El pastor asesinado en Colombia con su familia «tenía mucho amor a la gente»
Bedel Santor, presidente de la agrupación de comunidades evangélicas a la que pertenecían los Lora Rincón, cree posible que los mataran por error al intentar eliminar a la pareja de un capo del narcotráfico. Subraya que tanto la esposa del pastor como su hija participaban intensamente en su misión
«Esperamos que el Señor nos ayude y se pueda esclarecer el caso». Bedel Santor, presidente del Concilio Iglesias Bíblicas Misioneras (IBM), responde así desde Colombia sobre el asesinato el 29 de diciembre de un pastor evangélico junto con toda su familia en Aguachica (departamento de César).
Marlon Yamith Lora, responsable de la iglesia Príncipe de la Paz, de las IBM; su mujer, Yurlay Rincón; y los hijos, Ángela Natalia y Santiago, estaban almorzando en un restaurante ese domingo cuando dos hombres armados irrumpieron en el local y los tirotearon. Los padres y Natalia murieron en el acto. Santiago luchó por su vida dos días, pero finalmente sucumbió a sus heridas el 31 de diciembre.
—¿Conocía a los Lora Rincón? ¿Cómo eran?
—Eran una familia muy unida. El pastor era una persona muy dedicada y con mucha visión del ministerio, mucho amor a la gente y compromiso con el Señor, la iglesia y la sociedad. Era presidente de su circuito, la agrupación de las Iglesias Bíblicas Misioneras en esa región del país; y hace dos años fue miembro del grupo nacional de intercesores.
—¿Su esposa compartía de alguna forma su ministerio?
—También. Los dos iban a los barrios y hacían programas de evangelización; por ejemplo hace dos años habían empezado un grupo nuevo en San Alberto [otra localidad, a unos 70 kilómetros, N. d. R.]. La hija, Natalia, también estaba muy comprometida con Dios e implicada con la juventud. Ella era la presidenta del ministerio de jóvenes del circuito. Además trabajaba en el Ayuntamiento de Aguachica.
Nada más conocerse el asesinato de los Lora Rincón, la Conferencia Episcopal de Colombiana lamentó «profundamente» lo ocurrido. «Rechazamos la violencia en todas sus manifestaciones y estos atentados a la vida humana, que es un don sagrado del Señor», afirmó en un comunicado Carlos Guillermo Arias, director del Departamento de Promoción de la Unidad y el Diálogo del episcopado.
«Exigimos a las autoridades el esclarecimiento de los hechos y los responsables de este atroz crimen, así mismo la protección y la seguridad a todos los ciudadanos», continúa el texto. Asimismo, subraya la solidaridad de los católicos con los parientes del pastor y con la comunidad cristiana Príncipe de la Paz. Asimismo, las comunidades católicas de Aguachica se sumaron a las protestas por el ataque.
Aguachica es «una zona normal de acá: pobre pero vivible. No es que mataran a alguien cada día o cada 15 días. Pero sí es cierto que se ha incrementado mucho la inseguridad en toda la nación». Santor espera que se conozca la verdad sobre sus muertes, «sea la que sea».
Ahora mismo, los investigadores están trabajando con dos teorías. La primera es que los atacantes podrían haber confudido a Natalia con Zaida Andrea Sánchez Polanco, que según algunos testigos también estaba en el restaurante. Esta mujer era pareja de Alexander González Pérez, alias El Calvo, un presunto capo del narcotráfico hallado muerto dos días antes. Se piensa que es posible que los sicarios quisieran también acabar con ella en un ajuste de cuentas.
El presidente de las Iglesias Bíblicas Misioneras ve viable la hipótesis de la confusión porque «no se conoce otra causa para que los mataran ni situaciones complejas», al menos en su vida pública —«la privada nadie la conoce», admite—.
La otra línea de las pesquisas está relacionada con las amenazas que presuntamente estaba recibiendo en su móvil Natalia, la hija. Según revela El Colombiano, las llamadas procedían de un set de tarjetas SIM utilizadas por presos en la cárcel de Boyacá, un centro de alta seguridad. Las llamadas comenzaron en agosto y se intensificaron en noviembre. Nilson Hernández, primo de la joven, aseguró a Blu Radio que quien la llamó tenía datos de la familia y especialmente de un negocio de venta de camisetas con estampados cristianos. Nunca llegó a denunciar las amenazas.