Francisco afirma que la violencia doméstica convierte la vida en «un infierno»
Francisco ha denunciado durante la audiencia general los «muchos casos» de violencia de género, «de los que lamentablemente tenemos noticias frecuentes». Al concluir, ha saludado al alcalde de Leópolis (Ucrania), que ha participado junto a un grupo de víctimas de guerra
Si hubiera que resumir la catequesis del Papa durante la audiencia general de este miércoles 7 de diciembre en una sola palabra esta sería «libertad». Y es que «podemos amar solo en la libertad, por esto el Señor nos ha creado libres», incluso «para decirle que no», ha subrayado Francisco, que ha contrapuesto este concepto al de «ser posesivo», que «es enemigo del bien y mata el afecto».
Es lo que pasa en «muchos casos» de violencia de género, «de los que lamentablemente tenemos noticias frecuentes». En este sentido, el Pontífice ha denunciado que «nacen casi siempre de la pretensión de poseer el afecto del otro, de la búsqueda de una seguridad absoluta que mata la libertad y sofoca la vida, haciéndola un infierno».
Pero el Santo Padre no solo ha vinculado el concepto de libertad al del amor, también lo ha hecho con el de discernimiento. ¿Cómo saber si una decisión tomada es buena o mala? Un «buen signo de confirmación es el hecho de permanecer libres respecto a lo decidido, dispuestos a volver a cuestionarlo, también a renunciar frente a posibles desmentidos, tratando de encontrar en ellos una posible enseñanza del Señor. Esto no porque Él quiera privarnos de lo que más queremos, sino para vivirlo con libertad, sin apego».
Además de permanecer libre, otros signos para apreciar la bondad de la decisión tomada después de un proceso de discernimiento son la paz que se desprende, reflexionar sobre el origen de esa decisión o el orden de vida que surge de ella. Una decisión buena, según el Papa, «comunica una paz que dura en el tiempo»; ha de ser tomada «como respuesta al amor y la generosidad que el Señor tiene hacia mí» y no nacer «del miedo, del chantaje afectivo o de una obligación».
Por último, es importante la conciencia de sentirse en el propio lugar. «El hombre puede reconocer haber encontrado lo que está buscando cuando su jornada se vuelve más ordenada, advierte una creciente integración entre sus múltiples intereses, establece una correcta jerarquía de importancia y logra vivir todo con facilidad, afrontando con renovada energía y fuerza de ánimo las dificultades que se presentan», ha concluido Francisco.
Con el alcalde de Lviv
Una vez concluida la catequesis, el Pontífice ha vuelto a denunciar la guerra en Ucrania y proponer la paz. «Pidamos a la Virgen, Madre dulcísima, que conforte a todos los que son víctimas de la brutalidad de la guerra, especialmente en la martirizada Ucrania», ha dicho el Santo Padre durante su saludo a los fieles de lengua italiana. «Recemos por este pueblo mártir que tanto está sufriendo».
Después de pronunciar estas palabras, el Papa ha podido saludar al alcalde de Lviv (Leópolis. Ucrania), Andriy Sadovyi, que ha asistido a la audiencia «junto a un grupo de víctimas de la guerra que reciben asistencia en un centro de rehabilitación para amputados», ha informado la corresponsal de COPE y colaboradora de Alfa y Omega, Eva Fernández.
Algunas de esas víctimas, soldados ucranianos, se están curando de sus heridas en España gracias a la Asociación de Voluntarios de CaixaBank, la Fundación Convento de Santa Clara y Mensajeros de la Paz, que han organizado varios convoyes para llevar hasta 75 ambulancias a Ucrania, y que han regresado de ese periplo con 560 refugiados, así como con militares heridos y enfermos de cáncer que están siendo atendidos actualmente en hospitales de Madrid y Barcelona.
El trío de asociaciones recogió las memorias de aquellos viajes en un documento, titulado 3000 km de Acción Social, que el Papa Francisco ha recibido recientemente. El documento le fue entregado al Pontífice de la mano de Jordi Bertomeu, prelado de honor de Su santidad, y Jordi Cruz, miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, que han participado en alguno de aquellos convoyes solidarios.