El Papa contra la pena de muerte: «Es un veneno peligroso para nuestras sociedades»
Prologa el libro de un capellán laico que acompaña a cientos de condenados a muerte en prisiones estadounidenses
El Papa vuelve a pronunciarse sobre la pena de muerte. En esta ocasión, lo hace en el prólogo de un libro que verá la luz en Italia el próximo 27 de agosto. Se titula Un cristiano en el corredor de la muerte. Mi compromiso junto a los condenados.
Su autor se llama Dale Recinella. Es estadounidense, tiene 72 años y desde 1998 ejerce de capellán laico en el corredor de la muerte en varias prisiones de Florida. Comenzó en ese año a visitar a los condenados celda por celda. Un total de 400 condenados a muerte y 2000 que se encuentran en régimen de aislamiento de larga duración. Al mismo tiempo, su esposa Susan acompaña con asistencia espiritual a las familias de los condenados hasta la cámara de ejecuciones. Ambos también ayudan a las familias de las víctimas de los homicidios.
En el prólogo Francisco agradece la labor de este matrimonio. Lo define como una tarea muy arriesgada «porque toca el mal en todas sus dimensiones». Es decir, el mal hecho a las víctimas, el mal que está viviendo el condenado en el corredor de la muerte y el mal que provoca la pena de muerte en la sociedad. El Papa recuerda que, en no pocas ocasiones, ha insistido en que la pena capital no es la forma de solucionar la violencia. «Las ejecuciones capitales, lejos de proporcionar justicia, alimentan un sentimiento de venganza que se convierte en un veneno peligroso para el cuerpo de nuestras sociedades civiles». Por ello, asegura que los países que mantienen la pena de muerte deberían destinar los recursos que emplean en suprimir a estos reos en rehabilitarlos.
El Papa invita a que durante el Jubileo se solicite una vez más la abolición de la pena de muerte y recuerda que el Catecismo de la Iglesia católica se cambió para reconocer que esta práctica es inadmisible porque atenta contra la dignidad de la persona. También alude al Jubileo de la Misericordia donde la Iglesia reiteró el mensaje de que ningún error, pecado o acción nos puede alejar definitivamente de Dios, que es el único que puede perdonarnos.
Francisco escribe que esa misericordia puede escandalizar y generar rechazo, como le sucede a Dale Recinella. Por eso, alaba el testimonio de este padre de familia «en un lugar verdaderamente inhumano como el corredor de la muerte». También elogia la contribución de su mujer como «un gran regalo para la Iglesia y para la sociedad de los Estados Unidos, donde Dale vive y trabaja».
«¿Pero no es cierto que Jesús acogió en sus brazos a un ladrón condenado a muerte?», se pregunta el Papa. Asegura que Recinella ha comprendido este mensaje de Cristo que pone en práctica en la que llama «la casa de la muerte».