El Papa insiste en que «las armas nunca traerán la paz» a Tierra Santa
En el ángelus también ha recordado los siete meses de guerra civil en Sudán, donde la ONU asegura que la situación «roza el mal absoluto»
Como viene haciendo desde el primer momento, Francisco ha vuelto a pedir paz en Tierra Santa. Esta vez, ha insistido en que esta difícilmente se va a conseguir si no hay un alto el fuego: «Que las armas se detengan; nunca traerán la paz. Que el conflicto no se extienda. Basta, basta hermanos, basta. Que en Gaza se socorra inmediatamente a los heridos, que se proteja a los civiles, que se haga llegar a Gaza mucha más ayuda humanitaria a esa población exhausta, que se libere a los rehenes, entre los que hay muchos ancianos y niños».
Pese a todo, ha animado a no perder la esperanza y a trabajar «sin descanso para que el sentido de humanidad prevalezca sobre la dureza de los corazones». «Cada ser humano, cristiano, judío o musulmán, de cualquier pueblo o religión, cada ser humano es sagrado, precioso a los ojos de Dios. Tiene el derecho a vivir en paz», ha recordado.
Sudán, donde se «roza el mal absoluto»
La paz también es su deseo para Sudán. En abril estalló una nueva guerra civil de la que poco o nada se habla. Los militares y los paramilitares se enfrentan por el poder mientras que la población civil huye despavorida hacia otros países. La semana pasada fracasó el último intento, mediado por Arabia Saudí, por entablar conversaciones de paz entre las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) y las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), las dos partes enfrentadas que están diseminando el horror, especialmente en Jartum y Darfur. En un comunicado de la semana pasada, la representante de la ONU para Sudán, Clementine Nkweta-Salami, aseguraba que lo que está pasando en Sudán «roza el mal absoluto».
El Papa ha hecho un claro llamamiento: «Desde hace varios meses Sudán vive una guerra civil que no parece terminar y que está provocando numerosas víctimas, millones de desplazados internos y refugiados en los países limítrofes y una gravísima situación humanitaria. Expreso mi cercanía a la querida población del Sudán y dirijo un urgente llamamiento a los responsables locales para que favorezcan el acceso de la ayuda humanitaria y, con la contribución de la comunidad internacional, trabajen para buscar soluciones pacíficas. No nos olvidemos de estos hermanos nuestros que están sometidos a la prueba».
Cuidar lo que no se ve
En su catequesis previa al ángelus, Francisco ha reflexionado sobre el cuidado de la vida interior a partir de la parábola de las diez vírgenes llamadas a salir al encuentro con el esposo. Mientras unas llevan sus lámparas preparadas con aceite, las otras no: «¿Y cuál es la característica del aceite? Que no se ve: está dentro de las lámparas, no llama la atención, pero sin él las lámparas no dan luz».
Por eso, el Papa ha aprovechado este ejemplo para hablar de las apariencias, de dar buena impresión a los demás como si fuera lo único que importase. Sin embargo, «Jesús dice que la sabiduría de la vida está en otra dimensión: en cuidar lo que no se ve, pero que es más importante, porque está dentro de nosotros». Este cuidado de la vida interior «significa saber detenerse para escuchar el corazón, atender los pensamientos y los sentimientos. Cuántas veces no sabemos que ha pasado en nuestro corazón durante la jornada», ha subrayado el Pontífice.
Ha invitado además a «saber dar espacio al silencio, para ser capaces de escuchar». Ha explicado que se puede lograr, por ejemplo, dejando de un lado los teléfonos o las pantallas para fijarnos en los demás, en Dios y en nuestro propio corazón. «Significa no dejarse atrapar por el activismo, sino dedicar tiempo al Señor, a la escucha de su Palabra», ha asegurado.
Por último, Franciso ha recomendado «no descuidar el aceite de la vida interior, el aceite del alma», preparándolo con tiempo. Porque «la vida interior no se improvisa, no es una cuestión de un momento, de vez en cuando, de una vez para siempre; la vida interior hay que prepararla dedicando un poco de tiempo cada día, con constancia, como se hace para cada cosa importante».