes en el futuro», reclaman los lugareños.
Lekeitio acaba de celebrar el primer acto de una campaña de recaudación que se prevé que durará tres años, el tiempo total que llevará al restaurador hacer frente a esta tarea. «El pasado sábado llevamos a cabo en la iglesia un primer concierto que resultó ser especial. Se explicó a la ciudadanía el tesoro que tenemos en el pueblo, la situación actual del mismo y las necesidades para arreglarlo», relata Mentxaka. «Muchos no conocían el valor de nuestro órgano». Asombrada por la respuesta de los vecinos, celebra que «la asociación consiguió llenar la basílica. La acogida de los vecinos que se han implicado ha sido excelente.
Mientras llega el día de la restauración del órgano de Lekeitio, al visitante que llega a las puertas del templo solamente le queda aplicar uno de los consejos del compositor Robert Schumann: «Si pasando delante de una iglesia oyes tocar el órgano, detente y escucha». Quizás solamente conozca así el turista la peculiaridad sonora que la caracteriza.