El Papa vuelve a denunciar la «monstruosidad de la guerra»
Francisco ha aprovechado la presencia de unos niños ucranianos en la audiencia general para renovar «nuestras oraciones para que se detenga esta crueldad salvaje»
La audiencia general de este miércoles estuvo marcada por la presencia de un grupo de niños ucranianos, que han sido acogidos por varias fundaciones italianas en colaboración con la Embajada de Ucrania ante la Santa Sede. El Papa quiso saludarlos personalmente y, «con este saludo a los niños –dijo–, también volvemos a pensar en esta monstruosidad de la guerra y renovamos nuestras oraciones para que se detenga esta crueldad salvaje que es la guerra».
Previamente, durante la catequesis, el Pontífice se había referido a otro niño, al Niño Jesús, que es reconocido en el templo por los ancianos Ana y Simeón. «Su razón de vida, antes de despedirse de este mundo, es la espera de la visita de Dios. Simeón sabe, por una premonición del Espíritu Santo, que no morirá antes de haber visto al Mesías». De esta forma, el encuentro «colma de consuelo su larga espera y serena su despedida de la vida».
A raíz de esta historia, el Santo Padre ha asegurado que «la fidelidad de la espera afina los sentidos». Pero es una obra del Espíritu Santo, que «agudiza los sentidos del alma» a pesar de «los límites y las heridas de los sentidos del cuerpo». Y hoy más que nunca, ha subrayado el Papa, «necesitamos una vejez dotada de sentidos espirituales vivos y capaz de reconocer los signos de Dios».
Sociedad inconsciente
Paralelamente, Francisco ha denunciado que «la anestesia de los sentidos espirituales es un síndrome generalizado en una sociedad que cultiva la ilusión de la eterna juventud, y su rasgo más peligroso está en el hecho de que esta es mayoritariamente inconsciente».
Cuando esto ocurre, el riesgo no se centra únicamente en el «pensamiento de Dios o de la religión». La insensibilidad de los sentidos espirituales se refiere también «a la compasión y la piedad, la vergüenza y el remordimiento, la fidelidad y la entrega, la ternura y el honor, la responsabilidad propia y el dolor por el otro».
De esta forma, «una sociedad que ejerce principalmente la sensibilidad por el disfrute disminuye la atención a los frágiles y prevalece la competencia de los vencedores». La solución se encuentra en los ancianos, cuya «sensibilidad espiritual es capaz de abatir la competición y el conflicto entre las generaciones de forma creíble y definitiva».
Durante los saludos en las diferentes lenguas, el Pontífice ha querido hablar de su próximo viaje a Malta, donde «fue acogido el apóstol Pablo» y donde «yo mismo seré peregrino». De esta forma, el viaje «será una oportunidad para ir a las fuentes del anuncio del Evangelio, para conocer a la gente de una comunidad cristiana con una historia milenaria y viva».
El Santo Padre conocerá «a los habitantes de un país todavía hoy empeñado en la acogida de tantos hermanos y hermanas en busca de refugio».