El Papa urge a «revalorizar la Palabra divina en la Iglesia» - Alfa y Omega

El Papa urge a «revalorizar la Palabra divina en la Iglesia»

Benedicto XVI publicó, el 11 de noviembre, la esperada exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, el documento más importante sobre la Biblia escrito en los últimos 45 años, tras la constitución dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II

Jesús Colina. Roma
Benedicto XVI, en la Misa inaugural del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, en la basílica romana de San Pablo Extramuros, el 5 de octubre de 2008.

Es posible que el lector en cuyas manos caiga la exhortación apostólica postsinodal Verbum domini, este manejable documento de doscientas páginas, según la tipografía vaticana, que también puede descargarse en la página web del Vaticano, no perciba inmediatamente todo el trabajo que implica. El Papa lo ha redactado recogiendo las 55 propuestas que surgieron del Sínodo de los Obispos del mundo dedicado a La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia.

En aquella cumbre episcopal, que se celebró a lo largo de tres semanas del mes de octubre de 2008, 253 padres sinodales, 41 expertos y 37 oyentes reflexionaron sobre cómo es posible alcanzar una relación personal con Cristo a través de la Escritura, así como ayudar a los creyentes a leer y meditar la Biblia, tanto en privado como en grupo. La mole de intervenciones se había basado en un amplio documento de trabajo que era la síntesis de un sondeo mundial lanzado por la Secretaría General del Sínodo entre todas las diócesis.

Verbum domini, en diez frases
  • «La fe cristiana no es una religión del Libro: el cristianismo es la religión de la palabra de Dios, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo» (n. 7).
  • «Es la tradición viva de la Iglesia la que nos hace comprender de modo adecuado la Sagrada Escritura como Palabra de Dios» (n. 17).
  • «Es decisivo desde el punto de vista pastoral mostrar la capacidad que tiene la palabra de Dios para dialogar con los problemas que el hombre ha de afrontar en la vida cotidiana» (n. 23).
  • «Se requiere que los predicadores tengan familiaridad y trato asiduo con el texto sagrado; que se preparen para la homilía con la meditación y la oración, para que prediquen con convicción y pasión» (n. 59).
  • «La actividad catequética comporta un acercamiento a las Escrituras en la fe y en la tradición de la Iglesia, de modo que se perciban esas palabras como vivas, al igual que Cristo está vivo hoy donde dos o tres se reúnen en su nombre» (n. 74).
  • «La Lectio divina es verdaderamente capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la palabra de Dios sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente» (n. 87).
  • «Muchos hermanos están bautizados, pero no suficientemente evangelizados. Con frecuencia, naciones un tiempo ricas en fe y vocaciones van perdiendo su propia identidad, bajo la influencia de una cultura secularizada. La exigencia de una nueva evangelización, tan fuertemente sentida por mi venerado predecesor, ha de ser confirmada sin temor, con la certeza de la eficacia de la Palabra divina» (n. 96).
  • «La Palabra de Dios llega a los hombres por el encuentro con testigos que la hacen presente y viva» (n. 97).
  • «En el contexto actual, es necesario más que nunca redescubrir la palabra de Dios como fuente de reconciliación y paz, porque en ella Dios reconcilia en sí todas las cosas: Cristo es nuestra paz, que derriba los muros de división» (n. 102).
  • «En el mundo de Internet, que permite que millones y millones de imágenes aparezcan en un número incontable de pantallas de todo el mundo, deberá aparecer el rostro de Cristo y oírse su voz, porque, si no hay lugar para Cristo, tampoco hay lugar para el hombre» (n. 113).

Verbum domini no es sólo una síntesis sin precedentes, por parte de un Papa, sobre la reflexión de un lustro a nivel mundial dentro de toda la Iglesia, sino que, además, está realizada por un Papa que fue durante años presidente de la Pontificia Comisión Bíblica, y que está tan convencido del impacto que tiene para la fe la interpretación de la Biblia, que en marzo publicará su segundo volumen sobre Jesús de Nazaret, una obra teológica y exegética única en la pluma de un obispo de Roma.

Este documento del Papa se había hecho necesario para la Iglesia universal, pues, como constató uno de los más grandes biblistas contemporáneos, el inminente cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, el redescubrimiento de la Biblia «tuvo un papel fundamental en la renovación conciliar». Ahora bien, con el tiempo se notaba «un cierto descuido, una rutina». Y esto ha dado lugar a dos extremos opuestos: por una parte, se constata un «genérico espiritualismo», dice monseñor Ravasi, una falta de contacto directo con el texto bíblico; por otra, son comunes «áridos tecnicismos por parte de los especialistas» capaces de aburrir al creyente más convencido. Por este motivo, el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, explicó, al presentar el documento, que esta situación ha provocado «un déficit que hay que llenar en la vida espiritual del pueblo de Dios». Y Benedicto XVI afronta directamente el desafío, ya desde la introducción del documento postsinodal, donde confiesa: «Deseo indicar algunas líneas fundamentales para revalorizar la Palabra divina en la vida de la Iglesia, fuente de constante renovación, deseando al mismo tiempo que ella sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial», escribe.

Superación de malentendidos

«En un mundo que considera con frecuencia a Dios como algo superfluo o extraño», asegura el Papa en la introducción de Verbum domini, «no hay prioridad más grande que ésta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante». La exhortación afronta este objetivo, ante todo, aclarando malentendidos entre términos como Biblia, Escritura o palabra de Dios. Subraya que «la fe cristiana no es una religión del Libro: el cristianismo es la religión de la Palabra de Dios», no de «una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo».

Otro de los malentendidos que logra desenmascarar el documento postsinodal es el de la relación entre la Biblia y la Iglesia. En general, sobre todo en las comunidades evangélicas, pero incluso entre católicos, se olvida que la Iglesia es anterior a la redacción de la Biblia, y que los autores inspirados fueron los primeros miembros de la comunidad eclesial. Por eso, asegura el Papa, si se quieren evitar interpretaciones fundamentalistas, hay que tener en cuenta que «es la Tradición viva de la Iglesia la que nos hace comprender de modo adecuado la Sagrada Escritura como palabra de Dios».

Responde así el documento a otra de las preguntas que se hace la gente: ¿cómo puede ser la Biblia palabra de Dios, si sus autores son hombres de carne y hueso? Verbum domini responde a esto que «la Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo». Ahora bien, reconoce también la intervención humana. Es decir, «se reconoce toda la importancia del autor humano, que ha escrito los textos inspirados y, al mismo tiempo, a Dios como el verdadero autor». Por eso muestra cómo, si los biblistas olvidan al analizar el texto que es palabra de Dios, entonces su servicio a la comunidad eclesial perdería sentido.

Renovación para la Iglesia

El Papa, con Verbum domini, trae una auténtica renovación para la Iglesia basada en propuestas muy concretas, que van desde la necesidad de lograr que finalmente la Biblia se traduzca a todos los idiomas, hasta la urgencia de mejorar las homilías de los sacerdotes en la Santa Misa, basándose e inspirándose en la palabra de Dios, y no en elucubraciones o teorías ideológicas que sólo aburren a los fieles. El Santo Padre pide que «los predicadores tengan familiaridad y trato asiduo con el texto sagrado; que se preparen para la homilía con la meditación y la oración, para que prediquen con convicción y pasión».

En la misa inaugural del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, el Papa besa el Libro de la Sagrada Escritura.

Otra de las propuestas más importantes de este documento, como lo fue del Sínodo de los Obispos, es la Lectio divina, es decir, no sólo la lectura, sino sobre todo la palabra de Dios, la oración basada en la Biblia, una práctica «capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la palabra de Dios, sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente». La Lectio divina es particularmente fecunda cuando se realiza en pequeños grupos, de manera que, para saber si la renovación traída por el Papa tiene éxito, bastará responder en el futuro próximo a una pregunta: ¿cuántas parroquias y comunidades proponen la Lectio divina u otros métodos afines de meditación en la Palabra?

Verbum domini se convierte en un nuevo instrumento para la nueva evangelización, objetivo central de los dos últimos pontificados, pues, como dice Benedicto XVI, «muchos hermanos están bautizados, pero no suficientemente evangelizados. Con frecuencia, naciones un tiempo ricas en fe y vocaciones van perdiendo su propia identidad, bajo la influencia de una cultura secularizada». Y la nueva evangelización, concluye, pasa por el testimonio, pues «la palabra de Dios llega a los hombres por el encuentro con testigos que la hacen presente y viva».