El Papa Francisco abre una reflexión sobre la mujer en la Iglesia: No se valora suficientemente a la mujer
¿Cuál es el papel de la mujer en la Iglesia? Ésta es la pregunta que lanzó, el pasado 12 de octubre, el Papa Francisco. Su respuesta fue exigente, una invitación a toda la comunidad eclesial a ser coherente con la visión del Evangelio. «Yo sufro –lo digo de verdad– cuando veo en la Iglesia, o en algunas organizaciones eclesiales, que el papel de servicio –que todos nosotros tenemos y debemos tener– de la mujer se desliza en un papel de servidumbre», confesó el Papa. «Cuando veo a mujeres que hacen cosas de servidumbre significa que no se entiende bien lo que debe hacer una mujer. ¿Qué presencia tiene la mujer en la Iglesia? ¿Puede ser más valorada?».
El Papa hizo este examen público de conciencia en el congreso internacional celebrado entre el 10 y el 11 de octubre en Roma con el tema Dios confía el ser humano a la mujer, por iniciativa del Consejo Pontificio para los Laicos.
El Pontífice reconoció que se trata de «una cuestión que lleva particularmente en el corazón», y reveló que, por este motivo, quiso encontrarse con los cien participantes en ese Congreso, a pesar de que eso implicaba saltarse el reglamento, dado que no estaba previsto un encuentro con el Papa. El Congreso buscaba hacer un balance de la manera en que el mundo y la Iglesia ha asimilado la Carta apostólica de Juan Pablo II sobre la vocación y dignidad de la mujer, Mulieris dignitatem, publicada hace 25 años.
La brújula, el documento de Juan Pablo II
Para el Papa Francisco, ese texto de Karol Wojtyla «es un documento histórico, el primero del magisterio pontificio dedicado enteramente al tema de la mujer», sobre el que debe basarse la reflexión que ahora está lanzando en la Iglesia sobre la mujer. «Muchas cosas pueden cambiar y han cambiado en la evolución cultural y social, pero es siempre la mujer la que concibe, lleva en su seno y da a luz a los hijos de los hombres –recordó–. Y esto no es sencillamente un hecho biológico, sino que comporta una riqueza de implicaciones, sea para la mujer, en su forma de ser, que para sus relaciones, en su forma de considerar la vida humana y la vida en general. Llamando a la mujer a la maternidad, Dios le ha confiado de forma especial al ser humano».
«Sin embargo, hay dos peligros, siempre presentes, dos extremos opuestos, que mortifican a la mujer y a su vocación –añadió–. El primero es reducir la maternidad a un papel social, a una tarea, que, aunque noble, de hecho arrincona a la mujer y sus potenciales: no la valoriza plenamente en la construcción de la Humanidad. Sucede en el ámbito civil y en el eclesial. Y, como reacción, hay otro peligro opuesto: el de promover un tipo de emancipación que, para ocupar los espacios sustraídos por lo masculino, abandona lo femenino con los rasgos preciosos que lo caracterizan. Quiero subrayar, en este sentido, la sensibilidad particular de la mujer por las cosas de Dios, sobre todo cuando se trata de ayudarnos a entender la misericordia, la ternura y el amor que Dios tiene por nosotros».
La Iglesia no es el, sino la
Dejando a un lado los papeles, con una sonrisa, el Pontífice confesó: «A mí me gusta pensar también que la Iglesia no es el Iglesia», no es masculina. «Es la Iglesia», subrayó. «La Iglesia es mujer, es madre, y esto es hermoso. Tenéis que pensar y profundizar en esto».
«La Mulieris dignitatem –según explicó Francisco– se sitúa en este contexto y ofrece una reflexión profunda, orgánica, con una sólida base antropológica iluminada por la Revelación. De aquí tenemos que partir en la tarea de profundización y promoción de la que he hablado varias veces».
El Papa ya había invitado a la Iglesia a reflexionar sobre el papel de la mujer en la rueda de prensa que concedió a los periodistas que le acompañaban en el avión de regreso de Río de Janeiro, tras la Jornada Mundial de la Juventud, el 28 de julio. El Santo Padre explicó entonces que «una Iglesia sin mujeres es como un Colegio apostólico sin María. El papel de la mujer en la Iglesia no es solamente la maternidad, la mamá de la familia, sino que es más fuerte; es precisamente el icono de la Virgen, de María, la que ayuda a crecer a la Iglesia. Pero dense cuenta de que la Virgen es más importante que los apóstoles. Es más importante».
«La Iglesia es femenina: es Iglesia, es esposa, es madre», recordó. «El papel de la mujer en la Iglesia no se puede limitar al de mamá, al de trabajadora, limitado… ¡No! Es otra cosa».
No se pueden entender a la Iglesia sin mujeres activas
«Pablo VI escribió una cosa hermosísima sobre las mujeres, pero creo que se debe ir más allá en la explicitación de este papel y carisma de la mujer. No se puede entender una Iglesia sin mujeres, pero mujeres activas en la Iglesia, con su estilo, que llevan adelante», les dijo el Papa Francisco, a finales de julio, a los periodistas.
«En la Iglesia, se debe pensar en la mujer desde este punto de vista: de decisiones arriesgadas, pero como mujeres. Esto se debe explicitar más. Creo que nosotros no hemos hecho todavía una teología profunda de la mujer, en la Iglesia. Solamente puede hacer esto, puede hacer aquello, ahora hace de monaguilla, ahora lee la lectura, es la Presidenta de Cáritas… Pero hay algo más. Es necesario hacer una profunda teología de la mujer. Esto es lo que yo pienso», concluyó el Papa.