El Papa: «Debería haber más impuestos para los millonarios»
Durante su intervención en el simposio Plantando bandera frente a la deshumanización, en el que han participado representantes de los movimientos populares, Francisco ha advertido de que los pobres no pueden esperar
Han pasado diez años desde que Francisco sellase su deseo más anhelado: ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos. Las 3T (tierra, techo, trabajo) que han vuelto a estar sobre la mesa este viernes en la reunión de los movimientos populares organizada por Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en el Vaticano.
En esta reunión, bajo el lema Plantando bandera frente a la deshumanización y con el objetivo de reflexionar sobre el camino recorrido desde el encuentro de 2014, el Papa ha vuelto a dejar cimentada su receta para lograr más justicia social: «Que los ricos compartan sus bienes y que paguen más impuestos para poder distribuirlos entre los pobres y la clase media. Dicen que el sistema les permitió amasar fortuna a las personas ricas (…) y también que debe haber más impuestos a los millonarios. Eso está muy bien y rezo para que los económicamente poderosos lo hagan y se abran para compartir bienes que tienen porque todos derivan de la creación. Todos los bienes derivan de ahí y todos los bienes tienen un destino universal».
«Si ese porcentaje tan pequeño de billonarios que acapara la mayor parte de la riqueza del planeta se animara a compartirla, pero no como limosna, sino a compartirla fraternalmente, si se animan a compartirla, qué bueno sería. Y qué justo sería para todos», ha agregado. En su intervención Francisco ha rechazado frontalmente el sistema económico actual. «Mientras no se resuelvan los problemas de los pobres, no se resolverán los problemas del mundo», ha dicho tras advertir de que los pobres no pueden esperar.
En su alocución también ha criticado el protocolo antipiquete del actual Gobierno argentino, encabezado por Javier Milei, así como la represión a una protesta contra el veto a la reforma jubilatoria. «Me hicieron ver un filmado de una represión de hace una semana, menos quizás. Obreros, gente que pedía por sus derechos en la calle y la Policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad», ha resaltado. No tenían derecho a reclamar lo suyo porque eran revoltosos, comunistas… y el Gobierno se puso firme: en vez de pagar justicia social, pagó el gas pimienta. Les convenía. Ténganlo en cuenta».
Del mismo modo, ha criticado «el silencio de la indiferencia que habilita el rugido del odio» y que —al callarse frente a la injusticia— «abre paso a la división social, la división social a la violencia verbal, la violencia verbal a la violencia física y la violencia física a la guerra de todos contra todos». También ha manifestado que «la competencia ciega por tener más y más dinero no es una fuerza creativa, sino una actitud enfermiza y un camino a la perdición. Esa conducta irresponsable, inmoral e irracional está destruyendo la creación y dividiendo a los pueblos. No dejemos de denunciarla».
Francisco ha matizado que «esto no es comunismo, es Evangelio puro (…) No es el Papa, es Jesús».
El Santo Padre ha llegado en silla de ruedas mientras pronunciaba su intervención el secretario general de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular de Argentina, Ale Peluca Gramajo, y —para no interrumpirlo— se ha quedado en una esquina esperando que acabase. Entre otros, han intervenido referentes de los movimientos populares y de la Iglesia, como el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, cardenal Michael Czerny; el cardenal Peter Turkson (actual canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias y de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales) y dirigentes del núcleo fundador entre los movimientos populares y la Iglesia, como Juan Grabois (Argentina), Xaro Castelló (España) y Joao Pedro Stedile (Brasil).