El Papa propone una «revolución de la ternura»
Francisco ha dado el primer paso al encontrarse al final de la audiencia con el periodista Luis Flores y su mujer, quienes hace justo un mes perdieron a sus dos hijas, Antonella y Lorena, de 19 y 23 años, en un accidente de tráfico
«Dios no se ha asustado de nuestros pecados, de nuestros errores, de nuestras caídas, sino que se asusta por el cierre de nuestro corazón, de nuestra falta de fe en su amor». Lo ha asegurado el Papa durante una audiencia que ha dedicado a reflexionar sobre la figura de san José como padre en la ternura.
En este sentido, Francisco ha subrayado que «hay una gran ternura en la experiencia del amor de Dios» y que «hacer cuentas con Dios es algo bello, porque, cuando comenzamos a pedir perdón, Él nos abraza». Así, ha reivindicado «el sacramento de la Reconciliación» y ha recordado que «Dios perdona siempre. Metan bien esto en la cabeza y en el corazón».
Rezar por los presos
Por último, el Pontífice ha insistido en la necesidad de «una revolución de la ternura». Sin ella, «corremos el riesgo de permanecer presos en una justicia que no permite levantarnos fácilmente y que confunde la redención con el castigo».
El Santo Padre ha concluido la audiencia general recordando «de forma particular a nuestros hermanos y a nuestras hermanas que están en la cárcel». «Recemos por ellos». Es justo «que quien se ha equivocado pague por su error, pero es igualmente justo que quien se ha equivocado pueda redimirse del propio error. No puede haber condena sin una ventana de esperanza».
Accidente de tráfico
Después de hablar de ternura durante casi media hora, Francisco ha podido ponerla en práctica al saludar al periodista Luis Flores y a su mujer, que hace justo un mes, el 19 de diciembre, perdieron a sus dos hijas, Antonella y Lorena, de 19 y 23 años, en un accidente de tráfico sucedido en Roma.
El Pontífice «ha dedicado un espacio a nuestro sufrimiento en un día como el de hoy en el que se cumple un mes de la perdida de nuestras hijas. Nos ha llenado de resignación y fuerza y nos ha dicho de tener mucha sabiduría para honrar a nuestras hijas. Se le veía muy emocionado», ha contado el periodista a ECCLESIA.
«El Papa es una persona muy tierna, muy humana y ha entendido la dificultad que estamos viviendo. Ha bendecido la foto de nuestras hijas y nos ha regalado un obsequio para mí y para mi esposa. Creo que es un rosario».
Por un lado, el tifón Rai que ha asolado el corazón de Filipinas: al menos 400 muertos, decenas de desaparecidos y ocho millones de personas afectadas en once regiones, según datos de la ONU. Por otro, la llamada frontera de la vergüenza, la situada entre Bielorrusia y Polonia, donde los inmigrantes varados durante meses siguen muriendo sin que ni siquiera los medios de comunicación informen de su tragedia. En medio, la solidaridad del Papa, cuya mirada se dirigió a ambas crisis con la decisión de enviar 100.000 euros a los dos frentes humanitarios de ayuda.
Francisco ha encomendado al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral la tarea de hacer llegar el dinero a ambos lugares.