Francisco se pregunta si queremos que la IA escape al control de la raza humana
Ha recibido a la Fundación Centesimus Annus que ha celebrado en Roma su reunión anual reflexionando sobre este desafío tecnológico
De nuevo el Papa Francisco ha pronunciado un discurso sobre la inteligencia artificial como hiciera hace una semana durante la cumbre del G7. En esta ocasión ha sido juntos a los miembros de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice, cuyo encuentro anual en Roma ha versado sobre esta cuestión bajo el título «La Inteligencia Artificial y el paradigma tecnocrático: como promover el bienestar de la humanidad, el cuidado de la naturaleza y un mundo de paz». Expertos de distintos países y disciplinas se han dado cita para analizar los desafíos y oportunidades que abre esta tecnología.
El Pontífice ha recordado que la inteligencia artificial influye de muchas formas en la economía y la sociedad y que puede tener un impacto negativo en las relaciones entre países comprometiendo la estabilidad internacional. Francisco ha apreciado el encuentro de la Centesimus Annus por analizar el impacto de la IA desde un enfoque multidisciplinar.
Para el Papa, muy preocupado por la utilización de la inteligencia artificial, es fundamental que se alcancen «modalidades éticamente correctas para el desarrollo, uso y gestión» de la IA, es decir, una algorética. Como recordó al G7 reunido en Italia, es necesario que la inteligencia artificial sea siempre una herramienta controlada por los seres humanos y que tenga en el centro el bienestar del ser humano.
Así, ha advertido de las posibles consecuencias nefastas de un uso irresponsable de esta tecnología: «La IA podría reforzar el paradigma tecnocrático y la cultura del descarte, las diferencias entre las naciones avanzadas y las que están en vías de desarrollo, la concesión a las máquinas de decisiones esenciales para la vida de los seres humanos». También ha insistido en el papel de la política como garante de un uso ético de la inteligencia artificial. Para ello, ha instado de nuevo a los gobernantes a que asuman medidas concretas para que el progreso tecnológico vaya pro de «la fraternidad universal y la paz».
De lo contrario, y retomando unas palabras del científico Stephen Hawking, la IA podría escapar del control de la raza humana. El Papa se ha preguntado «si esto es lo que queremos» como humanidad.
«La pregunta de fondo que os habéis hecho es esta: ¿Para qué sirve la IA? ¿Sirve para satisfacer las necesidades de la humanidad, para mejorar el bienestar y el desarrollo integral de las personas o sirve para enriquecer y aumentar el ya elevado poder de unos pocos gigantes tecnológicos pese al peligro que supone para la humanidad? Esta es la pregunta de base», ha dicho Francisco.
Ha explicado asimismo que la respuesta a esta pregunta depende de factores como el control de lo que se hace usando la Inteligencia Artificial, por ejemplo, estimulando aquello que favorece el progreso de la humanidad y limitando o prohibiendo lo que produce efectos indeseados. Ante el G7 abogó por la prohibición de las armas letales autónomas.
Para el Pontífice, la educación es otro elemento crucial. Ha sugerido que desde el ámbito educativo y de la comunicación se ponga en marcha un proceso de concienciación sobre el uso de esta tecnología para fomentar la capacidad crítica.
Francisco ha advertido de que es necesario ser vigilantes sobre el empleo de la Inteligencia Artificial en el mundo del trabajo o en el de la seguridad y la privacidad de las personas. Además, ha insistido en que «no podemos aceptar que las capacidades relacionales o cognitivas de las personas se reduzcan o condicionen por un instrumento tecnológico, es decir, por parte de quien detenta su posesión y uso». Por último, ha recordado la gran cantidad de energía que se usa para desarrollar la IA cuando «la humanidad está afrontando una delicada transición energética».
El Papa ha deseado que en la utilización de innovaciones tecnológicas prime «la dignidad humana, el desarrollo, el bienestar, la convivencia pacífica y que se proteja los menos favorecidos». «Y esto requiere de un ambiente normativo, económico y financiero que limite el poder monopolístico de unos pocos y permita el desarrollo en beneficio de toda la humanidad».
No ha querido despedirse de la Centesimus Annus sin antes dejar a sus invitados «una provocación». El Papa les ha planteado si es correcto seguir usando la palabra «inteligencia» para definir esta tecnología porque no es propiamente inteligencia. «Pensémoslo y preguntémonos si el usar impropiamente esta palabra tan importante, tan humana, no es ya una cesión al poder tecnocrático».