«La guerra se fue preparando desde hace mucho tiempo, con grandes inversiones y comercio de armas»
Aunque no lo ha nombrado, Francisco se ha referido claramente a Putin durante su discurso ante las autoridades maltesas
Francisco partió a las 8:39 desde Roma con destino a Malta donde recaló poco antes de las 10:00 de la mañana. Sus problemas de espalda y rodilla son evidentes y, por ello, en lugar de bajar la escalinata del avión se dispuso de una plataforma que le evitó los escalones, algo que el Papa ha apreciado y agradecido a los organizadores. Era un viaje planificado para finales de mayo de 2020, pero, a causa de la pandemia, se pospuso. En 2021 se intentó fijar otra fecha, pero no hubo forma porque las continuas oleadas de contagios de coronavirus impidieron que la visita se materializara. Ahora llega en un momento difícil para Europa y así se ha puesto de relieve en las intervenciones de esta mañana.
El Papa suele dedicar la primera jornada de los viajes apostólicos a los encuentros con las autoridades civiles del país que visita. Por ello, tras una primera y discreta ceremonia de acogida en el aeropuerto donde ha sido recibido por el presidente de Malta, George William Vella, y el arzobispo Charles Scicluna, Francisco se ha trasladado al llamado Palacio del Gran Maestro, hasta hace poco la sede del parlamento maltés. Ha recorrido una parte del trayecto en papamóvil para saludar a los muchos malteses que se han congregado a su paso. Malta es uno de los países europeos con mayor población católica, superando el 85 por ciento de sus 461.000 habitantes.
En el Palacio se ha reunido brevemente con el primer ministro, Robert Abela, y su familia y ha saludado a algunos miembros del gobierno del país. A continuación, se han trasladado a la Gran Council Chamber donde, ante 150 personas, autoridades y diplomáticos en Malta, el Santo Padre ha pronunciado un largo y denso discurso en el que ha tocado distintos temas como la migración, Europa, la corrupción, el Mediterráneo y, como no podía ser de otra forma, la invasión de Ucrania.
Francisco ha querido comenzar evocando el cruce de caminos que es la isla de Malta, entre Europa, Asia y África en el corazón del Mediterráneo. Así, ha articulado su discurso tomando como referencia los 4 puntos cardinales de la rosa de los vientos que en los mapas se solía colocar cerca de Malta. El norte, habla de Europa, «en concreto de la casa de la Unión Europea, edificada para que allí viva una gran familia unida en la salvaguardia de la paz». Una paz que nace de la unidad y de la convivencia social que necesita, según el Papa, de «honestidad, justicia, sentido del deber y transparencia». Por eso, ha invitado a extirpar cualquier atisbo de «ilegalidad y corrupción», alimentada, en muchas ocasiones, por «la avaricia voraz de la codicia del dinero y de la especulación inmobiliaria». En cuanto al oeste, Francisco ha señalado que Malta, en especial su población más joven, tiene un estilo de vida y pensamiento plenamente occidental. Algo bueno, evidentemente, pero también algo que puede comportar «cortar las raíces con el pasado en nombre de una falsa prosperidad dictada por las ganancias y las necesidades creadas por el consumismo, así como por el derecho de tener cualquier derecho. Para un desarrollo sano es importante conservar la memoria y tejer respetuosamente la armonía entre las generaciones, sin dejarse absorber por homologaciones artificiales y colonizaciones ideológicas» que amenacen «el respeto a la vida y a la dignidad de todo hombre y de toda mujer».
El migrante no es un virus
Mirando al sur, el Papa ha indicado que es de allí de donde llegan muchos «hermanos y hermanas en busca de esperanza»: «Según la etimología fenicia, Malta significa “puerto seguro”. Sin embargo, ante la creciente afluencia de los últimos años, los temores y las inseguridades han provocado desánimo y frustración». Y es que Malta ha tenido sus más y sus menos con Italia, que ha debido hacerse cargo de embarcaciones a la deriva que estaban más cerca de las costas maltesas que de las italianas por la negativa de Malta a ofrecer un puerto seguro. Al mismo tiempo, Francisco ha reconocido que son los países del sur de Europa, como Malta, los que han lidiado con la migración de África, aunque no siempre con buenas prácticas: «No pueden cargar con todo el problema solo algunos países, mientras otros permanecen indiferentes. Y países civilizados no pueden sancionar por interés propio acuerdos turbios con delincuentes que esclavizan a las personas».
Por ello, Francisco ha hecho un nuevo llamamiento a acoger al migrante, a no verlo como una amenaza porque «el otro no es un virus del que hay que defenderse». Máxime en este momento histórico en el que, en tiempo récord, se ha vaciado de población Ucrania por la invasión rusa. En este punto, el Papa se ha referido al este europeo al que «han llegado las tinieblas de la guerra»: «Pensábamos que las invasiones de otros países, los brutales combates en las calles y las amenazas atómicas fueran oscuros recuerdos de un pasado lejano. Pero el viento gélido de la guerra, que solo trae muerte, destrucción y odio, se ha abatido con prepotencia sobre la vida de muchos y los días de todos». Mucho se ha hablado estos días de que el Papa, pese a sus rotundas declaraciones sobre la invasión de Ucrania, no ha pronunciado aún el nombre de Putin. Tampoco en Malta lo ha hecho, pero sí lo ha descrito: «Y mientras una vez más algún poderoso, tristemente encerrado en las anacrónicas pretensiones de intereses nacionalistas, provoca y fomenta conflictos, la gente común advierte la necesidad de construir un futuro que, o será juntos, o no será. Ahora, en la noche de la guerra que ha caído sobre la humanidad, no hagamos que desaparezca el sueño de la paz».
Agresividad infantil y destructiva
Ha tildado de «agresividad infantil y destructiva» la corriente que nos puede arrastrar a «una guerra fría ampliada». «Ese “infantilismo”, lamentablemente, no ha desaparecido. Vuelve a aparecer prepotentemente en las seducciones de la autocracia, en los nuevos imperialismos, en la agresividad generalizada, en la incapacidad de tender puentes y de comenzar por los más pobres. Es aquí donde comienza a soplar el viento gélido de la guerra, que también esta vez ha sido alimentado a lo largo de los años. Sí, la guerra se fue preparando desde hace mucho tiempo, con grandes inversiones y comercio de armas. Y es triste ver cómo el entusiasmo por la paz, que surgió después de la segunda guerra mundial, se haya debilitado en los últimos decenios, así como el camino de la comunidad internacional, con pocos poderosos que siguen adelante por cuenta propia, buscando espacios y zonas de influencia», ha lamentado con contundencia antes de concluir su discurso en el que ha reclamado de nuevo que el gasto militar se emplee en desarrollo y alimentación.
Tras terminar su intervención, el Papa se ha asomado al balcón del Palacio. Ni el viento ni el tiempo desapacible han impedido que cientos de malteses esperasen pacientemente en la plaza adyacente al edificio mientras se desarrollaba la ceremonia oficial. En inglés, Francisco ha impartido su bendición sobre los fieles que, por su parte, coreaban su nombre en italiano. Después, se ha dirigido hacia la nunciatura de nuevo en papamóvil para estar cerca de los malteses.