El Papa, en la audiencia: «Cuando nos entren ganas de condenar a alguien, recemos por él»
«Los más feos pecadores, la gente más malvada, los dirigentes más corruptos son hijos de Dios», ha asegurado Francisco durante la audiencia, al mismo tiempo que ha explicado que «Jesús intercede por todos» y que «los pastores son puentes entre el pueblo al que pertenecen y Dios, al que pertenecen por vocación»
Este miércoles se celebra la Jornada de la Conciencia, inspirada en el testimonio del diplomático portugués Aristides de Sousa Mendes, quien «hace ochenta años decidió seguir la voz de la conciencia y salvó la vida a miles de judíos y otros perseguidos» durante la Segunda Guerra Mundial. Tal efeméride le ha servido al Papa para concluir la audiencia general de este miércoles pidiendo «que la libertad de conciencia pueda ser respetada siempre y en todas partes; y que todo cristiano pueda dar ejemplo de coherencia con una conciencia recta e iluminada por la Palabra de Dios».
El segundo gran mensaje de Francisco durante la audiencia, celebrada todavía en la biblioteca del Palacio Apostólico, ha sido para los pastores, a los que ha recordado que «deben ser puente. Por eso se les llama pontifex, puentes. Los pastores son puentes entre el pueblo al que pertenecen y Dios, al que pertenecen por vocación».
El Santo Padre ha hecho esta reflexión a partir de la figura bíblica de Moisés, al que ha definido como el «encargado por Dios de transmitir la Ley a su pueblo, fundador del culto divino, mediador de los misterios más altos» y quien, a pesar de su currículum, «no dejará de mantener vínculos estrechos con su pueblo, especialmente en la hora de la tentación y del pecado».
Moisés «nunca perdió la memoria de su pueblo. Y esta es una grandeza de los pastores: no olvidar al pueblo, no olvidar las raíces», ha dicho el Pontífice. Ni siquiera en los momentos malos. Moisés actuó de puente entre el cielo y la tierra «incluso en los momentos más difíciles, incluso el día en que el pueblo repudia a Dios y a él mismo como guía para hacerse un becerro de oro. Moisés no es capaz de dejar de lado a su pueblo».
Humildad y oración
Otra de las virtudes que el Santo Padre ha destacado es la humildad de Moisés, quien «a pesar de su condición de privilegiado, no deja de pertenecer a ese grupo de pobres de espíritu que viven haciendo de la confianza en Dios el consuelo de su camino». Además, «no vende a su gente para hacer carrera. No es un arribista, es un intercesor: por su gente, por su carne, por su historia, por su pueblo y por Dios que lo ha llamado».
Esta es «la oración que los verdaderos creyentes cultivan en su vida espiritual. Incluso si experimentan los defectos de la gente y su lejanía de Dios, estos orantes no los condenan, no los rechazan. La actitud de intercesión es propia de los santos, que, a imitación de Jesús, son “puentes” entre Dios y su pueblo». De igual modo, Moisés «nos anima a rezar con el mismo ardor que Jesús, a interceder por el mundo, a recordar que este, a pesar de sus fragilidades, pertenece siempre a Dios. Todos pertenecen a Dios: Los más feos pecadores, la gente más malvada, los dirigentes más corruptos son hijos de Dios y Jesús siente esto e intercede por todos».
El mundo vive y prospera gracias a la bendición del justo, ha dicho Francisco al final de la audiencia, «a la oración de piedad, a esta oración de piedad, el santo, el justo, el intercesor, el sacerdote, el obispo, el Papa, el laico, cualquier bautizado eleva incesantemente por los hombres, en todo lugar y en todo tiempo de la historia». Y «cuando nos entren las ganas de condenar a alguien y nos enfademos por dentro, intercedamos por él: esto nos ayudará mucho».