El Papa anima a ser «capaces de ver más allá de las apariencias»
El Vaticano ha publicado el texto que Francisco tenía previsto pronunciar en la audiencia general de este miércoles. En la catequesis, el Santo Padre ha subrayado la importancia de «olfatear la presencia de Dios en la pequeñez»
La Oficina de Información de la Santa Sede ha publicado la catequesis que el Papa tenía previsto pronunciar durante la audiencia general de este miércoles, que no se ha podido celebrar al estar Francisco ingresado en el Hospital Policlínico Agostino Gemelli. Lleva allí desde el pasado 14 de febrero a causa de una bronquitis a la que posteriormente se le añadió una neumonía bilateral.
El Pontífice, en el texto, se centra en la infancia de Jesús. Más concretamente, en su presentación en el templo. Allí aparecen las figuras de María y José. El Santo Padre destaca «la obediencia» de estos «a la ley del Señor y a todas sus prescripciones». Gracias a ello, a pesar de que en realidad en Israel no existía la obligación de presentar al niño en el templo, Jesús vive su primer acto de culto.
En este sentido, el Papa subraya el papel de María y José, que «no se limita a insertar a Jesús en una historia de familia, de pueblo, de alianza con el Señor Dios». Además «se ocupan de su custodia y de su crecimiento, y lo introducen en la atmósfera de fe y culto». Por su aparte, ellos crecen «gradualmente» en «la comprensión de una vocación que los supera con creces».
La muerte no es el final
En la catequesis, el Pontífice también se detiene en Simeón, aquel a quien se le reveló que no moriría sin ver al Salvador, por lo que vive «preparado en la espera y en la esperanza». Cuando encuentra al Niño lo «abraza» y en Él «encuentra el consuelo y la plenitud de su existencia».
Así, «es testigo del don de la fe, que recibe y comunica a los demás; es testigo de la esperanza que no defrauda; es testigo del amor de Dios, que llena de alegría y de paz el corazón del ser humano». De esta forma, ahora «ve la muerte no como el final, sino como la realización, como la plenitud, la espera; como una hermana que no destruye, sino que introduce en la vida verdadera que ya ha pregustado y en la que cree».
Por último, Francisco alude a la figura de Ana, quien tras encontrarse con Jesús «se lo cuenta a los demás, difundiendo generosamente la palabra profética». Es decir, dos ancianos propagan «el anuncio del Jubileo a todo el pueblo y al mundo». Imitemos también nosotros a Simeón y Ana, concluye el Pontífice, que son «capaces de ver más allá de las apariencias, que saben olfatear la presencia de Dios en la pequeñez, que saben acoger con alegría la visita de Dios y volver a encender la esperanza en el corazón de los hermanos y hermanas».