El Papa siente «dolor y vergüenza» por las muertes en el Mediterráneo - Alfa y Omega

El Papa siente «dolor y vergüenza» por las muertes en el Mediterráneo

Ha recordado el naufragio que ha costado la vida a 41 personas y ha pedido esfuerzos políticos y diplomáticos para poner fin a estas tragedias

Ángeles Conde Mir
El Papa ha rezado el ángelus acompañado por unas 15.000 personas
El Papa ha rezado el ángelus acompañado por unas 15.000 personas. Foto: CNS / Vatican Media.

A la pequeña isla italiana de Lampedusa, que está más cerca de las costas africanas que de la península itálica, no dejan de llegar precarias embarcaciones llenas de almas desesperadas que probablemente hace meses, e incluso años, salieron de sus hogares para emprender un viaje de la esperanza.

Estos días se está registrando un récord en el centro de acogida de la isla que está al cuádruple de su capacidad, preparado para unas 400 personas ha alcanzado picos de 2.500. Las autoridades italianas están constantemente trasladando a personas migrantes a la península para reubicarlas en otros centros de acogida.

Pero no todos han tenido la suerte de llegar a tierra. La semana pasada una patera salió de Sfax, en Túnez, y tras su terrible odisea, solo 4 de los 45 pasajeros llegaron a destino. 41 personas han desaparecido, ya se dan por muertas, en otra nueva tragedia que el Papa Francisco ha evocado este domingo durante el rezo del Ángelus.

«Queridos hermanos y hermanas. Otro trágico naufragio ha sucedido hace algunos días en el Mediterráneo. 41 personas han perdido la vida. He rezado por ellos. Y con dolor y vergüenza tenemos que decir que desde principios de año ya casi 2000 hombres, mujeres y niños han muerto en este mar intentando alcanzar Europa. Es una herida abierta en nuestra humanidad. Animo los esfuerzos políticos y diplomáticos que buscan sanarla en un espíritu de solidaridad y fraternidad, como el compromiso de los que operan para prevenir los naufragios y socorren a los navegantes», ha dicho el Santo Padre en tono serio.

Ucrania, Camerún y Hawái

Tampoco este domingo se ha olvidado de «la martirizada Ucrania» y ha pedido oraciones por otro país sumido en una guerra olvidada como es Camerún, donde la Iglesia católica ha convocado una peregrinación para pedir, por intercesión de la Virgen, que Dios «sostenga la esperanza del pueblo que sufre desde hace años y abra vías de diálogo para alcanzar la concordia y la paz». Además, y como hizo a través de un telegrama, el Papa ha asegurado de nuevo su oración por las víctimas de los incendios en Hawái.

Invocar y acoger a Jesús

Según al Gendarmería vaticana, unas 15.000 personas han acompañado al Pontífice en el rezo de la oración mariana. Antes, Francisco ha impartido una breve catequesis explicando el sentido del Evangelio de la jornada, cuando Jesús, en medio de la tempestad de noche, camina sobre las aguas. El Santo Padre ha asegurado que con este prodigio Jesús quiere transmitirnos que está a nuestro lado y que ningún mal o nada que nos asuste tiene más poder que Él. Por eso, nos dice «ánimo, no temas» porque ya no estamos solos en las aguas agitadas de la vida.

Las dificultades como lugar de salvación

«El Señor sabe que la barca de la vida, así como la barca de la Iglesia, está amenazada por vientos contrarios y que el mar sobre el que navegamos a menudo está agitado. Lo sabe el Señor. Él no nos salva del cansancio de la navegación, es más el Evangelio lo subraya, impulsa a los suyos a partir: es decir, nos invita a afrontar las dificultades, para que también estas se conviertan en lugares de salvación, ocasiones para encontrarle a Él. El, de hecho, en nuestros momentos de oscuridad viene a nuestro encuentro, pidiendo ser acogido, como esa noche en el lago», ha indicado Francisco que ha insistido en que cuando el miedo nos atenaza hay que «invocar y acoger a Jesús».

Así, el Papa, como hace habitualmente, ha dejado unas preguntas para la reflexión personal: «En los miedos ¿cómo me comporto? ¿Voy adelante solo con mis fuerzas o invoco al Señor con confianza? ¿Y cómo va mi fe? ¿Creo que Cristo es más fuerte que las olas y que los vientos adversos? Pero, sobre todo: ¿navego con Él? Nunca solo siempre con Jesús ¿Lo acojo, le hago sitio en la barca de la vida, le confío el timón?».