El Papa, en Tailandia: «La cooperación entre religiones es aún más apremiante para la humanidad actual» - Alfa y Omega

El Papa, en Tailandia: «La cooperación entre religiones es aún más apremiante para la humanidad actual»

Advierte a los obispos de Asia: «¡No clericalicemos a los laicos!»

Juan Vicente Boo
El Papa Francisco durante la reunión con científicos, intelectuales y líderes religiosos en el Aula Magna de la Universidad de Chulalongkorn
Foto: AFP / Mohd Rasfan.

En un encuentro con mil quinientos científicos, intelectuales y líderes religiosos en la universidad más prestigiosa de Tailandia, el Papa Francisco ha afirmado este viernes que «la cooperación entre religiones es aún más apremiante para la humanidad actual». Hablaba en un Aula Magna de extraordinaria extensión y belleza que sugería, por el color azafrán de los budistas o los turbantes de los sijs, un parlamento de las ciencias y las religiones.

En nombre de la comunidad científica y de los líderes del budismo, islamismo, hinduismo Brahmán, sijismo y las confesiones cristianas, el presidente de la Universidad de Chulalongkorn ha saludado al Papa manifestando que «nos hemos reunido aquí para aprender y para beneficiarnos de la sabiduría de Su Santidad, de su compasión por los pobres y de sus esfuerzos en la construcción de la paz entre diversas religiones, países y culturas».

Después de las armoniosas canciones de un coro interreligioso, las palabras del presidente añadían un recibimiento de honor en un país de abrumadora mayoría budista en el que los católicos no llegan al 0,5 por ciento de sus 69 millones de habitantes.

En ese clima de visible aprecio mutuo, Francisco ha recordado que «hace ciento veintidós años, en 1897, el rey Chulalongkorn (Rama V), de quien toma el nombre esta primera universidad, visitó Roma y tuvo una audiencia con el papa León XIII. Era la primera vez que un jefe de Estado no cristiano fue recibido en el Vaticano».

El ejemplo de Rama V, que abolió la esclavitud, debe servir, según Francisco, para forjar «un compromiso fraterno que ayude a poner fin a las esclavitudes que persisten en nuestros días. Pienso especialmente en el flagelo del tráfico y de la trata de personas», un elemento oscuro que empaña el buen nombre del país, sobre todo por el turismo sexual.

Pero más que extenderse en el análisis de problemas evidentes, el Papa ha invitado a los líderes intelectuales y espirituales de Tailandia a trabajar en equipo para construir juntos «un nuevo paradigma para la resolución de conflictos, contribuir al entendimiento entre las personas y salvaguardar la creación».

Francisco les ha invitado a «no tener miedo de generar instancias donde poder unirnos y trabajar mancomunadamente», así como a «abrazar el imperativo de defender la dignidad humana y respetar los derechos de conciencia y libertad religiosa», pues «todos somos miembros de la familia humana».

El Papa había comenzado la jornada en el santuario del beato Nicolás Bunkerd —el primer sacerdote mártir tailandés, fallecido en prisión en 1944—, escenario de un encuentro con los sacerdotes, religiosos y catequistas, y otro con los obispos de Tailandia y Asia.

Eran las primeras reuniones de familia con los protagonistas de la evangelización del país, y el clima resultaba muy alegre y entrañable, dentro del respeto que caracteriza las sociedades asiáticas.

El Santo Padre les ha sorprendido comenzando por dar las gracias «a todos ustedes, catequistas, sacerdotes, consagrados y consagradas y seminaristas por este tiempo que me regalan».

En un tono muy positivo, les ha recordado que «el Señor no nos llamó para enviarnos al mundo a imponer obligaciones a las personas, o cargas más pesadas de las que ya tienen, sino a compartir una alegría, un horizonte bello, nuevo y sorprendente».

Hablando en español

Hablando en español, el idioma que utiliza para todos sus discursos en Tailandia, Francisco los ha animado a «inculturar el Evangelio cada vez más», recurriendo a expresiones locales familiares «como una madre le canta canciones de cuna a su niño», de modo que el Evangelio deje de presentarse con «ropajes buenos, pero extranjeros».

Con mucha confianza, los invitaba a adquirir la mirada de Jesús, quien rompía «determinismos, fatalismos y estándares. Donde muchos veían solamente un pecador, un recaudador de impuestos, una persona de mala vida, Él fue capaz de ver apóstoles».

Y a la vez les felicitaba por el coraje de gastar la vida «sirviendo a Jesús en sus hermanos» necesitados, logrando «ver belleza donde otros tan solo ven desprecio, abandono, o un objeto sexual para ser utilizado».

Poco después, dirigiéndose en tono más serio a los obispos de Tailandia y de Asia, el Papa les ha exhortado a recordar el heroísmo de los primeros misioneros, pues «esa memoria nos libra de creer que los tiempos pasados fueron siempre más favorables o mejores para el anuncio».

Poniendo el dedo en una llaga no exclusiva del Lejano Oriente, Francisco les ha advertido que «hay estructuras y mentalidades eclesiales que pueden llegar a condicionar negativamente el dinamismo evangelizador» de los católicos.

Con toda claridad ha invitado a los obispos a recordar «que nosotros también somos parte de este pueblo de Dios, no somos los patrones; fuimos elegidos como servidores, no como dueños o amos» de los católicos en Asia.

Y ha insistido en que «muchas de vuestras tierras fueron evangelizadas por laicos. Por favor, no clericalicemos la misión. ¡Y mucho menos clericalicemos a los laicos!».

Como el tono resultaba un poco fuerte, al final se ha despedido de los obispos pidiendo que «no se olviden de rezar por mí, porque todo lo que les digo a ustedes me lo tengo que decir a mí mismo también». Por la cordialidad de los saludos individuales en la despedida, estaba claro que le habían entendido.

En este trigésimo segundo viaje internacional el Papa ha introducido tres novedades. Por primera vez ha descansado una jornada entera después de un largo vuelo nocturno y por primera vez pronuncia todos sus discursos en español como lengua extranjera, en lugar de italiano.

La tercera novedad es que, probablemente por insistencia de sus anfitriones y respeto a la cultura local, ha aceptado utilizar automóviles de gama media-alta en lugar de vehículos utilitarios, como hace siempre que puede.

El Papa dedicará la mayor parte del sábado a un vuelo diurno de seis horas y media a Japón. Al llegar a Tokio mantendrá un encuentro con todos los obispos del país antes de dedicar la jornada completa del domingo a viajar a Nagasaki e Hiroshima.

Juan Vicente Boo / ABC