El Papa no acepta la renuncia del cardenal Marx
Le ha pedido por carta que se siga dedicando a la «renovación espiritual de la Iglesia» como arzobispo. Él ha contestado, conmovido: «Con espíritu de obediencia, acepto su decisión»
«Gracias por tu coraje». Así comienza la carta que el Papa Francisco ha enviado este jueves al cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y Frisinga. Es la respuesta a la que el obispo alemán le envió el 21 de junio, en la que le presentaba su renuncia por su responsabilidad indirecta en la «catástrofe» de los abusos sexuales. «Continúa como propones», le dice. Es decir, dedicado de forma más intensa a la cura pastoral y a la «renovación espiritual de la Iglesia». Pero, añade, «como arzobispo».
«Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis», escribe el Santo Padre. «La política del avestruz no lleva a nada». El único camino es «asumir la crisis, personal y comunitariamente». Reconocer la «catástrofe» de los abusos y su gestión, y la «hipocresía» con la que hasta hace poco se hizo, es el primer paso. Y «supone ponerse en crisis».
Las realidades personales, sociales e históricas deben ser siempre «asumidas y discernidas»; no discutidas ideas. «Han de ser interpretadas con la hermenéutica de la época en que sucedieron, pero esto no nos exime de hacernos cargo». Por eso, el Pontífice considera que «cada obispo de la Iglesia» debe «preguntarse ¿qué debo hacer delante de esta catástrofe?».
La reforma de la Iglesia
El Papa también coincide en que «se nos pide una reforma»; no de palabras, sino de actitudes. Empezando «por sí mismo». Los reformadores de la Iglesia, escribe en castellano a Marx, fueron «hombres y mujeres que no tuvieron miedo de entrar en crisis y dejarse reformar por el Señor». En este sentido, el Papa advierte del riesgo de convertirse en «ideólogos de reformas que no ponen en juego la propia carne». El Señor no hizo «la reforma ni con el proyecto fariseo, o el saduceo, o el zelote o el esenio. Sino que la hizo con su vida, con su historia, con su carne en la cruz. Y este es el camino».
«A nada nos lleva sepultar el pasado», continúa Francisco, con silencios y omisiones por «dar demasiado peso al prestigio de las instituciones». Esto solo lleva al «fracaso» y a vivir con el «peso de tener esqueletos en el armario». Al contrario, «es urgente ventilar esta realidad» y «dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección».
«No nos salvará la opinión de los medios»
Ello debe comenzar con una «confesión humilde». «No nos salvarán las encuestas ni las instituciones», ni «el prestigio de nuestra Iglesia», ni «el poder del dinero ni la opinión de los medios». Solo «abrir la puerta al Único que puede hacerlo y confesar nuestra desnudez». Como Pedro después de la pesca milagrosa: «Apártate de mí que soy un pecador».
Por eso, al anunciar al cardenal Marx su decisión de hacerle seguir en su cargo, el Santo Padre le pide que no piense que «este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende». Sino que toma su decisión como las palabras del Señor a Pedro tras las negaciones: «Pastorea a mis ovejas».
Poco después de conocer la respuesta del Papa Francisco a su propuesta de dimisión, el cardenal Reinhard Marx ha reaccionado publicando una carta en el portal de su diócesis, en la que se muestra conmovido, especialmente por el «tono fraternal» y porque se siente comprendido. «No contaba con una reacción tan rápida, ni me esperaba la decisión de que debería continuar en mi servicio», ha escrito, según recoge Vatican News.
«Con espíritu de obediencia, acepto su decisión», ha continuado el purpurado, al tiempo que se adhiere a las palabras del Pontífice en la búsqueda de «nuevos caminos que recorrer para anunciar y testimoniar el Evangelio». En su opinión, es tiempo para reflexionar sobre cómo contribuir a la renovación de la Iglesia a partir de las reflexiones que hace Francisco en su carta.
Con todo, reitera que lo que había dicho en su primera carta sigue siendo válido y que es él el que «debe asumir la responsabilidad personal e institucional» con las víctimas. Además, confiesa que la decisión del Papa es «un gran desafío» y así ha reconocido que volver a la agenda de ayer no puede ser el camino ni para él ni para la diócesis.