Como coeditor del best seller Los Simpson y la filosofía, el profesor William Irwin inició esta colección sobre cultura popular (The Blackwell Philosophy and Pop Culture Series) que tiene continuidad en títulos a los que se suma el catedrático Gregory Bassham como El Hobbit y la filosofía, El Señor de los Anillos y la filosofía y The Chronicles of Narnia and Philosophy. Ambos especialistas también rubrican esta publicación dedicada al personaje casi arquetípico del niño mago y huérfano al estilo de Cenicienta (maltratado por tíos y primo pero protegido por un padrino especial), cuyo debut literario en Harry Potter y la piedra filosofal cumplirá dos décadas este recién estrenado 2017.
Son sencillos los planteamientos de este libro de ensayos, que coincide al aterrizar en las estanterías con otro, el octavo, de la saga (la obra teatral Harry Potter y el legado maldito). Partiendo argumentalmente de la heptalogía narrativa inventada por J. K. Rowling y su combate del Bien contra el Mal en el mágico colegio de Hogwarts, el mérito de esta obra consiste más en ser detonante que determinante de reflexiones en el terreno filosófico, consagrada como se halla sin excesivas pretensiones a la provocación de mentes prometedoras que, de momento, se encuentran más acomodadas en el mero disfrute de la ficción que versadas en rumiar lo filosófico o repensar temas como el amor trascendental «dedicado al bien común de toda la humanidad, que no está restringido a las obras literarias de fantasía y héroes imaginarios como Harry Potter, sino que también lo encontramos en héroes de la vida real como Jesús». No importa tanto la posible resignificación de la aventura literaria como el hecho de que el lector joven comience a cuestionarse temas como la muerte, el alma o la virtud.
Sorprende lo tajante del libro en un aspecto que zanja definitivamente toda posible polémica al respecto: la escritora «admite que lo que le sirvió como inspiración para la historia fue su lucha personal por conservar la fe y afirma ser una cristiana cuyas convicciones religiosas, de haberse sabido, habrían convertido en predecible buena parte de la línea argumental». La información se detalla bajo el lema de Rowling como Inkling, donde se apoyan las propias declaraciones de la autora sobre la «gran influencia» que en su pluma ejercieron los Inklings, un grupo de amigos, escritores y académicos cristianos de Oxford del siglo pasado, que se reunían para debatir sobre religión, mitología y literatura, alrededor del maestro de ceremonias C. S. Lewis, con quien Rowling ha confesado tener «una deuda particular, pues atribuye su decisión de escribir siete libros a Las Crónicas de Narnia, una saga de siete tomos que le encantaba de pequeña». No dejan de tener interés ideas como la correspondencia entre el resurgir del personaje del ave fénix del mago Dumbledore con «el rito cristiano del bautismo entendido como una muerte en el pecado y un nuevo renacimiento en la casa de Dios».
William Irwin y Gregory Bassham
Alianza