El Papa invita a alabar a Dios siempre, también «en los momentos difíciles como la pandemia»
«Sabemos que Él es el amigo fiel que nunca nos abandona y que nos ama sin medida», ha dicho Francisco en la audiencia
El Papa ha retomado las catequesis sobre la oración y en esta ocasión se ha centrado en la oración de la alabanza, la cual «debe ser practicada no solo cuando la vida nos colma de felicidad, sino sobre todo en los momentos difíciles, cuando el camino sube cuesta arriba» porque «alabar es como respirar oxígeno puro».
De esta forma, Francisco ha instado a alabar a Dios «también en este tiempo de pandemia» –en España se podrían añadir las complicaciones derivadas del temporal Filomena– «porque sabemos que Él es el amigo fiel que nunca nos abandona y que nos ama sin medida».
Ejemplo de Jesús y la hostilidad del lago
Ante esta invitación, el Pontífice ha puesto el ejemplo de Jesús, que ante «la hostilidad en los pueblos del lago», «no eleva al Padre un lamento, sino un himno de júbilo». Lo alaba porque es el «Señor del cielo y de la tierra» y porque «sabe y siente que su Padre es el Dios del universo».
Esta oración de Cristo nos conduce también a nosotros «a juzgar de forma diferente nuestras derrotas personales, las situaciones en las que no vemos clara la presencia y la acción de Dios, cuando parece que el mal prevalece y no hay forma de detenerlo». Existe la oración de súplica, pero Jesús, sin embargo, alaba a Dios.
Laudato si
Asimismo, «Jesús alaba al Padre porque favorece a los pequeños». De igual modo, «nosotros debemos alegrarnos y alabar a Dios porque las personas humildes y sencillas acogen el Evangelio». En el futuro del mundo y en las esperanzas de la Iglesia, ha aseverado el Santo Padre, «están los “pequeños”: aquellos que no se consideran mejores que los otros, que son conscientes de los propios límites y de los propios pecados, que no quieren dominar sobre los otros, que, en Dios Padre, se reconocen todos hermanos».
Pero ¿cómo alabar en estas circunstancias? ¿Cómo llegar a un panorama nuevo, un horizonte más abierto, a través de esa cuesta, de ese sendero fatigoso, de esos pasajes arduos? Como respuesta, el Papa ha recordado el Cántico de las criaturas de san Francisco de Asís.
«El Poverello no lo compuso en un momento de alegría, de bienestar, sino al contrario, en medio de las dificultades. Francisco está ya casi ciego, y siente en su alma el peso de una soledad que nunca antes había sentido». Los santos y las santas nos demuestran, ha concluido Francisco, «que se puede alabar siempre, en las buenas y en las malas, porque Dios es el Amigo fiel, y su amor nunca falla. Él siempre está a nuestro lado, nos espera siempre. Es el centinela, que te guarda».