Francisco consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María
El acto tendrá lugar el 25 de marzo y se realizará simultáneamente en Fátima
«El viernes 25 de marzo, durante la celebración de la penitencia que presidirá a las 17 horas en la basílica de San Pedro, el Papa Francisco consagrará a Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María. El mismo acto, el mismo día, será realizado en Fátima por el cardenal Konrad Krajewski, limosnero pontificio, como enviado del Santo Padre». Así lo ha anunciado el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
El acto, para el que se ha elegido el día de la fiesta de la Anunciación del Señor, no será el primero de estas características realizado por la Iglesia después de que la Virgen lo pidiera en su aparición en Fátima el 13 de julio de 1917.
En aquella visita a los pastorcitos Jacinta, Francisco y Lucía, la Virgen María advirtió de que, de no realizarse esta petición, Rusia extendería «sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia». Los buenos –añadió- «serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir y varias naciones serán destruidas».
Actos de consagración
A lo largo de las décadas, la Iglesia ha realizado varios actos de consagración. El primero de ellos tuvo lugar el 31 de octubre de 1942. Pío XII consagró el mundo entero y el 7 de julio de 1952 consagró los pueblos de Rusia al Corazón Inmaculado de María en la carta apostólica Sacro vergente anno. «Así como hace unos años consagramos el mundo entero al Corazón Inmaculado de la Virgen Madre de Dios, ahora, de manera muy especial, consagramos todos los pueblos de Rusia al mismo Corazón Inmaculado», se lee en el documento.
El 21 de noviembre de 1964 Pablo VI renovó la consagración en presencia de todos los padres del Concilio Vaticano II. Y Juan Pablo II, el 25 de marzo de 1984, confió todos los pueblos al Corazón Inmaculado de María. El acto se celebró en la Plaza de San Pedro en unión espiritual con todo los obispos del mundo, que habían sido convocados previamente. La consagración del Papa polaco, según dejó escrito sor Lucía en una carta, «sí se hizo tal como Nuestra Señora había pedido».