Monseñor Semeraro: «El Papa nos está pidiendo a todos ser misioneros»
Monseñor Semeraro es el secretario del Consejo de cardenales que asesora al Papa en la reforma de la Curia y en el gobierno de la Iglesia. El lunes presentó en la Universidad Pontificia Comillas, en Madrid, una edición de Evangelii gaudium que la editorial Romana publica con un comentario suyo. «Un cristiano no puede ser verdadero discípulo si no es misionero», afirma
En Evangelli gaudium, el Papa muestra una visión de la Iglesia muy concreta. ¿Cómo es la Iglesia que quiere el Santo Padre?
El Papa suele utilizar muy a menudo la expresión Iglesia en salida. Esta expresión alude a la dimensión misionera de la Iglesia. El Papa tiene una visión de la Iglesia muy dinámica, muy extrovertida, proyectada hacia afuera. También habla de una Iglesia volcada en las periferias existenciales —otra expresión característica del Papa Francisco—. Y no sólo habla de la Iglesia en general; a nosotros los cristianos nos pide ser discípulos misioneros. Se trata de una Iglesia misionera y abierta, capaz de anticiparse e intuir las demandas del mundo y los interrogantes y necesidades de la gente. Es una Iglesia que se arremanga y no se queda mirando desde el balcón, sino que acompaña el camino de las personas.
El Papa pide también una impostergable renovación eclesial…
Con ello, alude a una conversión pastoral, a una actitud que es, al mismo tiempo, escucha de la Palabra del Señor y respuesta urgente ante ella. Urgente, en el lenguaje del Papa, significa sobre todo una fuerza que sale del interior, en el sentido del Caritas Christi urget nos, de san Pablo. Ésta es la urgencia: una necesidad interior que sale hacia afuera. Y sale con alegría, con la alegría del Evangelio.
¿Cuál es la influencia de Pablo VI en el Papa Francisco, en especial sobre evangelización y eclesiología?
La influencia de Pablo VI era ya evidente cuando era arzobispo de Buenos Aires. Antes de ser llamado a la cátedra de Pedro, por ejemplo, impartió unos Ejercicios espirituales al episcopado español, en los que comenta a menudo la Evangelii nuntiandi. Sin embargo, si esta Exhortación resalta sobre todo el dinamismo del anuncio, el Papa Francisco quiere destacar sobre todo la alegría, una alegría que sale de dentro y se expresa en el anuncio.
Precisamente, el Papa pidió a los obispos españoles, en su última visita ad limina, un estado permanente de misión. ¿Cómo se concreta esto?
No conozco a fondo la situación de la Iglesia en España, pero supongo que será similar a la italiana. Vivimos en una cultura que pretende encerrar la fe y la vida de la Iglesia en el ámbito privado. Por otra parte, hay corrientes en el seno de nuestras Iglesias que están cómodas con esta vivencia intimista y personal de la vida cristiana. Sin embargo, el Papa Francisco nos está empujando a todos al discipulado misionero: un cristiano no puede ser verdadero discípulo si no es misionero. Y esto no es para combatir o servir de contraste con el ambiente -el cristiano no se limita a reaccionar contra una amenaza-, sino porque el cristiano debe tener dentro la necesidad interior de llevar a Cristo a todos. El Papa cita a menudo un axioma escolástico: el bien, la verdad y la belleza siempre tienden a difundirse, por su propia fuerza de irradiación.
¿Por qué el Papa considera como una prioridad de esta renovación eclesial la reforma de la Curia?
La Curia es un instrumento en las manos del Papa de cara a la evangelización, y los instrumentos siempre han de ser adaptados a las necesidades del los tiempos. La Curia romana ya tuvo, sólo en el siglo pasado, tres reformas, con Pío X, Pablo VI y Juan Pablo II. Esto significa que la Iglesia no quiere sacralizar sus instrumentos, sino ponerlos a disposición del Evangelio. El empeño de la Iglesia es permanecer fiel al Señor, al mismo tiempo que ser lo más eficaz posible con respecto a las necesidades de su tiempo.
¿Aquí se sitúa la insistencia del Papa en la colegialidad?
Sí. La decisión de crear el Consejo de cardenales es una profundización en la colegialidad: el Papa ha elegido a estos ocho cardenales entre obispos de todo el mundo. Son obispos que se unen en torno al Papa para ser la voz de sus respectivas Iglesias particulares. Este impulso hacia una mayor colegialidad no termina aquí, puesto que aquí entra también la reforma del Sínodo de los Obispos, una señal muy importante. En Evangelii gaudium ha sucedido algo muy significativo también: el Papa cita documentos de Conferencias Episcopales nacionales, algo que jamás había sucedido. El Papa dice a los obispos que hay cosas que deben afrontar solos, que no se deben resolver desde el Vaticano.
¿Es esto a lo que se refiere el Papa cuando habla, en EG, de la conversión del papado?
En parte tiene que ver con la reforma de las estructuras que he mencionado. El Papa, asimismo, en su Exhortación, afirma que no se debe esperar del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo. Esto es un modo de ejercitar el papado: un servicio a la comunión entre todos los obispos, dejándoles que hagan lo que deben hacer en sus Iglesias locales y escuchando todas sus necesidades y propuestas. El Papa está dando señales, pero esto no es algo que se piense sobre un escritorio y luego se aplique a la vida de la Iglesia, sino que se va experimentando y comprobando poco a poco.