El Papa crea una Secretaría de Economía
La reforma que el Papa Francisco ha traído a la Curia romana, en el primer año de su pontificado, acaba de dar su primer paso decisivo, imprimiendo cambios radicales en la gestión económica del Vaticano. El Pontífice, tras haber escuchado las propuestas de una comisión de expertos en contabilidad y gestión de primer nivel, así como el parecer de los cardenales que le asesoran, ha creado una Secretaría de Economía, que tendrá autoridad sobre todas las actividades económicas y administrativas dentro de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano
El objetivo de la nueva Secretaría de Economía creada por el Papa es unificador: el nuevo organismo responderá directamente al Santo Padre, y su función consiste no sólo en garantizar un uso más eficaz de los recursos, sino además y sobre todo destinar el mayor número de recursos a los más necesitados.
Hasta ahora, en el Vaticano, había varias instituciones de gestión económica y control, generando en ocasiones falta de claridad de competencias. Y, como se sabe, cuando en un sistema falta claridad, siempre hay alguien, de dentro o de fuera, que trata de aprovecharse. Ese sistema había llevado a algunos de los escándalos financieros de los últimos años, como el del sacerdote italiano Nunzio Scarano, antiguo contable de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, quien se encuentra bajo arresto domiciliario, con la acusación de reciclaje de dinero a través de instituciones vaticanas, utilizando donaciones falsas.
Si bien Jorge Bergoglio, al haber sido elegido Papa, tenía otras prioridades para su labor de reforma de la Iglesia –como él mismo explicó en una rueda de prensa a los periodistas, en el vuelo de finales de julio, que le llevaba de Río de Janeiro a Roma–, ha decidido dar prioridad a la reforma de la administración del Vaticano para acabar de raíz con este tipo de escándalos.
El Papa Francisco ha creado este nuevo departamento unificador de las finanzas del Vaticano con un documento, técnicamente llamado motu proprio, que tiene por título Fidelis dispensator et prudens (Administrador fiel y prudente), publicado el 24 de febrero por la Santa Sede. El responsable de la nueva Secretaría de Economía será el cardenal George Pell, arzobispo de Sídney, que por tanto dejará la sede australiana, para dedicarse, a tiempo completo, a la tarea de asegurar la gestión de los bienes de la Iglesia, «a la luz de su misión de evangelización, y con particular atención a los necesitados». El cardenal Pell tendrá el rango de Prefecto, como el de los máximos responsables de la Curia romana que asisten al Papa en el gobierno de las Congregaciones del Vaticano.
Laicos en el Consejo de Economía
El Secretario General de esta nueva institución será el sacerdote español monseñor Lucio Ángel Vallejo Balda, quien, hasta antes de venir a Roma, había sido Administrador General del Obispado de Astorga. Según ha explicado el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, esta Secretaría tendrá autoridad sobre todas las actividades económicas y administrativas de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano. Por tanto, se trata de una institución fuerte, que coordina toda esta dimensión de la realidad operativa dentro de la Santa Sede y la ciudad del Vaticano.
La nueva Secretaría rendirá cuentas a un Consejo de Economía, compuesto de quince miembros: ocho elegidos de entre los cardenales y obispos para reflejar la universalidad de la Iglesia, y siete laicos expertos de varias nacionalidades con competencia financiera y profesionalidad reconocidas. De este modo, el Papa ha dado una responsabilidad decisiva a los laicos, que nunca hasta ahora la habían tenido en la gestión ordinaria de la administración económica de la Iglesia.
El futuro del IOR
El padre Lombardi ha explicado que el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido comúnmente como el Banco del Vaticano, sigue siendo objeto de estudio y reflexión, por parte del Papa y sus consejeros. La reorganización de esa institución, con un ámbito mucho más delimitado, todavía no ha sido adoptada. En el pasado, para el IOR el Papa había previsto tres posibilidades: transformación en Banco ético; un nuevo estatuto que garantice una gestión trasparente para alcanzar los objetivos actuales, es decir, asistencia financiera a instituciones católicas; o, por último, su supresión.
Con la creación de la Secretaría de Economía, el Papa ha dado una lección a la Iglesia y al mundo. Como él escribe, en el documento de su creación, «la gestión de los sectores económicos y financieros de la Santa Sede está estrechamente ligada a su misión específica, no sólo al servicio del ministerio universal del Santo Padre, sino también en relación con el bien común, en la perspectiva del desarrollo integral de la persona humana».