El 28 de mayo se estrenó en Roma el documental Diego de Pantoja, SJ: Un puente entre China y Occidente (título traducido del original mandarín), producido por el Institute for Advanced Jesuit Studies de Boston College, con la colaboración de la diócesis de Getafe y la Academia Portuguesa da História, y dirigido por quien esto firma. Su fin es dar a conocer a Diego de Pantoja (Valdemoro, 1571 – Macao —antiguo territorio portugués y ahora República Popular de China—, 1618) entre los hablantes de chino. En el proyecto han participado instituciones académicas y profesores de China, Estados Unidos, Perú, Portugal, España, Italia y la Santa Sede.
La mayor aportación de este documental es que en él se da a conocer una carta del Papa Francisco sobre Pantoja. La carta, firmada el 5 de diciembre de 2023, describe su labor evangelizadora y «las aportaciones al mundo de las ciencias» en China, lo que hacen de él «uno de los misioneros jesuitas más importantes para la cultura china contemporánea».
La carta es un nuevo reconocimiento internacional que avala toda la obra que realizó el jesuita y que se suma al que se le dispensó en el 2018 al declarar China el Año Diego de Pantoja a instancias de la diplomacia española. El Papa intitula a Pantoja como «el embajador de la cultura china en Occidente».
Francisco hace mención explícita a dos de sus obras. Nos referimos a Qike Daquan, Tratado de las Siete Victorias (Beijing, 1614), cuya importancia hizo que el emperador Qianlong (1711–1799) ordenara, en 1778, que se incluyera dentro de la gran colección de libros excelentes del imperio. Esta es ejemplo del esfuerzo de Pantoja por la «inculturación de la fe y de la evangelización de la cultura» donde vivió. En este tratado «con una mentalidad propia de la milenaria cultura asiática quiso mostrar las enseñanzas morales cristianas a los intelectuales confucianos». Asimismo, el Papa se refiere a su Relación de la entrada de algunos padres de la Compañía de Jesús en la China (Beijing, 1602), que según Francisco «cambió la concepción que sobre China se tenía en Europa». Con estas dos obras quiso ser puente entre las milenarias culturas de China y de Occidente.
Pantoja podría ser estudiado y tenido como un punto de referencia para el mundo contemporáneo según Francisco porque «fue capaz de ir a la esencia del Evangelio». Para ello tuvo que hacer el esfuerzo personal e intelectual de «despojarlo de todos aquellos elementos que se habían identificado con él pero que le eran ajenos pues pertenecían a la cultura occidental». Y, a mi juicio, esta es una tarea en la que la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, debería seguir el camino marcado por Diego de Pantoja y poner todo su empeño y reflexión en hacer llegar el Evangelio, que es siempre el mismo, de una manera nueva ante la sociedad globalizada, pues Cristo es la eterna novedad.
Esta será la razón por la que Francisco continúa afirmando «que el cristianismo predicado por Pantoja no desposeyó a la sociedad china de su propia identidad, sino que la enriqueció». Y para argumentar esta idea apela a algunas representaciones iconográficas de la Virgen María. El arte siempre es testigo de la sociedad de su tiempo y de las mutuas influencias que el encuentro entre ambas culturas generó.
Me parece especialmente interesante la cita «Unus non sufficit orbis!» («¡Un mundo no es suficiente!») a la que se refiere el Papa y que lo sitúa en el ámbito de la primera globalización. Es una clara referencia al espíritu misionero de la época, pero también al deseo de conectar todo el mundo por las distintas rutas marítimas y terrestres de la época.
En este sentido destacamos la explícita mención que el Papa hace a «la Ruta de la Seda del Pacífico» que junto a la «tradicional Ruta de la Seda» hizo que desde China todo el mundo estuviera conectado. El Papa asume así la visión que el propio Pantoja originó con sus mapamundis donde el centro estaba en China y que hoy, por ejemplo, también asumió el Fondo Monetario Internacional al aceptar como logo un mapa del jesuita. El intercambio comercial que propició fue el camino para que junto a los diversos productos fuera también el Evangelio.
Por último, el Papa nos invita a todos a tener el valor de proponer a nuestro mundo la fe en sus categorías culturales como Pantoja la propuso en versión china.