El Papa en Trieste: «La democracia no es solo el voto del pueblo»
Durante la clausura de la 50 Semana Social de los católicos en Italia, ha reivindicado el legado del ex primer ministro Aldo Moro
«La democracia no goza de buena salud en el mundo actual», ha denunciado Francisco en la clausura de la 50 Semana Social de los católicos en Italia. Es un evento celebrado en Trieste al que el Papa ha llegado en helicóptero a las 8:00 horas, tras despegar una hora y media antes desde el helipuerto vaticano. Un viaje apostólico que Francisco ha hecho porque la situación de la democracia «nos interesa y preocupa porque está en juego el bien del hombre».
Durante su discurso, el Santo Padre ha recordado al beato Giuseppe Toniolo, iniciador de las Semanas Sociales en 1907, aunque posteriormente fueran interrumpidas durante algunos años. Francisco ha definido la democracia como «aquel orden civil en el que todas las fuerzas sociales, jurídicas y económicas, en la plenitud de su desarrollo jerárquico, cooperan proporcionalmente al bien común, revirtiendo en el resultado final en beneficio predominante de las clases inferiores». Y ha recalcado que en el caso italiano, este sistema se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial con una significativa contribución de los católicos del país.
Francisco ha hecho asimismo referencia a la Nota Pastoral de 1988 a través de la que se restablecieron aquellas Semanas Sociales inicialmente iniciadas por Toniolo. Como el propio Pontífice ha explicado, con aquella reedición se buscó «dar sentido al compromiso de todos en la transformación de la sociedad, prestar atención a las personas que quedan al margen de los mecanismos económicos y dar espacio a la solidaridad social en todas sus formas».
Utilizando la imagen de un corazón herido, el Papa ha achacado la crisis de la democracia a la corrupción y la exclusión social. «Siempre que se margina a alguien, todo el cuerpo social sufre», ha reivindicado. Asimismo ha citado a Aldo Moro, un primer ministro democristiano italiano que fue asesinado en 1978 por el grupo terrorista Brigadas Rojas y que sostenía que «un Estado no es verdaderamente democrático si no está al servicio del hombre, si no tiene como fin supremo la dignidad, la libertad y la autonomía de la persona humana». Y ha añadido que «la propia palabra “democracia” no coincide simplemente con el voto del pueblo, sino que exige que se creen las condiciones para que todos puedan expresarse y participar».
El Santo Padre ha reivindicado que la participación democrática se aprende desde la infancia y requiere formación crítica. «Es importante poner de relieve la contribución que el cristianismo puede aportar hoy al desarrollo cultural y social europeo», ha recalcado, invitando a promover el diálogo con las instituciones civiles y políticas.
Finalmente, ha llamado a los católicos a comprometerse con el bien común y a que «no nos dejemos engañar por las soluciones fáciles». Y ha encargado que «nos formemos en este amor para hacerlo circular en un mundo falto de pasión cívica».