El Papa recibe a los supervivientes de la tragedia de Lampedusa
El Santo Padre se reunió ayer con una veintena de supervivientes del naufragio en el que murieron 350 personas, en octubre de 2013, frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa. El Papa…
El Santo Padre se reunió ayer con una veintena de supervivientes del naufragio en el que murieron 350 personas, en octubre de 2013, frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa. El Papa Francisco recibió a las víctimas, junto a algunos familiares, en audiencia privada en el Vaticano.
«A veces, cuando se cree que se ha llegado a puerto, se producen situaciones durísimas. Se encuentran puertas cerradas y no se sabe dónde ir. Pero hay muchas personas que tienen el corazón abierto para vosotros. La puerta del corazón es la más importante en estos momentos», les dijo. Y pidió a los europeos que «abran esa puerta del corazón» para comprender mejor el drama de la inmigración.
En el encuentro, que ha tenido lugar un año después de que sucediera la mayor catástrofe marítima del Mediterráneo, los asistentes han pedido ayuda al Papa Francisco para que levante su voz y que nadie sea obligado a huir de su tierra y «para que nadie tenga que arriesgar su vida en la larga travesía que separa sus países devastados por la violencia de la Europa de paz». También le han agradecido el apoyo brindado a los inmigrantes y refugiados, según ha informado la Santa Sede. El Pontífice, ante ellos, ha reconocido lo difícil que es encontrar las palabras ante este tipo de tragedias, y ha afirmado que lo más bonito es «estar cerca» para ayudar.
Un familiar de una de las víctimas leyó una carta, en la que pedía, entre otras cosas, que sean identificadas las tumbas sicilianas donde están enterrados los cadáveres recuperados en el mar. «La incertidumbre y la distancia no nos ayudan a superar el trauma», reconocían en la misiva. «Muchos no sabemos dónde han sido enterrados nuestros seres queridos. No sabemos dónde ir a llorar».
Uno de los jóvenes, en representación de todos, regaló al Papa una camiseta -como la que llevaban todos puesta- con una ilustración de una familia de inmigrantes dentro de una botella y una frase: «Proteger a las personas, no las fronteras», además de un cuadro con fotos de sus familiares.
El grupo estaba compuesto por 37 personas, todos eritreos y llegados de países como Alemania, Suiza, Noruega, Holanda y Dinamarca, donde consiguieron llegar e instalarse después de la tragedia.
El pasado 8 de julio, el Papa viajó a la isla de Lampedusa para rendir homenaje a los que perdieron la vida en las travesías. Allí pronunció las tan reconocidas palabras de «la globalización de la indiferencia» y se preguntó «¿quién llora por estos hermanos?».
En el Mensaje para la Jornada Mundial del Refugiado, que tendrá lugar el próximo 18 de enero y tiene como lema Iglesia sin fronteras, madre de todos, el Papa pide acciones más eficaces para frenar «el tráfico vergonzoso y delictivo de seres humanos». Y afirma que a la globalización del fenómeno migratorio se debe responder con «la globalización de la caridad y de la cooperación para que se humanicen las condiciones de los inmigrantes».