El papel de las religiones según un fraile, un rabio y un imán
Espacio de diálogo entre las tres grandes religiones monoteístas. Simposio Las religiones en el mundo actual organizado por los dominicos
«El verdadero diálogo es reconocer la diversidad del otro, verlo como una riqueza positiva, no el intentar llegar a mínimos comunes». Estas palabras del dominico fr. Jean Jacques Perennes, describen a la perfección lo que ha sucedido esta martes en el Simposio Las religiones en el mundo actual organizado por los laicos dominicos que ha reunido a representantes de las tres grandes religiones monoteístas: Baruj Garzón, anterior rabino Jefe de la Comunidad Judía de Madrid; fr. Jean-Jacques Pérennès OP, sacerdote dominico especialista en mundo árabe y director de la Escuela Bíblica de Jerusalén; y Riay Tatary, imán de la mezquita Central de Madrid y presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España.
Los tres asistentes se atrevieron a dialogar sobre el papel que juegan las grandes religiones monoteístas en el panorama cultural, político, económico y social actual, respondiendo a temas muy diversos como la violencia en nombre de Dios, la interpretación de los textos sagrados, la interculturalidad, Israel y Palestina… Y lo hicieron con libertad y sinceridad, en un formato de diálogo pionero en nuestro país, como señaló Baruj Garzón.
El acto fue presentado por fray Francisco Rodríguez Fassio, socio del Prior Provincial de la Provincia de Hispania, quien quiso recordar a los «pueblos y víctimas que sufren guerras relacionadas, o aparentemente relacionadas, con la religión». A continuación el acto comenzó con tres breves oraciones, pronunciadas por cada uno de los participantes.
El moderador, el laico dominico Vicente Jara, inició la conversación con una pregunta provocadora: ¿por qué la necesidad de dialogar? ¿acaso el diálogo no puede ser considerado una debilidad? Los tres estaban de acuerdo en el papel esencial del diálogo, que se encuentra en el núcleo de las tres religiones: «cuando dos personas hablan, la presencia divina está en medio, no está con uno ni otro», recordaba Baruj citando textos bíblicos. «Es imprescindible para seguir buscando la verdad. El diálogo no es una oportunidad, es una necesidad», en opinión de Jean-Jacques Pérennès; mientras Tatary se refería al Islam como diálogo que invita al diálogo. Los tres coincidían también en la importancia de la convivencia y la amistad entre miembros de las tres religiones, el conocimiento mutuo y el estudio y la educación, que es lo que permite entablar conversación sobre temas que a veces son difíciles a causa de las heridas del pasado. Pero como recordaba el rabino, «lo que une no es el pasado, sino proyectos de presente a favor de la humanidad».
«¿Este mundo sería mejor sin religiones?», volvía a preguntar el moderador haciéndose eco de lo que en nuestra sociedad no pocos piensan. «En una sociedad vacía de espiritualidad, que se ha quedado sin moral, que ha olvidado su conexión con Dios, las religiones son más necesarias que nunca porque la religión es guardián de la moral, y la espiritualidad es algo innato al ser humano de lo que no podemos prescindir», afirmaba el representante de la comunidad judía. Una y otra vez se ha intentado apartar la religión, pero siempre vuelve porque «la espiritualidad está siempre presente en el ser humano», insistía también Pérennès. Tatary iba más allá al afirmar que: «es el siglo de la fe».
No se obviaron preguntan candentes y de actualidad como el terrorismo «en nombre de Dios». ¿Por qué la casa del Islam no levanta una única voz frente al terrorismo?, preguntaba el laico dominico. Tatary afirmó de manera contundente que el mismo nombre Islam significa paz, «quien mata en nombre de Ala está usurpando la fe islámica. No corresponde a la verdadera fe musulmana». Si la percepción pública es distinta es, en opinión de Tatary, porque los medios de comunicación y los políticos dan voz a personas no especializadas, cuando en el mundo islámico hay un buen número de expertos que podrían manifestar con meridiana claridad el carácter pacífico de la religión musulmana.
Sobre la interculturalidad, los tres confirman el fracaso sobre este tema en occidente. Baruj planteaba, como solución, la recuperación de la familia, recuperación de la autoridad de los padres y maestros para construir una sociedad en que se pueda formar a seres humanos con valores, con derechos y también con deberes. Jean-Jacques Pérennès no compartía la visión tan negativa de la sociedad de hoy, pues aun reconociendo pérdida de valores que habría que recuperar, hay que aceptar y reconocer que hoy también hay nuevos valores como la solidaridad, que van incluso más allá de las religiones y que son muy positivos.
Se trataron otros temas como la libertad de expresión, que tiene que estar unida a un respeto mínimo por las creencias de los demás; sobre la pretensión de reducir lo religioso al ámbito de lo privado; e incluso el tema del conflicto israelí-palestino que puso en evidencia la tensión que pueden suscitar los temas políticos, más aún incluso que los religiosos.
Entre los participantes al simposio se encontraban representantes de las distintas confesiones de las tres grandes religiones monoteístas; miembros de asociaciones y entidades especializadas, así como académicos y especialistas en el diálogo interreligioso y en dichas religiones; autoridades civiles; embajadores y miembros de los cuerpos diplomáticos de los diversos países con mayores implicaciones en escenarios interreligiosos. Tuvieron la oportunidad de participar en el diálogo, haciendo preguntas a los tres ponentes y haciendo sus propias aportaciones.