El Papa anima a los pastores y religiosas de Papúa a creer que su trabajo dará fruto
«Gracias a los misioneros estamos aquí», ha dicho en su encuentro con la Iglesia local en el santuario de María Auxiliadora
Francisco ha mantenido un encuentro con la Iglesia local en el santuario de María Auxiliadora de la capital. Ha sido el último evento oficial en la agenda de esta primera jornada de trabajo en Port Moresby. Han participado los sacerdotes, obispos, diáconos, seminaristas y religiosas de Papúa Nueva Guinea y de las vecinas Islas Salomón.
Tras escuchar distintos testimonios de presbíteros y religiosas, el Pontífice ha comenzado su discurso haciendo referencia al santuario donde se encontraban, María Auxiliadora, construido por los salesianos y consagrado en 2008. «Los salesianos saben hacer bien las cosas», ha dicho el Papa saltándose su discurso preparado. También ha revelado que él fue bautizado en la parroquia de María Auxiliadora, de Buenos Aires. Algunos problemas técnicos han impedido escuchar bien las intervenciones a lo que el Santo Padre ha replicado bromeando: «Esperemos que la pastoral funcione mejor».
En su intervención, Francisco ha señalado que el camino cristiano es misionero caracterizado por tres aspectos: el valor de comenzar, la belleza de estar y la esperanza de crecer.
Sobre el valor de comenzar, ha querido recordar a los misioneros que llegaron a esas tierras hace poco más de 130 años. Tras varios intentos que fracasaron, no se rindieron y «volvieron a empezar muchas veces allí donde no tuvieron éxito y no con poco sacrificio». «Gracias a los misioneros estamos aquí», ha dicho el Papa que ha remarcado que la vocación de los consagrados y las consagradas es la de «ser instrumentos».
Ha pedido a todos que sus esfuerzos se dirijan a las periferias de Papúa donde están las personas menos afortunadas, «marginadas y heridas, tanto moral como físicamente, a causa de los prejuicios y las supersticiones, en ocasiones, hasta el punto de arriesgar la propia vida».
«Y por favor, no os olvidéis, cercanía», ha insistido el Pontífice apartándose del discurso preparado. Ha dicho que Dios tiene tres actitudes que deben imitar y son la cercanía, la compasión y la ternura. Así, «si un consagrado o consagrada, sacerdote, obispo, servidor, un diácono no es cercano, compasivo y tierno no tiene el Espíritu de Jesús».
«Pero rezad a favor, no en contra»
En cuanto a la belleza de estar, Francisco ha destacado que «el tesoro más grande a los ojos del Padre somos nosotros» y que, para hacérselo llegar a los demás, es necesario «cultivar y compartir con ellos la alegría de ser Iglesia». «La belleza de existir no se experimenta tanto en los grandes acontecimientos y momentos de éxito, sino más bien en la lealtad y el amor con que nos esforzamos por crecer juntos cada día», ha destacado.
Por último, sobre la esperanza de crecer, el Papa ha animado a todos estos pastores y religiosas a que confíen «en la fecundidad de nuestro apostolado, a seguir sembrando pequeñas semillas de bien en los surcos del mundo». Les ha pedido que sigan evangelizando con paciencia, sin dejarse desanimar por las dificultades o incomprensiones, ni siquiera las que aparecen en la propia familia.
«Seguid así con vuestra misión, como testigos de la valentía, la belleza y la esperanza y no os olvidéis del estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura», se ha despedido el Papa que no se ha resistido a una última broma: «Pero rezad a favor, no en contra». Francisco lo ha dicho en inglés, sin ayuda de traductor, cosechando entre su audiencia carcajadas y un sonoro aplauso.