El Papa y los movimientos populares: las desigualdades disfrazadas de progreso y un «¡estoy con ustedes!»
Las migraciones o la crisis del fentanilo en Estados Unidos fueron algunas de las claves de un largo discurso en el que León XIV ratificó con un «¡estoy con ustedes!» la cercanía de Francisco a los movimientos populares
«¡Estoy con ustedes!», exclamó el Papa León XIV este jueves en solidaridad con los movimientos populares. Durante su cita con los participantes en el V Encuentro Mundial de Movimientos Populares, el Santo Padre denunció las medidas «cada vez más inhumanas» e incluso «celebradas políticamente» contra los inmigrantes para defender las fronteras.
«Los Estados tienen el derecho y el deber de protegerlas», sostuvo. «Pero esto debe equilibrarse con la obligación moral de proporcionar refugio», aseguró durante esta cita, que coincide también con el jubileo de estas organizaciones.
El Santo Padre advirtió de que «cuando se abusa de los migrantes vulnerables no se está ejerciendo la soberanía nacional de manera legítima». Al contrario, «se están cometiendo o tolerando graves delitos por parte del Estado». El cristianismo, en cambio, se refiere al Dios amor, que nos hace a todos hermanos y hermanas y nos pide que vivamos como tales», subrayó.

«Daños colaterales»
En un largo discurso en el que aunó palabras de ánimo con la denuncia de muchas realidades, el Santo Padre puso el foco en una «mala gestión» que «genera y acrecienta las desigualdades bajo la apariencia de progreso». Esto genera múltiples «daños colaterales». El primero, el cambio climático que sufren más «siempre los más pobres», ya sea porque el agua arrasa «lo poco que tienen» o porque sus tierras y producción son víctimas de la «desertificación».
También denunció la «ambigüedad» de la industria farmacéutica. Por ejemplo, la interpretación reductiva del dolor «puede llevar a la dependencia de la ingesta de analgésicos», que les generan importantes beneficios. «Consideremos, por ejemplo, el fentanilo, la droga de la muerte, la segunda causa principal de muerte entre los pobres» de Estados Unidos. En un sentido similar, «la proliferación de nuevas drogas sintéticas, cada vez más letales, no es solo un delito cometido por los narcotraficantes, sino una realidad relacionada con la producción de drogas y su lucro, carente de una ética global».

Otro problema que denunció el Pontífice fue el desarrollo de las telecomunicaciones basado en la extracción de minerales del subsuelo de países pobres. En la República Democrática del Congo, obtener coltán «depende de la violencia paramilitar, el trabajo infantil y el desplazamiento de población».
O el litio, cuya minería supone «una grave amenaza para la soberanía y la estabilidad de los estados pobres». Hay empresarios y políticos «alardeando de promover golpes de Estado y otras formas de desestabilización política» solo para apoderarse de él.
Tierra, techo y trabajo
Por otro lado, el Santo Padre consideró «alentador» que los movimientos populares, las organizaciones de la sociedad civil y la Iglesia se enfrentan a estas nuevas formas de deshumanización. Reivindicó que fue «nuevo» y también «bueno» izar hace diez años en el Vaticano la bandera de estos movimientos, con su lema Tierra, techo y trabajo. Aludía así al primer Encuentro de Movimientos Populares, convocado por el Papa Francisco.
«Haciéndome eco de las peticiones de Francisco, hoy digo: tierra, techo y trabajo son derechos sagrados, por los que vale la pena luchar». E insistió: «Quiero que me escuchen decir: “¡Estoy con ustedes!”, “¡estoy con ustedes!”». En esta línea, aseveró que «alimentar a los hambrientos, dar cobijo a los sintecho, socorrer a los náufragos, cuidar a los niños, generar empleo, facilitar el acceso a la tierra y construir viviendas» no es ideología. Significa «vivir realmente el Evangelio».