El periplo más extenuante y largo del Papa Francisco
En Port Moresby los niños rescatados de las garras de la delincuencia por unas monjas valientes llevan meses ensayando su baile tradicional para enseñárselo al Papa. «Están muy emocionados», asegura el secretario de los obispos papúes
Cuando llueve sobre Kaugere, a tan solo tres kilómetros del centro de Port Moresby, todo se convierte en un lodazal negro y pestilente. Pero más que a la insalubridad o a no saber con qué saciar el apetito, en este peligroso asentamiento temen, sobre todo, la crueldad de las pandillas, que campan a sus anchas de espaldas al Gobierno de Papúa Nueva Guinea y gracias al tráfico descontrolado de armas. No hay día ni noche que transcurra sin robos o violaciones. De sus 10.000 habitantes, «solo 300 tienen trabajo. No hay presencia policial y el 80 % de los niños no frecuentan la escuela porque no pueden pagar las tasas. Solo mendigan y vagan sin rumbo todo el día», asegura la hermana Angela Periyanayagam del Sagrado Corazón de Jesús, que con los años se ha granjeado la confianza de sus vecinos. Cada tres meses traspasa, junto con las tres religiosas con las que vive, la línea que separa la seguridad de la delincuencia. «Lo hacemos para convencer a las familias de la importancia de enviar a sus hijos al colegio», asegura.
Los niños que consiguen reclutar reciben clases por la mañana de lunes a jueves de inglés y matemáticas. «Atendemos 110 niños de entre 7 y 14 años. La mayoría provienen de familias desestructuradas. También hay huérfanos. Todos son muy pobres», relata la consagrada india, cuya labor forma parte del Ministerio de la Calle, fundado en la diócesis de Port Moresby en 2010 por su arzobispo, el cardenal John Ribat, el primer papú en formar parte del colegio cardenalicio. «Cuando aprenden a leer y a escribir los matriculamos en la escuela ordinaria», detalla. La educación es clave en un país donde el analfabetismo es un lastre para cuatro de cada diez personas y la violencia está incrustada en la sociedad. «Las mujeres y las niñas experimentan abusos domésticos sistemáticos. Los enfrentamientos tribales también impactan directamente en su seguridad», asegura por su parte el secretario general de la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinea, Giorgio Licini, que se ha encargado de ultimar los detalles de la visita del Papa, la primera que hace a Oceanía. Gracias a su mediación, varios de estos niños, rescatados del asfalto por las monjas, podrán abrazar al Papa este sábado en la Escuela Secundaria Técnica Cáritas. «Llevan meses ensayando un baile tradicional y están muy emocionados», asegura Licini.
Francisco aterrizó el pasado martes en Yakarta, en la isla de Java, conocida como la ciudad que se hunde porque hasta el 40 % de su territorio está por debajo del nivel del mar por culpa del cambio climático y la sobreexplotación de las aguas subterráneas. Un escenario desolador que le servirá para expandir su llamamiento a proteger el planeta. También es la capital del mayor país musulmán del mundo. En Indonesia, los católicos representan menos del 3 % de la población, es decir, ocho millones de personas, frente a 242 millones de musulmanes, el 87 %. Este jueves el Papa preside un crucial encuentro interreligioso en la mezquita Istiqlal, la más grande del sudeste asiático, cuyo nombre significa independencia en árabe: un recordatorio de la guerra contra los colonialistas holandeses que gobernaron el país durante casi 350 años.
Frente a la mezquita se encuentra la catedral católica neogótica de Nuestra Señora de la Asunción de Yakarta. «La proximidad de ambos templos simboliza la coexistencia pacífica de las religiones. Y la construcción del Túnel de la Amistad, que ahora une los dos edificios religiosos, refuerza aún más este ideal de amistad y respeto mutuo», afirma el provincial de la Compañía de Jesús en el país, Benedictus Hari Juliawan, que se reunió con el Papa el pasado miércoles.
La Iglesia católica participa «activamente en el diálogo interreligioso» junto con dos de las organizaciones musulmanas más influyentes, Nahdlatul Ulama y Muhammadiyah, cuya labor fue reconocida recientemente con el Premio Zayed a la Fraternidad Humana. Sin embargo, de vez en cuando se producen «casos de discriminación», especialmente en las instituciones públicas. Diversas fuerzas islámicas de la sociedad «han pedido reiteradamente cambios en la Constitución para favorecer la religión mayoritaria del país. Algunos elementos pequeños y radicales han amenazado con realizar ataques violentos, pero en la mayoría de los casos han fracasado», indica Hari Juliawan. Al encuentro interreligioso asistirán representantes de las seis confesiones oficiales del país —islam, protestantismo, catolicismo, budismo, hinduismo y confucianismo— y también está prevista la firma de un documento conjunto como ya ocurrió en su viaje a Abu Dabi con el documento sobre la fraternidad humana.
La tercera etapa del viaje arrancará en Dili, la capital de Timor Oriental, donde la escuela Irmãs Alma acoge desde el 2008 a niños especiales que no hablan con palabras, sino con el corazón. Como Anna Paola, que nació con una parálisis cerebral y que a sus 10 años da pasitos de forma lenta y errática, o Ewan, que con 10 meses tuvieron que amputarle las dos manos por una malformación congénita. «La enfermedad forma parte de sus vidas, pero no define quienes son», asegura la hermana Martha, que ha hecho de la protección de los más vulnerables su principal vocación. «Mi parte favorita, después de llevar aquí diez años, ha sido ver la cantidad de niños a los que hemos ayudado y sus sonrisas», destaca. El Papa los abrazará uno a uno con ternura y hará suyo su dolor el martes 10 de septiembre. El pequeño país del sudeste asiático acaba de festejar el 25 aniversario del referendo que abrió la vereda para conseguir en 2002 la independencia tras la ocupación de Indonesia. Un trauma todavía sangrante en las nuevas generaciones de timorenses, ya que arrasó una cuarta parte de la población. Francisco celebrará una Misa en la explanada de Tasi-Tolu, zona protegida con tres lagos salados en las afueras de la capital. Se trata de un lugar simbólico donde los soldados indonesios acometían brutales ejecuciones y después enterraban los cuerpos en fosas comunes.
El Pontífice cerrará su viaje en el enclave ultra tecnológico de Singapur, donde reflexionará sobre el desafío que supone la inteligencia artificial para la humanidad. Francisco va a recorrer 32.800 kilómetros y a sumar 44 horas de vuelo en su periplo por Asia y Oceanía, pero no tiene previsto echar el freno. A finales de mes visitará Luxemburgo y Bélgica.
3/9/2024. Yakarta. Indonesia
Los católicos son ocho millones, frente a los 242 millones de musulmanes. Una minoría exigua pero vibrante, cuyo número crece rápidamente. En Yakarta hay hasta 4.000 bautizos de adultos al año y las iglesias están llenas de jóvenes.
6/9/2024. Port Moresby. Papúa Nueva Guinea
Un país multiétnico del Pacífico con más de 800 lenguas indígenas y donde casi toda la población es cristiana: el 26 % son católicos.
San Juan Pablo II ya visitó la isla en 1984 y 1995.
8/9/2024. Vanimo. Papúa Nueva Guinea
El Papa cogerá un vuelo de unos 40 minutos para visitar esta ciudad enclavada en la selva donde viven sin agua potable ni electricidad. Una visita inesperada gracias al sacerdote argentino Martín Prado, miembro del Instituto del Verbo Encarnado.
9/9/2024. Dili. Timor Oriental
Francisco será el primer Papa que visite este país, situado en el extremo oriental del archipiélago indonesio, extremadamente pobre. Es uno de los más católicos —97 % de la población— de la región y la visita ha suscitado gran entusiasmo.
11/9/2024. Singapur
38 años después de san Juan Pablo II, Francisco completará su viaje con una escala de 48 horas en este país cosmopolita y altamente tecnológico de seis millones de habitantes. Es también uno de los países más desarrollados de Asia.