El Papa marca en Asís el tono de las reformas en la Iglesia. La mundanidad mata
Las reformas en la Curia romana gravitaron durante toda la visita del Papa a Asís, y no sólo porque Francisco viajara acompañado por los ocho cardenales de su Consejo…
La simbología de Asís ofrecía un marco inmejorable para presentar una hoja de ruta hacia esa Iglesia más pobre y misionera que desea el Santo Padre. Nada menos que en la Sala de la Expoliación, donde Francisco de Asís se despojó de sus vestiduras para imitar a Cristo, el Papa abordó de frente el asunto. Lo hizo sin asomo de gravedad ni solemnidad, en una intervención improvisada llena de golpes humor, en la que aludió a cómo muchos medios habían especulado con el discurso que pronunciaría en este lugar: «¡El Papa irá allí a despojar a la Iglesia!», bromeó. «¡Quitará las vestiduras a los obispos, a los cardenales; se las quitará él mismo!». Y añadió, ya con un todo serio: «Ésta es una buena ocasión para invitar a la Iglesia a despojarse. Pero la Iglesia somos todos, ¡todos! Desde el primer bautizado, todos somos Iglesia. Y todos tenemos que seguir el camino de Jesús que se despojó a sí mismo. Se hizo siervo, servidor, quiso humillarse hasta la cruz. Y si nosotros queremos ser cristianos, no hay otro camino».
«Dinero, vanidad, orgullo…». De todo eso debe despojarse el cristiano. «Es ridículo que un cristiano, un cristiano verdadero, un cura, una monja, un obispo, un cardenal, un Papa, quieran recorrer este camino de la mundanidad; es una actitud homicida. La mundanidad espiritual mata. ¡Mata el alma! ¡Mata a las personas! ¡Mata a la Iglesia!».
El Pontífice dejaba claro el sentido y espíritu que anima las reformas que ha comenzado a perfilar. El objetivo no es implementar un eficiente modelo de organización, sino ofrecer al mundo un testimonio creíble del Evangelio, un testimonio de caridad y de humildad, para que la gente, «viendo al pueblo de Dios, viendo a la Iglesia, sienta el deseo de venir con nosotros», según les decía a los 8 cardenales, al celebrar con ellos la Eucaristía, al comienzo de los tres días de trabajos. De esas reuniones, el Santo Padre sólo se ausentó en dos momentos: el jueves, para recibir a los participantes en el Congreso que se celebraba en el Vaticano a los 50 años de la encíclica Pacem in terris, y el día anterior, para no faltar a su habitual cita de la Audiencia semanal con los fieles en la Plaza de San Pedro. En la catequesis, el Papa explicó que la Iglesia está formada por hombres pecadores, incluido el Papa, y aun así es santa, «porque está guiada por el Espíritu Santo que purifica, transforma, renueva».
En lo que respecta a la reforma de la Curia romana, estas líneas maestras deben plasmarse en una mayor fidelidad hacia la eclesiología del Concilio Vaticano II, que contempla una Curia romana como mero instrumento de servicio al Papa y a la Iglesia universal. Se ha hablado, en particular, sobre la Secretaría de Estado, que «debe ser la secretaría del Papa», sin equívocos, como los que a menudo han llevado a identificar este organismo con una especie de Vice jefatura de Estado, según explicó el padre Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, al término de la reunión del Consejo de cardenales. Asunto de particular importancia para impulsar el gran objetivo de la colegialidad –lo que el Papa ha llamado un gobierno horizontal en la Iglesia– es la reforma del Sínodo de los Obispos, de modo que las consultas con los obispos de todo el mundo sean más ágiles y efectivas. En los próximos días –anunció el padre Lombardi–, se conocerán novedades. También se ha hablado de una mayor presencia y atención a los laicos, probablemente, a través de una nueva Congregación específica. Se especula con el nombre de Congregación del Pueblo de Dios.
La reforma, en todo caso, será de mayor calado de lo inicialmente previsto, según el padre Lombardi, que aclaró que los cambios no se limitarán a retoques o a adecuar pequeñas cosas de la Constitución Pastor Bonus. Los trabajos del Papa con el Consejo de cardenales proseguirán en un próximo encuentro entre el 3 al 5 de diciembre. Se espera una tercera reunión para enero o febrero de 2014.
Entre las sugerencias manifestadas en el transcurso de las Congregaciones generales de cardenales anteriores al Cónclave, figuraba la conveniencia de instituir un grupo restringido de miembros del episcopado, procedentes de las diferentes partes del mundo, a quien el Santo Padre pudiera consultar, de manera individual o colectiva, sobre cuestiones particulares.
Una vez elegido para la Sede romana, he tenido ocasión de reflexionar varias veces sobre este tema, considerando que semejante iniciativa sería de gran ayuda para desempeñar el ministerio de sucesor de Pedro, que los hermanos cardenales quisieron encomendarme.
Por este motivo, el 13 del pasado mes de abril, anuncié la constitución de dicho grupo, indicando, al mismo tiempo, los nombres de quienes habían sido llamados a formar parte de él.
Ahora, tras madura reflexión, considero oportuno que dicho grupo, mediante el presente Quirógrafo, quede instituido como un Consejo de cardenales, con el cometido de ayudarme en el gobierno de la Iglesia universal y de estudiar un proyecto de revisión de la Constitución apostólica Pastor Bonus, sobre la Curia romana.
Compondrán dicho Consejo las mismas personas anteriormente indicadas, las cuales podrán ser interpeladas tanto en calidad de Consejo como individualmente sobre las cuestiones que, en cada momento, estime yo dignas de atención.
Dicho Consejo, que en lo tocante al número de sus componentes me reservo configurar de la manera que resulte más adecuada, constituirá una expresión adicional de la comunión episcopal y del auxilio al munus petrinum que el episcopado diseminado por el mundo puede ofrecer.
Dado en Roma, en San Pedro, el 28 de septiembre del año 2013, primero de pontificado.