El Santo Padre se despide de Irlanda con un mea culpa por los abusos
Al final de la celebración se anunció la sede para el próximo Encuentro Mundial de las Familias, que se llevará a cabo en la ciudad de Roma en el año 2021
Para infinita sorpresa de todos, Francisco ha tomado la palabra antes de iniciar la Misa en el Phoenix Park de Dublín para informar de que el día anterior se había reunido con «ocho personas supervivientes de abusos de poder, de conciencia y sexuales. Recogiendo lo que ellos me han dicho, quisiera poner delante de la misericordia del Señor estos crímenes y pedir perdón por ellos».
Era una impresionante petición de perdón en la máxima ceremonia religiosa, algo que solo los mejores obispos habían hecho hasta ahora. Lo decía revestido, delante del altar ante cientos de miles de personas que desafiaban la lluvia y el viento.
Leyendo su texto en español, después de referirse a los abusos de «miembros cualificados de la Iglesia», el Papa ha anunciado que «de manera especial pedimos perdón por todos los abusos cometidos en diversos tipos de instituciones dirigidas por religiosos y religiosas y otros miembros de la Iglesia».
Francisco abordaba así un aspecto poco conocido fuera de Irlanda, como los abusos en las residencias para madres solteras pobres, en los orfanatos y en las escuelas de artesanado e industria, pues ha incluido en su petición de perdón «los casos de explotación laboral a que fueron sometidos tantos menores».
Entrando en cada detalle doloroso, ha mencionado «los chicos que fueron alejados de sus madres y por todas aquellas veces que se decía a muchas madres solteras que buscaban a sus hijos o a hijos que buscaban a sus madres que hacerlo era ‘pecado mortal’. ¡Esto no es pecado mortal, es el cuarto mandamiento! Pedimos perdón».
Refiriéndose a la indiferencia de muchos obispos ha añadido que «pedimos perdón por las veces que, como Iglesia, no hemos mirado a los supervivientes con búsqueda de justicia y verdad, y con acciones concretas».
En cuanto al encubrimiento por parte de obispos, ha dicho que «pedimos perdón por algunos miembros de la jerarquía que no se hicieron cargo de esas situaciones dolorosas, y guardaron silencio».
Ha concluido pidiendo que «el Señor mantenga este estado de vergüenza y de compunción, y nos de la fuerza para comprometernos en trabajar para que nunca más suceda y para que se haga justicia. Amen».
Había tocado todos los temas, incluso los más duros y vergonzosos con toda claridad, y en un acto litúrgico, explicitando los delitos en cada uno de sus tipos.
Era un gesto sin precedentes que confirma del modo más vigorosa la línea de justicia, verdad y erradicación plena de estos delitos y sus encubridores.
Próxima cita: Roma 2021
Posteriormente, durante la homilía, Bergoglio ha recordado las palabras de san Pablo sobre el matrimonio, al que se refiere como «participación en el misterio de la fidelidad eterna de Cristo a su esposa, la Iglesia». Es decir, el matrimonio supone amar «como Cristo nos ha amado, imitar su propio sacrificio», lo que «implica morir a nosotros mismos para renacer a un amor más grande y duradero. Solo ese amor puede salvar el mundo de la esclavitud del pecado, del egoísmo, de la codicia y de la indiferencia hacia las necesidades de los menos afortunados».
El Pontífice también ha recordado que Jesucristo «se ha encarnado en nuestro mundo por medio de una familia y que a través del testimonio de las familias cristianas tiene el poder, en cada generación, de derribar las barreras para reconciliar al mundo con Dios y hacer de nosotros lo que desde siempre estamos destinados a ser: una única familia humana que vive junta en la justicia, la santidad y la paz».
Al final de la celebración, el arzobispo de Dublín anunció la sede para el próximo Encuentro Mundial de las Familias, que se llevará a cabo en la ciudad de Roma en el año 2021.
Juan Vicente Boo. ABC / Redacción