El Papa lamenta la «prematura y trágica muerte» del obispo auxiliar de Los Ángeles
Francisco ha mandado un telegrama en el que recuerda «la profunda preocupación por los pobres, los inmigrantes y los necesitados» de David O’Connell, que será enterrado este viernes
La vida de David O’Connell, obispo auxiliar de Los Ángeles, que fue asesinado de un disparo el pasado 18 de febrero, estuvo marcada por «la profunda preocupación por los pobres, los migrantes y los necesitados», por «los esfuerzos para defender la santidad y la dignidad del don de Dios de la vida» y por «el celo en la promoción de la solidaridad, la cooperación y la paz en la comunidad local».
Así lo subraya el Papa Francisco en un telegrama que el arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, leyó al comienzo de una Misa celebrada este miércoles por el alma del obispo auxiliar en la iglesia de San Juan María Vianney, situada en Hacienda Heights, donde vivía el prelado y donde fue encontrado muerto.
Francisco dice sentirse «profundamente entristecido» por la «prematura y trágica muerte del obispo auxiliar» y envía «sentidas condolencias y la seguridad de su cercanía espiritual» al clero, religiosos y laicos de la archidiócesis, según ha revelado el periodista Salvatore Cernuzio en Vatican News.
El Pontífice, que concluye enviando su bendición como «signo de paz y consuelo en el Señor», reza también para que quienes honran la memoria del obispo «sean confirmados en su decisión de rechazar los caminos de la violencia y de vencer el mal con el bien».
Precisamente este viernes, 3 de marzo, tendrá lugar en la catedral de Nuestra Señora de los Ángeles el funeral del prelado. Está prevista la participación de 20 obispos procedentes de distintas partes del país. Posteriormente, el cuerpo será enterrado en la cripta del templo.
Auxiliar de Los Ángeles desde 2015
O’Connell fue designado por Francisco como obispo auxiliar de Los Ángeles en el año 2015. Nació en Cork (Irlanda) en 1953, y fue seminarista en el antiguo All Hallows College de Dublín. Fue ordenado sacerdote en 1979 para la diócesis de Los Ángeles. Trabajó en distintas parroquias en zonas difíciles y deprimidas de la ciudad, con problemas como las drogas, el desempleo o la violencia de las bandas criminales.
Fue especialmente importante su papel como conciliador entre la comunidad y las fuerzas del orden tras el asesinato a manos de unos policías del afroamericano Rodney King en 1992, un caso que provocó una oleada de fuertes disturbios en la ciudad. También trabajó codo con codo con la población migrante como responsable de Migraciones del sur de California.
En septiembre pasado, O’Connell fue reconocido por su servicio a la comunidad y la Iglesia con el prestigioso premio Evangelii Gaudium del St. John’s Seminary en Camarillo.