Francisco anima a invocar al Espíritu para ser «cristianos libres no encadenados al pasado»
Durante la audiencia, Francisco ha advertido que «la tentación es siempre» querer volver al pasado, pero «los cristianos no somos gente que va hacia atrás»
El Papa ha pronunciado este miércoles 10 de noviembre la última catequesis sobre la carta de san Pablo a los Gálatas. Y Francisco no ha escatimado elogios como este hacia el apóstol: «Ha sido un verdadero teólogo, que ha contemplado el misterio de Cristo y lo ha transmitido con su inteligencia creativa».
El Pontífice ha destacado sobre todo el entusiasmo de san Pablo, que «nunca pensó en un cristianismo desprovisto de empuje y de energía». Al contrario, «ha defendido la libertad llevada por Cristo con una pasión que todavía hoy conmueve, sobre todo si pensamos en los sufrimientos y la soledad que ha tenido que sufrir».
Pero «la libertad no equivale en absoluto a libertinaje, ni conduce a formas de presuntuosa autosuficiencia». No, «Pablo ha puesto la libertad en la sombra del amor –ha explicado el Santo Padre– y ha establecido su coherente ejercicio en el servicio de la caridad».
Invocar al Espíritu Santo
Durante la audiencia, el Papa también ha advertido que «la tentación es siempre ir hacia atrás» para «estar más seguros apoyándose en la ley». Pero «los cristianos no somos gente que va hacia atrás». La verdadera «ley alcanza su plenitud en la vida del Espíritu». Este «lleva a cumplimiento la ley donada por Dios a Israel e impide recaer bajo la esclavitud del pecado».
Por ello, Francisco ha pedido «confiar que el Espíritu siempre viene a ayudar en nuestra debilidad y nos concede el apoyo que necesitamos». En cualquier caso, ha instado a invocar más a menudo al Espíritu Santo. O bien a través de «palabras sencillas –ven, ven– en los diferentes momentos del día» o podemos llevar con nosotros y recitar la oración de la Iglesia en Pentecostés: «Ven Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido. Luz que penetras las almas, fuente del mayor consuelo…». Es una oración bellísima, ha subrayado el Pontífice. «Nos hará bien rezarla a menudo. Nos ayudará a caminar en el Espíritu, en la libertad y en la alegría. Así, seremos cristianos libres, no encadenados al pasado».
Por último, ha dado un consejo a los fieles para cuando «nos sentimos desanimados, débiles, a veces marginados respecto al estilo de vida según la mentalidad mundana». Francisco ha tirado de san Agustín y ha instado a «despertar a Cristo en nuestro corazón. Solo entonces podremos contemplar las cosas con su mirada, porque Él ve más allá de la tormenta. A través de esa mirada serena, podemos ver un panorama que, solos, ni siquiera es concebible vislumbrar».