El Papa pide que en Venezuela se busque «la verdad» - Alfa y Omega

El Papa pide que en Venezuela se busque «la verdad»

En el ángelus ha recordado que el intercambio de violencia en Oriente Medio «genera todavía más odio y venganza»

Ángeles Conde Mir
El Papa durante el rezo del ángelus de este domingo. Foto: CNS photo/Vatican Media

Largo llamamiento el del Papa Francisco tras el rezo del ángelus de este domingo. El Pontífice ha pedido que en Venezuela las partes en liza busquen «la verdad, ejerciten la moderación, eviten cualquier tipo de violencia». Ha invitado a que el diálogo prime en la resolución del conflicto, «y que importe el verdadero bien de la población, no los intereses de parte». Francisco ha definido la de Venezuela como «una situación crítica». Hasta ahora, la Santa Sede solo se había expresado sobre la situación de este país a través del observador permanente en la Organización de los Estados Americanos.

La atención del Pontífice no abandona Oriente Medio. Este domingo ha recordado en especial al pueblo libanés en el cuarto aniversario de la explosión del puerto de Beirut. El Papa ha pedido justicia para las familias de los fallecidos y heridos que, tras cuatro años, siguen sin recibirla. Pero, sobre todo, ha mencionado la situación difícil que vive el país de los cedros, tanto por la perenne crisis económica como por encontrarse en los albores de una guerra con Israel.

Por eso, Francisco un día más ha implorado que se evite la extensión de un conflicto «ya terriblemente sangriento y violento», ha dicho este domingo. Ha manifestado su cercanía a la comunidad drusa en Israel que sufrió hace unos días un ataque de Hizbolá que costó la vida a varios niños. «Rezo por todas las víctimas, en concreto, por los niños inocentes», ha señalado. Y también ha expresado esa cercanía hacia los pueblos de Palestina, Israel y Líbano, sin olvidarse de Myanmar.

«Que se tenga el valor de retomar el diálogo para que cese inmediatamente el fuego en Gaza y que en todos los frentes se libere a los rehenes y se socorra a la población con la ayuda humanitaria. Los ataques, también aquellos precisos, y los asesinatos no pueden ser nunca una solución. No ayudan a recorrer el camino de la justicia, el camino de la paz, sino que generan todavía más odio y venganza», ha insistido el Santo Padre.

Este domingo, ha retomado además las palabras de Juan Pablo II cuando gritó desde esa misma ventana «basta de guerra». Francisco ha clamado: «Basta hermanos y hermanas, basta. No ahoguéis la palabra del Dios de la paz, sino dejad que sea fruto de la Tierra Santa, de Oriente Medio, del mundo entero. La guerra es una derrota».

A continuación, en un tono muy distinto, ha saludado a los varios grupos que han acudido a la plaza de San Pedro soportando estoicamente el calor romano y ha recordado a los párrocos del mundo en su día, el del santo cura de Ars: «Expreso mi cercanía y gratitud a todos los párrocos que, con celo y generosidad, entre tantos sufrimientos tantas veces, se consumen por Dios y por el pueblo».

Las cosas materiales no llenan la vida

Antes de la oración mariana, Francisco ha reflexionado sobre el milagro de los panes y los peces. El Papa ha explicado que la enseñanza de Cristo es que «si alguien da a los demás lo que tiene, con la ayuda de Dios, incluso con poco, todos pueden tener algo».

Ha recordado que ni siquiera los discípulos comprendieron el calado de ese signo que revelaba algo mucho más importante, es decir, «el camino de la vida que dura para siempre y el sabor del pan que sacia sin límites».

Así, el Papa ha sido contundente en afirmar que «las cosas materiales no llenan la vida, solo el amor lo puede hacer». Para que esto se produzca, es necesario «tomar el camino de la caridad que no se guarda nada para sí, sino que lo comparte todo». Francisco ha puesto un ejemplo a partir de la vida familiar. Ha hablado de las herencias que los padres dejan a los hijos que, en palabras del Papa, son un legado de amor más allá del valor económico que tengan. Por eso, ha lamentado las peleas por las herencias entre hermanos.

Por último, el Pontífice ha invitado a cada uno a reflexionar sobre su relación con las cosas materiales; sobre si somos esclavos de ellas, si las sabemos compartir y, sobre todo, si sabemos dar las gracias a Dios por lo que tenemos.